“Vamos ‘todes’ a la plaza a tomar unos mates”, trata de convencer una joven, que no supera los 14 años, a su grupo de amigos, todos estudiantes. Llevan remeras de una escuela mientras caminan por una calle céntrica de San Francisco. Ese “todes” ya no suena raro en los oídos porque por más que a muchos les moleste escucharlo, de a poco el lenguaje inclusivo se va metiendo entre los adolescentes de la ciudad.

Aunque también se trate de un debate y una discusión diaria que divide las aguas entre la aceptación y el rechazo, días atrás la Facultad de Ciencias de la Comunicación (FCC) de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) aceptó el empleo del lenguaje inclusivo en la comunicación oficial, textos oficiales y administrativos, dispositivos legales, trabajos y producciones académicas para los estudiantes que deseen hacerlo.

Es que, por ejemplo, el “todes” y “les chiques”, entre otros términos, se escuchan cada vez más en la oralidad cotidiana de los jóvenes aunque en los establecimientos educativos forma parte del ámbito informal, salvo contadas excepciones en casos de docentes que lo utilizan como una forma de “militancia” que permite visibilizar sectores anteriormente excluidos de la sociedad.

Aunque vale hacer una salvedad. Según consultas realizadas por El Periódico, el uso de esta nueva forma de expresarse tiene mayor utilización y aceptación en sectores más relacionados a las ciencias sociales, humanísticas o artísticas que en aquellos establecimientos que cuentan en su currícula con orientaciones más técnicas o llamadas “ciencias duras”.

El “todes” gana terreno en lo cotidiano y se debate en la educación

En un terreno informal

El coordinador del Centro de Regional de Educación Superior (CRES), Germán Fassetta, reconoce que el uso del lenguaje inclusivo fue ganando su espacio en el terreno de los pasillos de la universidad, aunque todavía hay reticencias en las aulas.

“Es un tema que se está utilizando, al menos en éstos últimos tiempos, en el terreno informal de algunos docentes y estudiantes que se va instalando. Sí es cierto que hay un debate que va ganando terreno en el día a día del CRES, pero las disposiciones no las podemos establecer nosotros, que funcionamos como un consorcio de universidades en cuanto a su utilización orgánica e institucional”, aseguró en diálogo con El Periódico.  

Fassetta agregó que existe un manejo de manera informal que se consolida en algunos claustros e instancias como el dictado de clases o algún tipo de actos donde se expresa esta situación. “Sobre todo en las carreras más humanísticas a través del uso de la comunicación informal, e incluso mediante notificaciones de distintas áreas de la universidad o por las redes sociales”, sostuvo.

“La resistencia está en los colegas”

Rolando Aiassa es docente de nivel terciario y secundario de nuestra ciudad y en su caso utiliza el lenguaje inclusivo “como una forma de militancia” para integrar a los estudiantes y visibilizar el reclamo de sectores excluidos como el LGBQT+. Según el profesor de Historia, el debate en torno al tema está instalado y asegura que se vienen dando pequeños pasos hacia su utilización, aunque no tanto en la implementación.

“Este año ha sido toda una revolución el hablar de ‘chiques’ o ‘todes’. Como docente de nivel secundario y terciario utilizo el lenguaje inclusivo por una cuestión de economía lingüística. Utilizo el ‘todes’ y muchas veces el ‘chiques’ para referirme a ellos. Esto generó debates, por supuesto. Me parece importante como docente poder utilizar el lenguaje inclusivo no solamente como una cuestión de la inclusión de las diversidades sexuales en la comunicación, sino también como una forma de comenzar a visibilizar estos grupos que históricamente fueron excluidos”, expresó ante la consulta de este medio.

Por otra parte, Aiassa manifestó que a la hora de redactar un informe o una nota utiliza el “todos y el todas” y no la “e” y lo fundamentó: “No he tenido identidades disidentes o suelo poner la X como una forma de economía del lenguaje. Más allá que la RAE no lo acepte”.

Según el docente de Ciudadanía y Participación, son los mismos estudiantes los que utilizan el “chiques” o hacen carteles escribiendo con el lenguaje inclusivo: “La resistencia no está en los pibes pero sí por parte de los colegas. Pero la democracia permite las voces diferentes. Estamos lejos de la inclusión del lenguaje, pero estoy seguro que en todas las escuelas hay alguien que lo impulsa. Falta mucho pero se van dando los primeros pasos, que son los pasos de la inclusión”, cerró.

Todavía no en los escritos

Sabrina Alegre, profesora de Historia, Ciudadanía y Participación en el IPEM Nº 96 “Prof. Pascual Bailón Sosa”, confesó que los estudiantes tienen incorporado el lenguaje inclusivo que, si bien en un principio lo utilizaban en tono de broma, luego lo tomaron como propio.

Si bien es una construcción política, el adulto está lejos de pensar el lenguaje inclusivo en la escuela, hay mucho recelo en función de pensar al otro y su diversidad”, aceptó.

Luego expresó que todavía no se utiliza en los escritos: “Todavía no está apropiado en ese sentido, siempre se maneja en la oralidad”, aclaró.

“El todes” también se  debate en la UNVM

A pesar de los rechazos de la Real Academia Española (RAE), los debates llegaron a las aulas de las universidades, entre ellas, la Universidad Nacional de Villa María (UNVM), que viene trabajando al respecto.

Carla Avendaño, coordinadora de la carrera de Comunicación Social y docente en el CRES, manifestó que la UNVM cuenta con un área de género, un protocolo contra la violencia de género  y existe una política comunicacional en cuanto al lenguaje inclusivo.

“Se ha implementado principalmente en la comunicación institucional, donde se contempla el uso de la A y de la O. Hay personas que son más proclives a la utilización e incorporación del lenguaje inclusivo en términos de género y hay otros sectores que se resisten más. Está bueno que sea en la universidad donde se discutan estos problemas. Pero se está implementando en muchas resoluciones, e incluso se utilizó en un trabajo final escrito que  fue muy interesante por la forma de abordaje”, explicó.

En ciencias sociales

La profesional remarcó que el lenguaje inclusivo se usa cada vez más, principalmente, en el campo de los estudiantes vinculados a las carreras en ciencias sociales y las artes, mientras que en los claustros más técnicos y científicos hay mayor recelo. “Vuelvo a recalcar que hay carreras que son más proclives al uso que otras -insistió-. Comunicación Social, por ejemplo, es una carrera propicia para abordar este tema”.

Luego se refirió a la situación que se vive en el CRES de nuestra ciudad: “De una u otra manera, en nuestras localidades hay estructuras un poco más conservadoras. Por ahí somos más pegados a la idea de pueblo, donde mantener ciertas tradiciones es parte de la identidad. Entonces en ese sentido, principalmente en la carrera de Comunicación, se observa que hay un uso cada vez mayor y a su vez hay una aceptación y no un rechazo”, concluyó.