Fue un día hermoso ayer en las Islas Malvinas, en el que el sol acompañó desde temprano y durante toda la visita a los familiares de los 90 caídos durante la guerra de Malvinas en 1982, que fueron identificados en los últimos meses mediante una sofisticada técnica de análisis de ADN.

En el cementerio de Darwin, ubicado a unos 80 kilómetros de Puerto Argentino (Stanley, para los habitantes del archipiélago) 123 tumbas –de un total de 230 que tiene el mausoleo– y en cuyas lápidas se podía leer antes “Soldado argentino sólo conocido por Dios”, ahora llevan los nombres de los soldados allí enterrados.

Sin dudas, se trató de una jornada histórica. Para los argentinos, claro. Mientras que para los isleños, que prácticamente no tuvieron contacto con el contingente, fue un lunes más, como cualquier otro. Sin manifestaciones de cariño, pero tampoco de rechazo.

Las participaciones locales en el acto humanitario tuvieron que ver con la asistencia de funcionarios del gobierno de las islas (que más allá de tener cierta autonomía, responde al Reino Unido), así como de miembros de su policía, de las fuerzas armadas británicas que resguardan el archipiélago y de religiosos; todos exhibieron un gran respeto y brindaron su homenaje a los soldados argentinos que perdieron la vida durante el conflicto bélico del que el lunes se cumplirán 36 años.

Horas del corazón

Los familiares, dos por cada uno de los 90 restos localizados gracias a un notable trabajo realizado por Cruz Roja Internacional en forma conjunta con el Equipo Argentino de Antropología Forense, aterrizaron con las primeras luces del día.

Tal como estaba previsto, llegaron en dos aviones McDonnell Douglas MD-83 charteados a Andes Líneas Aéreas por el empresario Eduardo Eurnekian, titular de Corporación América.

La base aérea de Mont Pleasant, la fortaleza militar que la entonces primer ministra británica Margaret Thatcher mandó a construir apenas finalizada la contienda bélica, sirve como aeropuerto internacional de las Malvinas; y fue el lugar de arribo para la histórica visita.

Pasadas las 8 de la mañana y en una caravana formada por micros y combis –que el gobierno isleño alquiló a agentes turísticos locales– iniciaron el trayecto de poco más de 37 kilómetros hasta el cementerio argentino de Darwin.

Durante los 50 minutos que duró el viaje por el ancho tramo de ripio, muy bien mantenido y que forma parte del camino principal que une los puntos más importantes de la isla Soledad (East Falkland, para los lugareños), los familiares contemplaron los tan inhóspitos como bellísimos paisajes malvinenses preparándose para el emotivo acto.

Una vez en el predio del mausoleo, donde se montó un estricto control de su intimidad, los deudos se reagruparon para entrar al cementerio.

Vale destacar que sólo ellos fueron autorizados a ingresar; a esto lo había solicitado la Comisión de Familiares de Caídos en la Guerra de Malvinas e islas del Atlántico Sur –presidida por la bonaerense María Fernanda Araujo– algo que las autoridades de las islas cumplieron con un alto grado de rigor.

Por espacio de dos horas, pudieron contemplar con total tranquilidad las tumbas de sus seres queridos, ahora identificadas; además, participaron de una misa y fueron testigos del homenaje que militares británicos brindaron a quienes 36 años atrás fueron sus enemigos.

Efectivos de la Guardia Escocesa, vestidos con el uniforme histórico, acompañaron la ceremonia. Incluso, lo hicieron con un gaitero que interpretó una típica melodía de homenaje a soldados muertos en combate. Algunos minutos después de las 11, el contingente argentino comenzó a retirarse del cementerio; y con los mismos medios de transporte, volvió al aeropuerto de Mont Pleasant, desde donde emprendió el regreso al continente. Había concluido una jornada histórica.

Pura emoción

foto_a
Un familiar busca el contacto más cercano posible con su ser querido. (Télam)

foto_c
Muchos escribieron con piedras sobre el mármol. La frase repetida fue “te amo”. (gentileza Clarín)

foto_b
La foto de María Soledad Ramos, hija de Alberto Ramos, quedó en las islas junto a una estampita del santo Cura Brochero. (La Voz)

Fuente: La Voz del Interior