Marisel Bovero es una sanfrancisqueña que se encuentra viviendo, desde hace 7 meses, en Pinerolo, Italia, el segundo país con más contagiados de coronavirus en el mundo. Desde allí, dialogó con El Periódico y contó cómo se vive la pandemia en el país europeo más afectado.  

Pinerolo es una ciudad de la provincia de Torino, de 35.900 habitantes, con un polo industrial importante en la región. Está hermanada con San Francisco, nuestra ciudad, pero además con Gap en Francia, Traunstein en Alemania y Derventa en Bosnia Herzegovina. "Es una zona íntimamente relacionada tanto industrial como comercialmente con China. Se cree que ésta es la principal causa de la entrada del virus, aparte de la gran colectividad oriental en esta zona", comentó Bovero.

Recordó que la cuarentena en Italia se inició el 10 de marzo, pero que el 24 de febrero ya se habían suspendido las clases en las escuelas. "Actualmente fueron suspendidas todas las actividades industriales y sólo funcionan las de servicio o producción de alimentos y de primera necesidad. Ferrari y Fiat anunciaron la incorporación de su personal técnico para ayudar en la fabricación de los respiradores artificiales ya que sólo hay una fábrica en todo el país y fue aumentada en un 500% la fabricación de estos aparatos. Todo el sistema sanitario de Bérgamo está superpoblado y con faltantes de insumos. El cementerio está colapsado, tuvieron que vaciar la capilla interna para alojar los cajones por falta de espacio, los traslados los hace el ejército por falta de medios de transporte. Los distintos pueblos cerca de Bérgamo están custodiados por tropas del ejército como si fuera una zona de guerra, nadie entra ni sale de las zonas rojas", describió.

Dentro de lo malo, al momento de la nota Bovero, como el resto del país, vio con buenos ojos la baja en la cantidad de muertos. "Después de 12 días consecutivos con récords de muertos, 793 muertos sólo el sábado, este lunes fue el segundo que fue en baja, con 651 el domingo y 601 el lunes", contó.

"Es muy triste, no hay nadie en las calles"

A Pinerolo, la mujer la describe como una ciudad "muy tranquila", de esas en las que se puede caminar por la calle "sin miedo". "Cuando yo llegué, hace siete meses, era una ciudad muy tranquila. Hay mucha cantidad de ancianos viviendo como así chicos que van al colegio. Los más grandes van a Torino a las universidades porque acá no hay. Pinerolo se conecta muchísimo con Torino y con Milán y hay algunos que van a estudiar ahí".

"Cuando llegamos acá, si bien es una ciudad chica, tiene de todo. Es tranquila, pero de pronto es como la nada misma, es todo muy triste, muy desolado, no hay nadie en las calles. Hay mucho respeto, sólo están abriendo los supermercados y las farmacias, todos con su barbijo y sus guantes. Lo demás está todo suspendido. Es como haber venido de otro lugar y caer en la nada misma, eso es lo que siento", describió.

"Es como haber venido de otro lugar y caer en la nada misma", describió sanfrancisqueña que vive en Italia

Tras ello, sostuvo: "Entre todas las cosas que se cerraron también los funerales se dejaron de hacer por los contagios. Ni siquiera podés despedir a tus familiares porque no te lo permiten. Vienen a tu casa o al hospital, retiran el cuerpo y no podés ir a las salas, sólo los familiares y uno por vez, y nadie más, es muy triste. Está constantemente la Policía por las calles, tenés que tener un permiso para circular, diciendo que vas a tu trabajo o a tu casa porque sino te hacen una multa de 206 euros para arriba si no tenés ningún justificativo para estar en la calle. Como acá hay muchos departamentos y gente que tiene animales, solamente pueden pasearlos debajo de sus casas y no ir a lo parques. Incluso salir a correr o caminar también está prohibido".

Pese a ello, Bovero aseguró tener fe y pidió conciencia. "Ruego a Dios que esto se solucione, que la gente tome conciencia, que se cuiden, que no tengan miedo, que esto es como una guerra pero distinta. Últimamente estábamos pasando una guerra de uno contra el otro, mucha maldad, mucha injusticia, la mentira, la locura, todo lo que estuvimos viviendo todos estos años ha sido una guerra porque era quién llegaba primero, quién tenía el mejor auto, quién tenía la mejor ropa, quién era la más bella, las más flaca, quién tenía más poder. La soberbia, todo eso para mí es como una guerra. Pero esta guerra es diferente, porque la tenemos que vencer todos juntos y esa es la forma, todos juntos luchando por una misma causa", aseveró.

"Es como haber venido de otro lugar y caer en la nada misma", describió sanfrancisqueña que vive en Italia
Marisel, tiempo atrás, en el centro de Pinerolo, hoy un "desierto".