Desde hace un año, casi a la par del nacimiento del Hospital de Día “Liliana Fantino”, dependiente de la Clínica Privada de Psiquiatría, nació la huerta, como parte de los talleres que allí se desarrollan.

Lucas Fassio, a cargo del mismo, recordó que esta área nació para aprovechar el espacio libre en el patio. “Nos interesaba ocuparlo para la huerta, probar ese nuevo taller. La idea era trabajara prepararla, de una forma una otra desarrollar la tierra porque estaba muy descuidada, tenía muchos escombros”, explicó.



La siembra se hace primero en cajones y luego se trasplanta.

Sobre cómo fue el trabajo, Fassio indicó que pidieron ayuda al INTA San Francisco buscando nuevos espacios. “Hicimos cajones. A medida que fuimos trabajando sobre los cajones fuimos trasplantando sobre las zonas que estaban mejor cuidadas, donde la tierra era más rica, más potable para la plantación de semillas. Y empezamos hace un año con las semillas de primavera-verano”, añadió.

Semillas

El hombre a cargo aclaró que se buscó “utilizar semillas que después pudiéramos utilizar en las casas y hasta en el mismo hospital de día. Los mismos pacientes una vez que van creciendo las plantas se van llevando. El año pasado, por ejemplo, crecieron muchos tomates y coreanitos así que se llevaron”.

Las semillas corresponden a la temporada primavera-verano


La huerta cuenta con un criadero de lombrices.

Trabajo en equipo

Fassio contó que en el proyecto trabajan todos. “Se buscaba la participación desde sus posibilidades, cada uno aportando lo suyo. Los más jóvenes a lo mejor hacían los trabajos de mayor fuerza, los trabajos más duros; y por otro lado las personas que por ahí no podían, ya sea por sus limitaciones físicas o por sus patologías, hacían los carteles de la siembra o armaban el mapa donde marcaban dónde estaba ubicada cada planta”.

El día a día

Walter, uno de los pacientes, explicó cómo es el trabajo diario: “Todos los días desmalezamos, regamos, preparamos la tierra, le tiramos yerba, verdura, hojas, abono, para que la tierra se ponga linda y que cuando uno siembre pueda nacer la semilla”.

“Regamos a la mañana y a la tarde porque necesita mucha humedad la tierra y la raíz para que siga creciendo porque si no se muere la planta. Y cuidamos la siembra de los gorriones porque se comen la lechuga y la achicoria, los brotes. Cuando sembramos también tapamos la semilla porque también se la comen”, agregó.

Sobre los cultivos, enumeró lechuga, achicoria, perejil, rúcula, acelga, remolacha, zanahoria, lechuga crespa importada colorada y verde, tomate, repollo, coreanito, chaucha, albahaca, romero, entre muchos otros.

La huerta está realizada con materiales reciclados. Hasta las regaderas son artesanales. Y cuenta hasta con un criadero de lombrices para integrar a la tierra.




Así comenzaba el proyecto.
 

Mabel, otra de las pacientes, agregó que desde el taller de arte se hicieron los espantapájaros. “Son para que los gorriones no vengan.  Hicimos dos, una nena y un varón. Lo hicimos con ropa, palos, telas y después les pintamos un poco la cara. Todos trabajamos con esto, vamos rotando, un poco cada uno”.

Objetivo

Beatriz Pastorizo, trabajadora social y otra de las profesionales que se desempeña en el lugar, recalcó que “el objetivo es que todos los talleres tengan objetivos comunes. El taller de arte se articula con el taller de huerta, el taller de música se articula con el de arte y así, trabajan con fines comunes”.

Para la realización de la huerta fue fundamental la ayuda del INTA San Francisco.

Desde el taller de arte se confeccionaron dos espantapájaros.