Llego a la humilde casa ubicada en la esquina de calle 20 con 7, justo al lado del canal, y todo parece normal. Salvo por un mural que lleva las imágenes de los integrantes de la familia Paz y el pedido de Justicia. Hace 8 años en este lugar se producía uno de los crímenes más atroces de toda nuestra región. Según la Justicia, un solo adolescente apuñaló hasta darles muerte a cuatro integrantes de una familia.

Golpeo la puerta y me recibe Cristian Paz, el único sobreviviente de aquella noche. Hoy es todo un jovencito de 12 años, que en aquel entonces sólo tenía 4. Lo veo sonreír tímidamente, mientras Jorge, su papá, me hace pasar a la casa.

Hace poco menos de un año los Paz decidieron regresar a esa, su casa, agobiados por los altos precios de los alquileres y temiendo que la vivienda fuera usurpada. Jorge afirma que el lugar sigue como estaba, tuvo unos retoques de pintura y piensa en levantar una pared para dividir la pieza de los chicos

Le pregunto a este hombre si fue duro para su hijo regresar al hogar. Pero me contesta que no, que Cristian está bien gracias al acompañamiento de sus nuevos hermanos, Maximiliano, de 15, y Ludmila, de 10, hijos de la pareja actual de Jorge.

Nueva vida

Cristian está cursando el 5to. grado en la escuela Villafañe y dice que le cuestan las matemáticas pero que se lleva bien con Lengua. Se nota su timidez, pero ante cada pregunta esboza una sonrisa.

Cuando hablamos de fútbol se suelta más, cuenta que es hincha de Boca y que estaba practicando en La Hidráulica pero que en el invierno dejó porque el entrenamiento terminaba muy tarde. Me confiesa que es un buen defensor, un clásico número 2 que se hace fuerte atrás.

Los fines de semana, Cristian le ayuda a Jorge en algunas tareas agropecuarias, pero más que nada el jovencito se divierte en el campo, monta a caballo y disfruta el día.

Aunque Jorge sabe lo que quiere para su hijo: “Él sabe que tiene que seguir los estudios, voy a hacer todo para que Cristian como sus hermanitos tengan los estudios que yo no tuve”.

La masacre

En la madrugada del 3 de diciembre de 2006, Hugo "El Churrero" Mendoza, que en ese momento tenía 17 años, ingresó la vivienda de los Paz, de la que era vecino, y terminó con la vida de cuatro de sus integrantes.

Su propósito era robar pero se vio sorprendido por la madre de la familia, Alejandra Rodríguez de Paz, a la que asesinó tras varias puñaladas. Luego hizo lo mismo con Vanesa Alejandra Paz (13), a quien abusó sexualmente y luego terminó con las vidas de Jorge Ezequiel (9 años) y Rocío Belén (de 7). 

Mendoza fue detenido cerca del mediodía, había manchas de sangre que iban desde la casa de los Paz hasta la suya. Confesó días después. La Justicia lo condenó a 14 años de prisión.