La presidenta Cristina Fernández fue diagnosticada hoy con una "colección subdural crónica", un cuadro derivado de un traumatismo de cráneo que sufrió el 12 de agosto último y por el cual se le indicó un mes de reposo.

La Asociación Argentina de Neurociencia, a través de su órgano de difusión, publicó en 2010 un artículo referido a dicho diagnóstico, su tratamiento y las complicaciones que puede traer para una persona.

En dicha publicación explica que la colección o hematoma subdural crónico "corresponde a una entidad reconocida desde hace mucho tiempo", y que ya desde 1857 se la definía como una "paquimeningitis hemorrágica interna".

El médico cirujano Fernando Iglesia dijo que los "hematomas subdurales ocurren cuando se junta sangre en espacio subdural, entre la duramadre y la piamadre, dos de las capas que recubren el cerebro, y los síntomas aparecen entre la semana y el mes desde que se produjo el traumatismo".

"Generalmente, se dan en gente adulta que tiene un traumatismo leve", completó el cirujano. Precisamente, la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos define la colección subdural postraumática o postquirúrgica, habitualmente denominada higroma, como "una acumulación ˜vieja˜ de sangre y de productos de la descomposición de la sangre localizada entre la superficie del cerebro y su capa más exterior (duramadre)".

En general, la edad promedio de las personas que sufren dicho problema es de 62 a 75 años, aunque se da con más frecuencia en los mayores de 70.

Causas

La referencia médica explica que este tipo de hematomas que se le diagnosticó a la Presidenta como secuela del golpe que sufrió el 12 de agosto, se desarrolla "cuando las diminutas venas que corren entre la duramadre y la superficie del cerebro (venas emisarias) se rompen y dejan escapar sangre, generalmente como resultado de un traumatismo craneal leve".

También se explicita el sentido del diagnóstico "acumulación subdural crónica", tal como lo refirió el comunicado del médico presidencial y manifiesta que "la sangre se escapa lentamente desde las venas con el tiempo o se deja que una hemorragia rápida se cure por sí sola".

Por último, la Biblioteca señala que, en algunos casos, "es posible que no se presenten síntomas", aunque aclara que "dependiendo del tamaño del hematoma y de dónde éste ejerza presión sobre el cerebro, se pueden presentar cualquiera de los siguientes síntomas: confusión o coma, disminución de la memoria, dificultad al hablar o deglutir, dificultad para caminar, somnolencia, dolores de cabeza, crisis epiléptica o dificultad o insensibilidad en brazos, piernas, rostro".

La Revista Argentina de Neurociencia completó que "se considera que a partir de un traumatismo encéfalocraneano se produce un sangrado a nivel subdural; éste desencadena un proceso inflamatorio local en la duramadre, con proliferación celular reactiva que determina la formación de una membrana externa vascularizada y una membrana interna avascula".

Asimismo, dicho artículo explica que "si bien este proceso inflamatorio tiene como objetivo reabsorber el sangrado, se producen fenómenos locales en algunos pacientes, por motivos no aclarados completamente, que hacen que el hematoma crezca". Existen diversos tratamientos para el cuadro descrito, que van desde intervenciones quirúrgicas hasta no quirúrgicas.

Entre las primeras, se mencionan las de orificio de trepano, Twist Drill (taladro manual) y la craniotomía. En tanto, entre las segundas, figuran los diuréticos osmóticos (sin utilidad actual), utilización de corticoides; y la embolización de la arteria meníngea media, entre otros. (Dyn)