Joaquín Salvador Lavado Tejón, conocido popularmente como Quino, llevaba una década trabajando como humorista gráfico: en 1954 había hecho su debut en la revista Esto es y luego pasó por otras como Usted, Damas y damitas, Vea y lea. Tenía un gran recorrido en el ámbito publicitario y hasta había publicado su primer libro, "Mundo Quino" (1963), cuando en 1964 lo convocaron para trabajar en un proyecto que cambiaría para siempre su vida.

Al escritor y humorista Miguel Brascó lo habían contactado de la agencia Agens Publicidad para que creara una tira de historieta que funcionara como publicidad encubierta de la empresa de electrodoméstico Mansfield y como había trabajado con Quino en otros proyectos, no dudó en derivarle esta labor, ya que conocía su deseo de hacer una historieta para chicos.

Mafalda, la nena rebelde, inteligente y observadora que se volvió un clásico argentino

Así fue como el artista mendocino puso manos a la obra con dos indicaciones que debía cumplir sí o sí: que sus dibujos mostraran algunos electrodomésticos y que el nombre de la protagonista comenzara con “M”, como la marca. Con estas pautas creó una familia tipo de clase media, compuesta por un matrimonio y dos hijos: un nene y una nena, que se convertiría en la figura principal y fue bautizada como Mafalda a raíz de la novela "Dar la cara", de David Viñas, en la que aparece un bebé con dicho nombre y al dibujante le pareció simpático.

Finalmente, la compañía no pudo ser llevada a cabo, ya que la agencia presentó la tira en el diario Clarín, donde se negaron a publicarla tras descubrir su objetivo. Luego Brascó publicó tres de las tiras en la revista Leoplán, que el mismo dirigía, hasta que finalmente el 29 de septiembre de 1964 Mafalda se publicó sin fines publicitarios en la revista Primera Plana, dirigida por Julián Delgado.

De a poco, Quino se fue despegando de la primera idea de su proyecto y pasó de mostrar la interacción entre Mafalda y su familia para presentar nuevos personajes como sus amigos Felipe, Manolito, Susanita, Miguelito y Libertad y causó no solo en el público infantil, sino que también conquistó a los adultos.

Mafalda era diferente. Con seis años era rebelde, inteligente, observadora y combativa y con sus planteos llevaba a reflexionar a sus lectores sobre la imposiciones sociales, la situación del mundo, las guerras, el vínculo con el dinero y el rol de la mujer, pero también tenía guiños divertidos e infantiles como su odio a la sopa.

"¿Por qué mujer? No lo sé. Al principio uno no se detiene a pensar en esas cosas”, manifestó el dibujante en una entrevista. Y así como no se detuvo en reflexionar sobre el género de su protagonista, tampoco imaginó que su trabajo tomaría la magnitud que tuvo.

Mafalda, la nena rebelde, inteligente y observadora que se volvió un clásico argentino

Cuando era chico, en su Guaymallén natal, Quino soñaba con ser reconocido en todo el mundo y lo logró de la mano de Mafalda, que fue traducida en más de 30 idiomas, convirtiéndose en un fenómeno sin fronteras. "Las tiras de Mafalda están sembradas de tópicos argentinos, y siempre me he preguntado cómo pueden entenderlas en otras culturas", reconoció el autor en una entrevista con el diario El Mundo en España.

Pero luego de casi diez años de éxito total, Quino decidió dejar de dibujar a su simpática creación, argumentando que ya no le quedaban ideas para seguir. "Me costaba mucho esfuerzo no repetirme, sufría con cada entrega. Cuando uno tapa el último cuadrito de una historieta y ya sabe cuál va a ser el final es porque la cosa no va. Y por respeto los lectores y a mis personajes y por mi manera de sentir el trabajo decidí no hacerla más y seguir con el humor que nunca dejé de hacer", expresó el artista mendocino en la última publicación de la tira, que data del 25 de junio de 1973.

Pero más allá de su decisión, su creación se mantuvo vigente. No solo tuvo cientos de reediciones, sino que generó infinidad de merchandising, tuvo dos series de animadas y forma parte del inconsciente colectivo de los argentinos. (NA)