Por Manuel Ruiz

El oro que baña las paredes de la Academia de Arte y Expresión donde Daiana Nanzer se formó como deportista no vino de arriba. Es el producto de una carrera llena de esfuerzos y de llevar al máximo nivel un don innato que Nanzer supo desarrollar casi a ciegas desde un páramo, como San Francisco, que por aquellos tiempos desconocía qué era eso de la gimnasia aeróbica deportiva. Disciplina que Diana, con el apoyo inconmensurable de su familia, puso en el radar a base de un título tras otro hasta convertirse en una referente a nivel mundial en el deporte.

Es tu quinto oro consecutivo en este torneo ¿qué tiene este de especial?

Es una satisfacción enorme porque vengo luchando toda una vida para esto. Le he dedicado toda mi vida a la gimnasia. En el año 2000 cuando viajé a mi primer torneo internacional y no entré a las finales, hice el click y dije: quiero hacer esto el resto de mi vida. Creo que todavía no soy consciente de todo lo que he conseguido, pero de muy chica me puse la meta de que quería ser algo en el deporte, no desde los resultados, pero sí subirme al escenario y hacer mi coreografía de la mejor manera. Y con esa responsabilidad fueron llegando los resultados. Recién en 2011 pude lograr el oro en este torneo que acabo de ganar y este año pude conseguir mi quinto consecutivo. Ser reconocida de esta manera y poder mantenerme en ese lugar es la satisfacción más grande que puedo tener.

¿Cómo manejas esa presión de mantenerte en lo más alto?

Trabajamos mucho la parte mental para que en esos momentos de competencia no te lleguen a influir esas cosas negativas. No hay que olvidarse todo lo previo que uno hizo para eso. El hecho de tener rivales al lado tuyo que te quieren ganar, también te motiva para hacer las cosas más fuerte y mejor.