En octubre de 2005 el entonces presidente Néstor Kirchner visitó San Francisco en el marco de la exposición anual de la Sociedad Rural. Pero más allá de los dirigentes y aduladores de turno había un jovencito que lo esperaba ansioso. Era Ezequiel Gaviglio, el actual delantero de Sportivo Belgrano, que en ese tiempo tenía solo 17 años, era alumno de la escuela Ravetti  y tenía un objetivo particular para acercarse al mandatario.

“Era muy juanete en el colegio-contó Ezequiel-, siempre me ponían amonestaciones y el colegio te prohibía jugar los intercolegiales por mala conducta. Todos los años pasaba lo mismo, no me dejaron jugar la instancia local y los chicos habían pasado al provincial. El profesor de educación física quería que integre el equipo pero la directora Graciela Giordano pero no me dejaba”.

El pedido de poder jugar los intercolegiales era diario e insistente, hasta que cansó el humor de la directora: “La única forma de que juegues es que me traigas la firma del Presidente que te autorice a jugar”, le dijo Giordano.

“Se lo dije de máxima, porque me había cansado y pensé que nunca lo iba a lograr”, le confió la ex directiva a El Periódico.

Un colaborador

El día de la visita del Presidente muchos estudiantes de las instituciones educativas de la ciudad fueron a recibirlo, entre ellos estaban los de 5° año de la Ravetti. El plan para que Ezequiel jugara ya había sido proyectado.

“Un amigo se metió entre la multitud, pasó por debajo de las vallas de seguridad y empezó a correr al lado del auto donde iba el Presidente. Llevaba una hoja en blanco doblada en cuatro con una lapicera y le pidió a Kirchner que se la firme”, recordó Ezequiel. “Me la trajo y yo la completé, decía ‘Autorizo a Ezequiel Gaviglio a jugar los intercolegiales y se lo di a la directora. Cuando vio la firma se reía porque sabía que me tenía que dejar jugar y finalmente cumplió con la promesa, me dejó viajar al provincial”.

Entre risas la ex directora reconoció: “Me mostró el papel inmediatamente, no me quedó otra que dejarlo jugar”.

De esta manera, por primera vez en la historia de los intercolegiales locales, un presidente de la República intervino para que un jovencito pudiera jugar. La autorización en cuestión estuvo por mucho tiempo en manos de la ex directora, hasta que en alguna limpieza, como suele suceder, se perdió.