Jorge Andrés (61) y Jorge Alberto López (35) son padre e hijo de profesión panaderos, que se desempeñan en Panificadora Ferwal- bulevar Roque Sáenz Peña 443-.

En el marco del Día del Panadero, que se celebra cada 4 de agosto, la historia de los López es un ejemplo de un oficio que se transmitió de padre a hijo-como sucedía antaño-, conservando una tradición familiar hacia un oficio milenario, noble y sacrificado.

Para distinguirlos a la hora del trabajo los llaman como “López o viejo”, al padre, y simplemente como “Jorgito”, a su hijo. Ambos lo toman con gracia y aseguran que ya están acostumbrados a los apodos.

Por su parte, López padre inició su oficio entre hornos y masas con apenas 12 años, en la panadería Fiorano, ubicada frente a su casa en barrio Hospital. "Fue por necesidad, éramos cinco hermanos y mi mamá había quedado viuda. Iba a la escuela y después entraba a las 3 de la mañana, era otra época y había que trabajar", recuerda. A pesar de los horarios exigentes, Jorge encontró en la panadería una vocación que lo acompañaría toda la vida.

Para Jorge Alberto, hijo, el camino de ser panadero fue casi natural: "Seguí la profesión por mi viejo. Tenía que trabajar y había un lugar en la panadería, así que nos vinimos a trabajar juntos". Ingresó con 19 años la Panificadora Ferwal y asegura que al hacerlo donde trabajaba con su padre hizo que fuera más sencillo el aprendizaje de las distintas tareas del oficio.

Mientras tanto, López padre no oculta su satisfacción de poder trabajar con su hijo en esta empresa. "Hace más de 30 años que trabajo acá, es como mi segunda casa", dice.

En un contexto de preocupación por falta de jóvenes en el rubro de los obreros panaderos, el mayor de los López se siente orgulloso de haber inculcado el cariño por esta profesión milenaria y que le permitió realizarse como padre de familia.

Oficio sacrificado

Ambos coinciden en que la panadería es un trabajo sacrificado, principalmente por los horarios de elaboración. "El trabajo es igual a todos, como el albañil, el metalúrgico. Pero hay que adaptarse a los horarios, a veces entrás a las 2 o 3 de la mañana, y no todos lo pueden mantener", explica el padre.

Para “Jorgito”, la adaptación al horario fue difícil al principio, pero con el tiempo y las responsabilidades de la familia se acostumbró. "Una vez que ingresás tenés que moverte como todo trabajo porque son varias las tareas por hacer", comenta. Y agrega: "Corrés contra el tiempo y hay que ser eficiente".

El amor por el oficio se transmitió de padre a hijo, por ello el hijo afirma: "Todo me gusta, porque desde chico lo vi a él sacrificarse en las noches haciendo esto y me gusta”.

Al respecto, el padre se siente conforme con su trabajo y espera poder hacerlo mucho tiempo más: “Si puedo seguir trabajando, lo voy a hacer, porque me gusta, le dediqué toda mi vida a la panadería y mientras pueda mantener el ritmo, voy a seguir".

Por último, al ser consultados sobre los productos que elaboran, ambos destacaron: "Hay varias cositas que salen ricas, tenemos amplia variedad de productos y siempre recibimos lindos comentarios con nuestras masitas, que se venden afuera y son muy buenas".

Día del Panadero

Se celebra cada 4 de agosto porque se recuerda la primera vez que se creó un sindicato de su rubro, para defender los derechos de sus trabajadores.

Fue en 1887 que se fundó en Buenos Aires la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos, el primer sindicato nacional de la profesión.

Cabe remarcar que esta fecha tiene un anclaje con el anarquismo ya que fue impulsada por los italianos Errico Malatesta y Ettore Mattei, quienes crearon la Sociedad como espacio de resistencia y lucha para conseguir mejores derechos laborales.