“Estar en el aula docentes y alumnos es irremplazable e indispensable”
Armar clases, realizar videollamadas, responder mails, corregir tareas, mantener contacto con alumnos, sus familias y con directivos. El trabajo docente se multiplicó como consecuencia de la pandemia de coronavirus y al cumplirse los 200 días de la cuarentena, el agotamiento y las consecuencias físicas se hacen presentes, según refirió el profesor de Lengua y literatura en nivel secundario, Pablo Sánchez.  

Para el docente, la tecnología y la posibilidad de las clases virtuales “son apenas un recurso para paliar la situación”, pero el verdadero proceso de enseñanza y aprendizaje se logra en el aula.

- ¿Cómo cambió tu trabajo con la pandemia de coronavirus y la imposibilidad de las clases presenciales?

En mi caso afectó de una manera tremenda, estamos haciendo un esfuerzo enorme desde los equipos directivos, los gabinetes, los docentes, las familias y los chicos y, este es mi punto de vista, y desconfío de los buenos resultados. No sé si sueno muy crítico o muy poco optimista, pero lo que estamos haciendo apunta a algo que nos parece indispensable que es seguir manteniendo el vínculo pedagógico, estar en contacto con los chicos y sus familias, más allá del resultado del aprendizaje, que se hace lo que se puede, desde cada situación particular. A mí particularmente me afectó porque trabajo el doble de horas que antes, porque perdimos esa separación entre el horario laboral y de descanso, estamos hiperconectados, todo el día recibimos y estamos contestando cosas, depende de cada uno delimitar los tiempos y eso después te pasa facturas el cuerpo, los recursos y todo.

- ¿Cómo sería eso en la práctica?

Son horas y horas en la computadora, yo que siempre tuve problemas de cervicales ando con un cuello ortopédico. Uno ya tiene tendinitis de tanto manejar el celular, han colapsado muchos de los recursos de los docentes, estamos al borde, haciendo lo que se puede y es igual de parte de los chicos y las familias.

- ¿Qué otras cosas dejó en evidencia la pandemia?

Era algo que los que estamos en la educación pública ya lo sabíamos, pero por ahí otros sectores desconocía y es la enorme inequidad, la desigualdad en materia social, económica y cultural que tienen los chicos y sus familias. No todos tienen el acceso a las mismas posibilidades tecnológicas y culturales, en ese sentido hay chicos que tienen conectividad y pueden aprovechar al máximo esta virtualidad y en otras familias la conectividad es reducida o nula. Hay hogares en los que tienen un solo celular para todos y el papá se lo tiene que llevar al trabajo, o tienen problemas para cargar y enviar los trabajos y un montón de situaciones.

- ¿Y cómo las fueron resolviendo?

Nos estamos moviendo y haciendo lo que se puede en cada caso. Las preceptoras, que son las que tienen más contactos con las familias, han tendido alguna red entre el profesor y los chicos que no tienen conectividad. Hay alumnos que recurren a un compañero para participar de la clase desde una computadora o hacen que un compañero le mande el trabajo. Así y todo hay graves problemas, incluso hay chicos que no están en su casa, tengo alumnos que han tenido que salir a trabajar para ayudar a sus familias económicamente.

- ¿Ves luz al final de este túnel?

A mi entender la copresencialidad, estar juntos en un aula docentes, alumnos en grupos, es irremplazable e indispensable. La tecnología es un recurso y una herramienta más pero que nunca lo va a reemplazar. Uno se da cuenta que compartir el aquí y el ahora en un aula sirve para saber si el proceso de aprendizaje está yendo bien, con las caras de quién te entiende y quién no. Ahora estamos haciendo algo que intenta paliar la situación pero no va a ser un reemplazo. El proceso de enseñanza-aprendizaje tiene que ser compartido en el aula, debatido y vivido en forma conjunta.