Esta semana la Asociación El Ceibo cumplió 74 años de vida y Aldo Manzotti es todo un emblema de la institución. El entrenador tiene 58 años y 51 de ellos los pasó ligado al club que lo vio crecer.

Más de la mitad de la historia de El Ceibo lo tiene como protagonista a Monzotti. Cuenta que llegó al club a los 7 años cuando su padre lo llevó a jugar, ese fue el inicio de una vida entera dedicada al básquet.

“Mi relación con El Ceibo empieza cuando mi viejo me trae a jugar, yo tenía 7 años, jugué hasta los 32. A los 17 tuve la posibilidad de irme afuera pero el doctor Marlatto, presidente del club en ese momento, me ofreció agarrar la escuelita para que no me vaya. Y fue una pasión que tenía bien guardada porque pasaron 41 años y todavía estoy acá”, comenta.

Niños y mayores

Luego de unos años como entrenador, Aldo fue por más. Casi sin darse cuenta ya entrenaba a todo el minibásquet del club hasta la primera división. Incluso jugó en primera con chicos que él había entrenado en la división cadetes.

Así lo recuerda: “Yo jugaba en primera con Tomatis, Rossa, Fasetta, Ferrero y los dirigí a todos en cadetes menores”; y agrega: “Antes había más calidad y menos cantidad. La escuelita tenía 35 chicos, pre-mini 25 o 30 también, y hoy hay 75 chicos en escuelita y 60 en premini”.

Los pibes de ayer y de hoy

La realidad social y deportiva cambió, Aldo comenta que actualmente se hace más complicado trabajar con los chicos. “El problema siempre es el espacio físico y se necesitan más entrenadores, es increíble la cantidad de chicos que hay. Los sábados, jugamos con 16 chicos y quedan 40 sin jugar, por eso se hace muy difícil”, ejemplifica.

 Además controlar la disciplina y promover los hábitos deportivos también tiene sus dificultades, las mismas dificultades que hoy atraviesan a todas las instituciones deportivas. “Hay cierta cantidad de chicos que vienen y les gusta aprender y otros que vienen a pasar el rato, pasa que hoy tienen a los clubes como guardería”, resume.

“Hoy hay mucha envidia entre los chicos, no en todos pero hay grupos o camadas que antes no eran así. Yo creo que es por las redes sociales, se escriben cosas entre ellos, cargadas. Eso antes no existía y hoy se reniega porque uno no lo puede controlar. Los líos se arman en Facebook o Whatsapp y después tenemos que resolverlo nosotros acá, es difícil”, expone.

En cuanto a las actividades señala: “Antes el chico vivía más en el club y haciendo deportes, yo me acuerdo que los sábados veníamos a jugar y después íbamos a jugar al futbol, eso hoy se perdió. Los pibes pierden mucho tiempo con las computadoras y los celulares”.

Segunda casa

Aldo pasa muchas horas en el club, dedica mucho tiempo a la formación de los jóvenes. “Es mi segunda casa, aunque mi señora dice que es la primera”, bromea, y añade: “Mi viejo fue jugador, dirigente, hizo el techo de la cancha y del gimnasio. Después seguí yo y mis hijos”.

Hoy me gusta más ayudar a los entrenadores jóvenes que ser entrenador y no me preocupa saber cómo sigo en el futuro porque sé que de alguna u otra forma voy a seguir estando, ya no sé si tanto con los grandes porque a mí me tiran los chiquitos de premini y mini”, asegura.

Se muestra orgulloso de su club. “Siempre fue una contención buena para mí, para mis hijos y para todos los chicos que vienen. Estoy agradecido por las amistades que hice… nací en este club y voy a morir acá”, dijo, emocionado.

51 años en el club y 41 como entrenador, una vida dedicada al deporte y la institución que ama. “A veces uno no piensa en esas cosas. Nunca me jacté como un gran entrenador, sino como un formador de personas porque siempre aposté a los grupos humanos”.

Sus logros

Manzotti dice que su mayor logro fue el campeonato provincial de menores en 1996. “El Final Four lo jugamos en Oliva, yo hacía poco me había recibido como entrenador, era el más joven. En Independiente de Oliva estaba el “Turco” Arduh, en Matienzo Oscar Coronel y en Villa María el “Gordo” Yáñez. Tuvimos la suerte de tener una camada muy buena. En la final le ganamos a Independiente en el suplementario, por un simple, pero son innumerables las cosas lindas que me pasaron acá adentro”, relata.

Nunca contó campeonatos, guardó pocas fotos y confiesa que se arrepiente: “Me arrepiento, siempre se lo digo a mi señora. De haber sabido que iba a seguir tanto hubiera contado los títulos. Nunca me puse a anotar los campeonatos ganados y me arrepiento de no tener fotos de todos los equipos que dirigí, hoy me encuentro con chicos que tuve hace más de veinte años que me saludan y no me acuerdo, me da vergüenza. Nunca me imaginé que iba a estar tanto tiempo en el club”.