Comenzó a cantar en “Los llaneros”, junto a su hermano, cuando tenía 16 años. Luego integró el “Trío Los Ángeles” y con ellos grabó su primer disco en Buenos Aires. Cuenta pasado y en detalle, desecha con el dedo índice, la ceniza de su cigarrillo.

Su voz musicaliza la pequeña habitación y suelta imágenes de otros tiempos, paisajes y cantores. Recuerda: “Me llamaron a la mañana, llegué allá a las cinco de la tarde, ensayamos hasta las nueve, comimos y debuté esa noche en la peña El Alero en Córdoba. Yo conocía toda la obra, era hincha de Los Andariegos”.

Quiénes fueron Los Andariegos, es algo que lentamente voy deduciendo mientras Alberto revive una época de la historia argentina. Se entrecruzan anécdotas, libros, canciones, poetas inolvidables; el general Perón y el marxismo, las bombas en los boliches y el exilio. “Con el tiempo, como los tres integrantes eran del PC me tuve que ir. Teníamos amenazas, bombas en las actuaciones. Yo estaba cerca del ERP y de Montoneros; a pesar de no estar afiliado a ningún partido, mi esencia es socialista”.

“Me fui a España, trabajé en pubs de Barcelona y después salió una oportunidad en Montecarlo. Estuve ahí hasta el 80, entonces yo estaba ganando muy bien, pero como dice Borges,no nos une el amor sino el espanto, será por eso que la quiero tanto”. Al rencontrarse con Buenos Aires, asumió una batalla perdida y se fue a vivir ala zona de Bragado, donde trabajó y dirigió el coro infantil. “Es obvio que yo dije cosas cuando no se podían decir. Con 69 años, tengo la sensación de que no pude darles la posibilidad con los que lucharon en aquel tiempo; ellos seguramente podrían ser los dirigentes de hoy”.

Al parecer más tarde volvió a Buenos Aires.Quién sabe la cantidad de paisajes que habrán alimentado su grandiosa inspiración y su historia que hoy vuelve al lugar donde comenzó.

- ¿Cómo se siente acá?

-Estoy bien, con gente querida, se está armando un grupo de personas lindas. He compuesto ocho temas desde que llegué. Quise trabajar cuando volví, presenté un proyecto en la dirección de cultura y me lo rechazaron, por eso actualmente estoy enseñando y  la gente tiene que pagar. Mi idea era seguir con aquella historia de que lo popular tiene que insertarse dentro de la juventud. Las direcciones de cultura se han convertido en agencias de contrataciones; en lugar deusar la plata para el desarrollo de lo local, contratan artistas y los traen para justificar su trabajo.

-¿Y los escenarios?

-Se ha instaurado esta cultura de lo ajeno, nosotros bien podríamos parecernos más a nosotros mismos, en lugar de imitar actitudes extranjeras. Aquel que paga una entrada quiere que lo diviertan y yo nunca lo hice ni lo voy a hacer. 

-¿Cómo ve la realidad de los artistas que hoy quieren proponer alternativas diferentes?

-Es un drama. Recuerdo que cuando me fui de aquí, conocí gente que era habitante de las peñas, trabajaban jueves, viernes, sábado y domingo. Se podía vivir laburando y estudiando. Hoy los jóvenes tienen que pagar para actuar. Aquí en San Francisco, se debe generar un espacio. Si no trasciende desde el boca a boca, dentro de dos o tres generaciones la música popular argentina va a ser una memoria perdida.

-¿Habla de la música popular como algodefinido de una vez y para siempre?

-Es como el árbol, las raíces están bajo tierra, reverdece en cada primavera, lo que va cambiando son las hojas. Pero si uno sabe qué hay abajo... entonces no tendremos fusiones o cosas que nos quieren vender y no son nuestras. Si la gente quiere comprar eso, que lo compre.Pero amí no me da lo mismo, como decía el poeta Leopoldo Marechal,  “la rima y la rama, la pluma y el plomo”.