“Es una residencia de puertas abiertas y los chicos están, se quedan y conviven día a día”, refleja María José Apendino, directora de la residencia de varones menores de edad. La mujer remarca el concepto de “puertas abiertas” y agrega que “de a poco nos vamos mostrando”, aunque la institución tiene más de tres décadas de existencia.

María José lleva unos diez y vio pasar a muchos chicos por la ex Casa del Niño. En la actualidad son diez los que viven en la residencia de de calle Avellaneda, de entre 13 y 18 años de edad, cuyos derechos han sido vulnerados y necesitan contención: “Nuestro mayor trabajo es que sus derechos sean respetados”, resaltó Apendino.

Necesidades

Según su directora los chicos trabajan para poder insertarse en la sociedad. Por este motivo participan de diferentes talleres como el de carpintería, por ejemplo, donde realizan varios trabajos a pedido de la comunidad.

Además se encuentran analizando la posibilidad de abrir un vivero. Para ello recibirán la ayuda de la Escuela de Campo de nuestra ciudad, cuyos docentes los orientarán.

Por otra parte, los chicos participan de actividades recreativas como talleres de pintura, gimnasio, pileta, entre otras. También reciben apoyo escolar.

Asimismo, Apendino reconoció que “falta más gente que nos visite, que se preocupe; los chicos comen los domingos en la institución con los educadores. Nosotros le llamamos familias comunitarias o acogedoras para que el círculo de chicos no sea tan institucionalizado”, dijo.

Para la educadora “es muy difícil” que los chicos vuelvan con sus familias, por este motivo “los debemos formar para que se presenten en sociedad, tengan relaciones con otras personas, que sepan que existe un mejor camino y no todo es como la realidad de la que vienen”.

Positivo

La residencia de menorestrabaja en red con el Hospital Iturraspe, instituciones como Vínculos y La Luciérnaga, el Club de Leones, entre otras.

Un aspecto positivo es que desde hace un tiempo, chicos de la misma edad de los residentes se acercaron para darles una mano.

“Un grupo de estudiantes del colegio San Francisco de Asís vinieron a preguntar qué hacía falta. Les dije hablemos con los chicos, quienes pidieron compartir un espacio, un partido de futbol, ver una película, compartir un mate. Los estudiantes vinieron con un proyecto y además hicieron amistad ya que traen películas para que vean juntos, juegan al fútbol. Yo le digo que no pasa solo por lo material, que esto tiene que perdurar”, sostuvo Apendino.