Las acrobacias no solo se ven en los circos. Ni tampoco son exclusividad de los humanos porque también las hacen los aviones. Claro que mucho tienen que ver quienes los conducen, personas de carne y hueso.

Dos aviones de color amarillo con vivos blancos se aprestan a salir para “loquear” en el aire. Antes, se escucha una especie de chiflido y tres paracaidistas aterrizan a gran velocidad, casi como superhéroes con la diferencia que no traen capas. La escena se observa en el gran predio del Aero Club San Francisco, donde empieza a desarrollarse una nueva edición del San Francisco Vuela. Las puertas abrieron a las 10, y poco más de una hora de eso una gran cantidad de público ya se había hecho presente en el lugar. Cual picnic primaveral había mesitas de todo tipo, sillones, lonas en el verde césped y mucho mate. Hombres, mujeres y varios niños se destacaban en medio de una flota de 36 aviones ubicados en el rectángulo central del campo.

Desde la comisión estaban expectantes por la cantidad de público que iba a llegar a disfrutar de un día que se anunciaba soleado. Se habló de la espera de 3 mil personas.

José Román, integrante de la comisión directiva y ex presidente del Aero Club, sostuvo que mucho tuvo que ver que se trata de un “espectáculo accesible” para el público. Esta vez no se cobró por persona sino por vehículo que ingresaba al predio, por cada moto se pagaba 100 pesos, mientras que por auto 200.

“Lo experimentamos este año para agilizar la entrada al predio, claro que siempre buscamos hacer estos eventos económicos y para toda la familia y más en estos momentos”, señaló.

El cielo de la ciudad, escenario de una fiesta aérea

Román destacó la presencia de los vuelos acrobáticos ya que en San Francisco no existe la posibilidad de verlos, sino es de esta manera. También destacó los vuelos en globo, que empezaron el día sábado por la tarde y se estiraron hasta la noche.

Al evento se sumaron actividades en aeromodelismo, paracaidismo, planeadores, vuelos de paseo y exhibiciones de aeronaves en estática.

En globo, otra experiencia

“Cachi” Zuliani llegó desde Córdoba para traer dos globos aerostáticos que formen parte de la jornada. Estos ya fueron puesto a volar el sábado anterior a la jornada festiva, ante las buenas condiciones del tiempo. Este domingo, el poco de viento que pegaba desde el norte ponían en duda la hora que estos se elevarían.

El cielo de la ciudad, escenario de una fiesta aérea
Cacho Zuliani

Cachi lleva 35 años en actividades de vuelo, no solo con el globo. Sin embargo, al hablar de este precisó: “El globo en realidad está muy limitado, es el más precario de la aviación. Pese a ello es especial para niños, se hacen vuelos cautivos. El viaje es muy tranquilo, es una paz y es precioso”, definió.

La actividad para quienes se animaban costaba 500 pesos por persona y el ascenso era unos 50 metros de altura.

El cielo de la ciudad, escenario de una fiesta aérea

En la zona donde se compran los tickets para volar se encuentra Germán, de 37 años, quien está a punto de cumplir uno de sus tres deseos: volar, navegar en el mar sobre un barco y viajar en tren.

“Si merma el viento subo al globo o sino me doy una vuelta en el avión”, le dijo a El Periódico mientras esperaba ser atendido. Los vuelos de paseo en avión tenían un costo de $1400 en adultos y $1200 en menores de 12 años.

¿Por qué el globo? “Porque uno está más expuesto, además está la posibilidad de dar una vuelta en avión en San Francisco, es más común acá”, respondió.

Germán es electricista y dice estar acostumbrado a trabajar en altura: “La altura máxima a la que llegué son 25 metros. Me genera adrenalina subir más, estar ahí, sentir el viento en la cara y ver la ciudad”.