Durante muchos años el “pole dance” fue considerado únicamente como un objeto de deseo. Bailarinas con pocas ropas danzando sensualmente alrededor de un caño era una de las principales atracciones en los locales nocturnos de todo el mundo.

Pero a través del tiempo, la mirada sobre esta actividad fue cambiando y hoy es reconocida como una disciplina deportiva que podría ser incluida en los próximos Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016.

En nuestra ciudad, Cristina Anchino fue la pionera en ofrecer este deporte y hace dos años que inició el dictado de estas tan especiales clases. La instructora cuenta que a los 12 años comenzó sus estudios de danza jazz, y a pesar de estudiar y ejercer la carrera de enfermería profesional, fue inclinándose por la gimnasia y cursó el instructorado de aeróbica y localizada, spinning y acrobacia en telas. “Mi trabajo de enfermera me permitió hacer los diferentes cursos. Siempre me interesó el pole dance, pero solamente lo daban en Buenos Aires, hasta que pude hacerlo en Córdoba”, señala.

Desde hace un año casi se dedica exclusivamente a esta actividad. Armó su espacio en la planta alta del Gimnasio Athenas. “Me inicié con tres alumnas y ahora tengo más de 30 personas repartidas en tres turnos”, afirma, con orgullo. También sostiene que la popularidad que le dio el programa de Marcelo Tinelli hizo que muchas más personas conocieran sobre esta actividad y se animaran a practicarla.

Superar prejuicios

Anchino explica que luchó por instalar esta disciplina y que debió superar varios prejuicios para lograr la aceptación de la gente. Define al pole dance como una disciplina artística deportiva que necesita de mucha fuerza, elongación, flexibilidad y equilibrio para poder practicarla. Incorpora elementos gimnásticos y acrobáticos, junto con la belleza del ballet clásico y los movimientos de la danza moderna.

La instructora puntualiza que hay un sinfín de variedades y trucos que se pueden realizar en esta modalidad de baile. Según la técnica, los movimientos incluyen giros, subidas, deslizamientos y figuras estéticas incluso con posición invertida.

Sin limitaciones

Anchino precisa que no hay limitaciones para desarrollar esta disciplina. “Tengo alumnas de 16 años que toman sus clases y otra de 53 años. Cada una realiza su trabajo de acuerdo a sus posibilidades y proceso de aprendizaje, pero no hay limitaciones”, señala.

Para la profesora, su práctica estimula la autoestima, favorece la elasticidad y trabaja todos los músculos del cuerpo. “Es un trabajo localizado. Estás todo el tiempo haciendo fuerza o contracción”, indica. “Pero para hacerlo – agrega- tenés que tener las diferentes técnicas para saber dónde hacer la fuerza y cómo utilizar el peso del cuerpo para lograr los diferentes trucos”.

Hay diferentes niveles que empiezan con los elementos básicos como son piruetas, caminatas y trucos con los pies en el piso, pasando por el dominio de lograr hacer figuras en el sector medio del caño hasta otros trucos más complicados que implican subir a la parte más elevada y el caño giratorio. 

Levanta la autoestima

Una de los beneficios que trae aparejado desarrollar esta disciplina es que levanta y fortalece la autoestima. Muchas de las personas que la practican se sienten motivadas y aseguran que es algo innovador.

Anchino cuenta que la mayoría de sus alumnas son mujeres decididas y muy independientes. A través de sus clases, la instructora observó que muchas de ellas tuvieron un cambio de actitud positiva. “Se sacan una coraza y acá logran ser ellas mismas. Además de la tonificación y beneficios que trae la práctica, también potencia el lado femenino. Acá la autoestima va hacia arriba”, asegura la profe. 


Ellos, también

Anchino revela que entre sus estudiantes hay un grupo de varones. “Ellos también se animaron. En este caso se trabaja con técnicas más avanzada. Al tener mayor espalda y más fuerza en brazos y piernas, se pueden obtener mejores resultados y hacer trucos que la mujer no tiene la suficiente fuerza”, explica.

Show familiar

Anchino es una apasionada de esta disciplina y comenzó una cruzada para cambiar la imagen que muchas personas tienen de este deporte. La profesora aclara que a pesar que se trabaja desde la postura de resaltar el lado femenino no se realizan movimientos sensuales o provocativos. “En la ciudad hay un poco de prejuicio sobre esta actividad, en mi academia se trabaja con mucho respeto y se cuida cada detalle. Las chicas tienen un vestuario como cualquier deporte y a nuestros show puede asistir toda la familia”, sostiene.