Por Oscar Romero

“-¡La estás moviendo vos, no te hagas el pavo!”- dijo una voz femenina.

“-¡No, te lo juro!”-contestó un amigo.

“-¡Ay, se está moviendo sola!”, -advirtió afectada otra amiga.

Así fue, palabras más, palabras menos, mi experiencia con el famoso juego de la Copa. Yo estaba en otra habitación escuchando, pero con bastante susto. No me había gustado para nada el entusiasmo de la mayoría de mis compañeros de secundaria de invocar a los muertos. Luego no sé qué situación en el desarrollo del juego provocó que todos -inclusive quien escribe- terminásemos en la Iglesia Cristo Rey rezando y pidiendo perdón divino ante tal desatino.

Esta vieja anécdota volvió a mi memoria hace unos días, luego de leer un artículo científico que asegura que el fenómeno que mueve la copa en el juego se denomina efecto "ideomotor".

Y explicaba cómo podemos generar movimientos sin darnos cuenta de que lo estamos haciendo. “Es un fenómeno en el que un individuo o varios realizan movimientos inconscientemente, de manera automática, desencadenados por un estímulo particular”, sostenía el artículo.

Pero desde siempre el mentado juego, o su versión más avanzada de la "Ouija", ha tenido sus creyentes y detractores. A continuación recolectamos algunos testimonios de personas y especialistas, para que usted, lector, saque sus conclusiones.

“La copa se había vuelto loca”

Vanesa (32 años) tuvo su experiencia con el juego cuando era adolescente. “Jugué varias veces, con grupos diferentes”, contó. “La primera vez fue por curiosidad –continuó-, nos habían dicho que era verdad, que la copa se movía, lo hicimos y así fue. Era muy fuerte ver cómo se movía a tanta velocidad”.

“Muchas veces nos pasó que el espíritu invocado iba echando gente del lugar, no sabíamos si era porque esas personas se reían o no creían. El tema fue que una vez quedamos solo dos personas jugando y era imposible manejar la copa, se movía sola”, recordó.

“Le hacíamos preguntas sobre personas, dónde estaban en ese momento y luego corroborábamos que era verdad”, detalló.

Luego la joven recordó cierto día en que no la pasaron bien. “La copa se había vuelto loca, nos marcaba siempre el mismo nombre, no sabíamos qué nos quería decir, nos asustó y cuando pudimos calmar al espíritu, le pedimos que se retire. Pero al día siguiente, el pájaro de una de nosotras apareció muerto y eso nos terminó de asustar. Decidimos preguntar a una vidente que nos dijo que no juguemos nunca más. Fue la última vez que jugué”, finalizó.


“Quería los números del Quini”

Desde muy chico Nicolás (29 años) se sintió atraído por ese juego que decían le permitía hablar con el mas allá. “Escuché del juego por unos chicos más grandes y automáticamente quise hacerlo”, explicó.

“Una vez le pedimos al espíritu que nos dé una señal. Le pedimos que tumbe un encendedor, entonces en ese momento apareció una chica que estaba en otra pieza y fue derecho al encendedor y lo tiró. Creo que fue una especie de posesión”, contó todavía incrédulo.

Con un poco más de edad, Nicolás quiso servirse de los espíritus para resolver sus problemas económicos y por eso jugaba a la ouija preguntando a los espíritus los números del quini. “Nunca gané nada, siempre me daban letras y números sin sentido”, se sinceró.

La visión de la Iglesia: “Un juego peligroso”

Así lo definió el sacerdote de la Iglesia Cristo Rey, Sergio Muratore.  “Puede tratarse de un juego inocente, presumiendo que van a recibir alguna respuesta del más allá”, dijo.

Sin embargo, el sacerdote alertó con fundamentos religiosos la prohibición de invocar a los muertos. “La Sagrada Escritura, sobre todo en el Antiguo Testamento, prohíbe la invocación de los muertos. Otra cosa es pedir la intercesión de aquellos que han muerto y están en la gracia de Dios, como los santos”, explicó.

Muratore reveló los peligros a los que se exponen quienes se prestan a este tipo de juegos. “Se puede transformar en algo peligroso, porque a través de la copa se pueden manifestar otros espíritus. Se trata del elemento diabólico, aquellos ángeles que llamamos demonios y que tienen capacidades superiores al humano”

“A veces es común -prosiguió- que donde se practica el juego se produzcan algunas manifestaciones, como ruidos o voces que van más allá de la imaginación de las personas. En ese caso se realiza una oración que se llama de liberación, que no es un exorcismo”, detalló.   

“Forma parte de un pensamiento mágico”

Lo sostuvo la psicóloga Graciela Callieri de Cambursano, al ser consultada sobre por qué muchas personas se aventuran al supuesto diálogo con los muertos. Cuando el hombre busca respuestas en el más allá, usa el pensamiento mágico, propio de la infancia o de las civilizaciones primitivas, se aleja de la realidad porque no la asume ni la soporta”, manifestó.

“Este tipo de juego es como una experiencia lúdica, donde se juegan con las ilusiones, las fantasías, los deseos. Cuando se confunde la fantasía con la realidad estamos ante un problema psíquico mental”, advirtió la profesional.

La ouija

Es un tablero dotado de letras y números con el que supuestamente se puede entablar contacto con los espíritus de los difuntos. Es muy similar al juego de la copa, en el que se coloca una copa boca abajo rodeada por las letras del alfabeto y los participantes colocan el dedo índice en la base de la misma. El nombre ouija, significa ‘mala suerte’.