Tres familias de San Francisco que regresaron del exterior en los últimos días permanecen en cuarentena en sus hogares, en el marco de las medidas preventivas para evitar la propagación del coronavirus. Forman parte de las casi 300 personas que debieron aislarse por 14 días. 

Marisol Gallardo y Marcelo Vanega llegaron de Brasil junto a dos de sus hijas, de 9 y 17 años. Si bien cuando arribaron a San Francisco el país vecino no estaba incluido en la lista de riesgo, de igual manera la familia tomó sus precauciones.

"Volvimos de Brasil el 6 de marzo. Estuvimos en Canasvieiras y no había coronavirus en ese momento. Hace 14 días que volvimos y cuando salió la resolución llamé al 103 y les comuniqué que hacía 11 que habíamos vuelto y les pregunté cómo continuábamos. Primero nos preguntaron si teníamos síntomas, les comuniqué que no, pero que nos parecía que por más que estuviéramos bien teníamos que cumplir", contó Gallardo. 

A ello, Vanega sumó: "Nos organizamos siempre en Brasil con el cuidado que había que tener. Cuando llegamos acá seguíamos con eso porque estando allá no sabíamos bien lo que estaba pasando. Allá en Brasil tomamos recaudos y acá seguimos con el lavado de manos y el alcohol en gel. Y cuando se abrió la resolución de Brasil, ahí llamamos y dijimos que nosotros habíamos arribado de allí, que no teníamos nada, y nos dijeron que teníamos que hacer la cuarentena para cumplir los días que quedaban, hasta este sábado".

Vivir en cuarentena: tres familias de San Francisco cuentan la experiencia
La pareja arribó de Brasil hace unos días

Por el momento, la familia se las viene arreglando bien ya que contaban con reserva de alimentos. Para otras cuestiones cuentan con la ayuda de sus vecinos, con quienes se comunican por teléfono. Para pasar los días, sus hijas hacen las tareas que les encomiendan los docentes por Whatsapp. La televisión y los juegos en familia son otros de los pasatiempos. 

En cuanto al aspecto laboral debieron poner un empleado en la gomería de la familia. "No tenemos contacto con él más que el telefónico", aseguró Gallardo, que agregó: "Queremos que aquellos que se han vuelto de vacaciones se cuiden, no solo por el bien de uno mismo sino por el de los que los rodean, la familia, los amigos. Si no nos cuidamos ahora, después va a ser bastante jodido. Hay que dimensionar que es una pandemia".

"Ni al pasillo del edificio"

Roberto De Ocaña llegó a San Francisco el 10 de marzo y desde ese día está recluido en su departamento donde se quedará hasta el próximo miércoles. Si bien se siente bien de salud y no tiene ningún síntoma de la enfermedad, sabe de la importancia de la cuarentena. 

"Acá estoy hasta el 25. Estoy bien, no tengo ningún síntoma, estoy haciendo algunos trabajitos de la oficina con la computadora y camino de la cocina al balcón y del balcón a la cocina. Mi familia me trae la mercadería que les pido y me la dejan en la puerta. Yo salgo y la busco. Me hago toda la comida aquí, no ha entrado nadie ni he salido para nada, ni al pasillo del edificio", aseguró.

Consciente de la importancia de estar recluido, el hombre bromeó con su situación: "Camino por las paredes, me falta el techo pero aun no lo logro (risas). Es bastante complicado. Tengo Netflix en el televisor, miro mucha tele, hago la comida, duermo y trato de sobrellevarlo. No es fácil pero lo vamos llevando".

Precavido, al llegar habló con su médico. "Soy jubilado. Le pregunté cuál era la situación, que estaba bien. Y me dijo 'no salgas, quedate ahí, si llegás a tener algún síntoma no vengas a la clínica, me llamás'. Pero no he tenido nada, ni estornudos, ni dolor de cabeza, ni de músculos, ni resfrío, absolutamente nada. Estuve en una zona de Italia debajo de Milán, a 100 kilómetros, y ahí no había ningún antecedente. Estuve visitando a mi hermano que está en la montaña, y está bastante arriba. Hay muy poca gente en ese sector. Yo alcancé a salir de Milán a Barcelona y cuando llegué ahí me manda un mensaje mi hermano y me dice 'te fuiste justo, acaba de salir el decreto del presidente donde se cierran todas la fronteras'", comentó.

Con videollamadas

Otro caso similar es el de Inés Cáffaro y su hijo Lucio, que regresaron hace algunos días de Estados Unidos y se recluyeron en su casa, debiendo alejarse del resto de la familia.

"Estamos en cuarentena hasta fin de mes. Los alimentos y todo lo que vamos necesitando para la vida cotidiana nos lo alcanza mi pareja. Deja las bolsas en la puerta y nos vemos por la ventana. Afortunadamente existe la tecnología que nos mantiene en contacto, tanto cuando estábamos en el exterior como ahora", contó Cáffaro.

Luego, la mujer añadió: "Al no poder salir obviamente no me reúno con nadie, pero a través del teléfono hablamos con gente de acá o de otras ciudades. Y así estamos acompañados. Principalmente con mi hija menor, que es a quien más afecta este aislamiento, con videollamadas pasamos mucho tiempo y nos contamos las cosas cotidianas".

Por el momento, Inés pasa el tiempo haciendo las cosas del hogar: "Como venimos de viaje, y mi hijo estuvo tres meses y medio afuera, tengo muchísima ropa para lavar. Aunque sea nueva voy lavando todo, por las dudas. También estoy hecha una cocinera, tengo más tiempo y ganas de preparar cosas ricas. En esos meses mi hijo empezó a extrañar la comida casera aunque no tenga yo demasiadas aptitudes culinarias (risas). El teléfono está siempre a full, eso también implica tiempo, miro televisión, leo, limpio, en fin, siempre hay algo para hacer en la casa".

Respecto a la opinión que le merece la situación, es consciente de la necesidad de prevenir. "Supongo que nos tomó a todos por sorpresa, lo que en enero parecía algo que ocurría solo en China se expandió por el mundo más rápido de lo que esperaban y al ser algo nuevo generó preocupación y en muchos casos miedo. Supongo que están bien todas las medidas anunciadas. Al llegar al aeropuerto entregamos una declaración jurada donde detallamos los lugares donde estuvimos y si teníamos algún síntoma, pero nadie nos tomó temperatura. Sólo nos dijeron que teníamos que hacer cuarentena obligatoria y nos ofrecieron alcohol en gel para ponernos en las manos. Nadie preguntó de qué manera llegaríamos a nuestros hogares", explicó Inés.

Seguidamente contó cómo siguieron las cosas en la ciudad: "Acá nos aislamos por estas dos semanas. Si bien el Gobierno tiene la información de mi pasaje por la agencia de viajes, mi pareja desde acá y yo desde allá estuvimos consultando de manera oficial. Salvo eso, nadie tomó contacto con nosotros para darnos indicaciones, saber si necesitamos algo o si tenemos síntomas".

"Por suerte todo está bien, van pasando los días y ojalá, en un tiempo, contemos esta experiencia como una anécdota más. Me parece que la mayoría de la gente toma conciencia, se cuida y cuida al otro, es la mejor demostración de amor", finalizó.