Demetrio Márquez: “Si volviera a nacer, volvería a boxear de nuevo”
Ex boxeador y actual juez de la Comisión de Box de San Francisco, es uno de los referentes en el mundo del boxeo en la ciudad. Comenzó hace más de 55 años en Sportivo Belgrano. “Me trepaba a una planta para ver cómo boxeaban, hasta que pregunté para empezar”, contó.
El boxeo en San Francisco tiene un sinfín de historias, y la de Demetrio Márquez (73) es una de las más destacadas. Fue boxeador durante casi 9 años, se retiró por una lesión y unos años después de vinculó a la Comisión de Box de San Francisco.
Un apasionado. Márquez afirma con orgullo: “Si volviera a nacer, volvería a nacer. Me gusta con locura”.
¿Cómo comenzó su interés en el box?
Empecé a escuchar las peleas por radio. Una de las primeras que escuché fue la de Pascual Pérez, yo tenía 10 años, nunca me voy a olvidar. Sin saber lo que era el boxeo porque en esa época se escuchaba todo por radio, tuve la oportunidad de escuchar muchas peleas en el Luna Park y en el estadio Norte de Rosario.
¿Cuándo empieza a entrenar?
Tenía un amigo que boxeaba, eso me motivó para seguir escuchándolo. Por primera vez, a los 17 años, un tío me invitó a ver una pelea a Sportivo Belgrano, pero yo no tenía dinero para ir y no fui. En ese tiempo Sportivo Belgrano tenía la cancha de básquet por Pueyrredón, me acuerdo que para poder ver el boxeo me subía a una planta. Tenía muchos amigos que boxeaban. Cuando me bajé pregunté con quien había que hablar, hablé con Godoy, de La Milka. Me dijo que vaya y me lleve un par de zapatillas, vendas y un pantalón para empezar.
¿Y su primera pelea?
La primera vez fue cuando uno me dice “vamos a hacer guantes”. Me pegó hasta debajo de la lengua, me dolía todo el cuerpo después, porque el cuerpo no estaba acostumbrado.
“A mi papá lo tenía engañado que iba a hacer gimnasia, porque no quería que vaya”.
¿Cómo continuó su carrera?
Hice varias peleas amateurs, peleábamos en la zona, San Jorge, Sastre, María Juana. Teníamos peleas cada 15 días o a veces todas las semanas. Ahora no, es muy distinto. Lo que no me gustaba era que en esa época no había un reglamento estricto como ahora, ahora si no tenés todas las cosas en orden no podés pelear. En esa época te señalaban con el dedo: “¿Querés pelear?, ¿sí? Bueno, subí”. Así era, la gente se conformaba con eso, pero era un maltrato hacia el boxeador, dejaban pasar muchas cosas, peleaban con 2 o 3 kilos de diferencia. Yo supe pelear en María Juana, yo con 62 kilos con uno de 73, era mucho. Pero no me importaba en ese momento, después uno se da cuenta de la desigualdad, y esa diferencia de kilos por más poca que sea uno lo va sintiendo en el cuerpo.
¿Qué recuerdos tiene de su época como profesional?
Ya de profesional tuve la oportunidad de hacer guantes con Nicolino Locche, de conocer a Ringo Bonavena, he ido a San Juan, Rosario. En ese tiempo “Goyo” Peralta peleaba con Bonavena, he ido al Chaco, Río Cuarto. Hice unas 100 peleas en total.
“Nunca perdí por nocaut, reconozco que me han pegado, pero me la banqué siempre, sabía hasta dónde llegaba”.
En el profesionalismo… ¿cuáles fueron las peleas más significativas?
Tuve dos que me acuerdo con rivales de afuera, uno Ricardo Lescano, por la categoría Liviano Junior. Gano en la balanza, pero se hace igual y le gano por puntos. Nunca me olvido porque estuve muy ágil, movedizo, ese día me encontré con todas las estrellas, no me encontraba el rival. Después otra en Rosario, me llevaron como carne de cañón, fui solo y sin manager. Los que estaban ahí me preguntaron si quería que me atiendan, yo era un chico de 22 años. Y me avisaron que pegaba fuerte. Lo esperé a que me tiré una mano y me pegó en la frente. Para estudiarlo, como él venía de frente, yo me empecé a mover para los costados y gané por puntos. Saqué ventaja porque pegué más. No tenía una pegada fuerte, pero se sentía.
“A los 15 días de que empecé, peleé con uno que tenía 15 peleas, que ahora no se podría por reglamento. Hice lo que podía y llegué a un empate. Prácticamente yo no tenía noción, me gustaba, pero recién empezaba a practicar”.
Su retiro…
Me retiro a los 26 años, tenía un problema en el brazo derecho en el cartílago y para colmo estaba jodido de la columna. Estábamos haciendo guantes y siempre me pegaba en la nariz y en una me tiro para atrás, siento el ruido de los huesos de la columna. En esa época no había médicos como ahora, el tiempo paso y perdí estabilidad, fuerza, no me movía igual. Después de que terminé el boxeo, seguí en la comisión de boxeo, hice de árbitro pero cuando empecé a usar lentes tuve que dejar. Ahora hace unos cuantos años estoy en la comisión de boxeo, dependemos de Córdoba.
¿Qué le deja el boxeo?
Es como el fútbol para algunos, me deja muchas cosas lindas: primero los amigos y segundo porque uno hace lo que ama. Es lo primordial, si volviera a nacer volvería a boxear, me gusta con locura. Los sábados no salgo a ningún lado para ver boxeo, me gusta ver los detalles.
“En el boxeo es todo al revés de los otros deportes, acá nos agarramos a las piñas y salimos amigos, en los otros se hacen los amigos y terminan a las piñas como enemigos”, dijo Márquez.
Su encuentro con Nicolino Locche
“Solía ver las peleas de Nicolino Locche, ni remotamente pensaba que un día yo iba a pelar con él. Veía las peleas y no le podían pegar, te ponía la cara ahí y no podían, lo miraba por tv y era siempre lo mismo. Cuando vino acá me saqué las ganas y no le pude pegar tampoco… Había que ayudarle a hacer guantes, éramos el ‘Gato’ Cabrera, Aldo Sosa y yo”, recordó Márquez.
“Él estaba de gira porque peleaba por el título al año siguiente, en el 68. Había ido a pelear a varios lados y acá había venido a pelear con Hilario Suarez. Ganó Locche pero fue una pelea muy linda”, agregó.
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Con Ringo Bonavena
“Lo conocí en Unión Social, un tipo macanudo, no era soberbio. Era sencillo, amable, nos sacamos fotos con él después. Claro que en Estados Unidos se peleaban y se decían de todo fuera del ring para vender la pelea, son así allá”, dijó Márquez.
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