A 30 años del doble campeonato obtenido por Sportivo Belgrano en la Liga Cordobesa de Fútbol, el arquero de la gran hazaña del 88, Eduardo Piergentile, recordó una época que quedó marcada en la historia del club de barrio Alberione.

Piergentile fue el arquero titular de Sportivo desde 1985 a 1989. Fue campeón en el 87 y el 88. También en esos años, siendo arquero, fue elegido mejor futbolista de San Francisco y mantuvo la valla invicta de la “verde” durante 877 minutos (casi 10 partidos).

¿Cómo fueron tus comienzos como arquero?

Yo jugué al Baby en Estrella del Sur, ocho años y siempre al arco. Tuve alguna intención de jugar de delantero pero la cosa no iba. En esa época era puro amor por la pelota, se jugaba sin alambrado, venían los padres y dejaban la bici al costado. No había árbitros, recuerdo que sólo dirigía un delegado en la Primera y para los más chicos buscaban a alguien que esté por ahí que quiera dirigir.

¿Cómo llegás a Sportivo?

Terminé el Baby y al poquito tiempo, jugué en la vieja liga amateur para Deportivo Ferroviarios y después ya me convocaron los directivos de Sportivo para probarme. Arranqué en el año 78 con 17 años, ese año ya estuve en el plantel de Primera como tercer arquero. Ahí comencé mi carrera en Sportivo, el club donde todos pretendíamos jugar, tan siquiera en la Reserva.

¿Cómo te afianzaste como arquero de Sportivo?

Tuve varias etapas. A fines del 80, juego un torneo completo como arquero titular. Nos fue muy bien, jugamos contra el gran Racing de Córdoba que después tuvo trascendencia nacional. A fines del 82 me voy al servicio militar, me daban permiso para entrenar en la medida que se podía. Ahí sigo estando, pero no juego por el servicio. En el 83 y 84 estuve como segundo arquero, ahí vinieron el “mono” Guibaudo, Roberto Del Prete, Iván Sopegno de Los Andes, yo era suplente de él. En el año 85 la dirigencia me dice esto: “Piergentile te vamos a dar la oportunidad para que seas titular de vuelta, te vamos a dar 6 partidos para que demuestres si realmente acá tenemos el arquero”. Aproveché esa oportunidad y agarré la titularidad hasta el 89.

¿Quién fue tu gran maestro?

Mi gran maestro fue Raúl Navarro, él me terminó de armar como arquero. Estaba horneado, pero faltaba dar el toque. Si bien ya había jugado en Primera y conocía muchas cosas, había otros conceptos que no los tenía claros, eso me hizo afianzarme como arquero y entrar a la cancha tranquilo. Un arquero tranquilo te resuelve las cosas como si estuviera en el patio de su casa, un arquero nervioso la complica mucho porque capaz que el arquero interviene una o dos veces, pero si se equivoca es un partido perdido.

“Nelsi luchaba hasta para conseguir una garrafa para que el jugador se sienta bien con su familia en su casa. Hasta en eso luchaba, son detalles, muchos detalles que se producen en el transcurso de la semana que si los dejás pasar el domingo el grupo no llega unido…”

¿Qué recordás del año 1988 y los títulos obtenidos?

Conformamos un gran grupo donde tuvimos logros muy importantes. En el 88 fue el mejor año deportivo de mi vida y también del club porque conseguimos el doble campeonato. El Oficial Copa Gobernación y después ganamos el doble campeón. Logro que fue la única vez que Sportivo lo obtuvo en su trayectoria.

¿Quién fue el conductor de ese equipo?

Fue un año buenísimo de la mano de Nelsi Mina. En la obtención siempre hay protagonistas, el gran cerebro de ese equipo fue Nelsi y nosotros un grupo humano que entendió todo... No se sale campeón de casualidad, salir campeón implica muchas cosas y un gran conductor como fue Nelsi nos unió como grupo y nos hizo entender que muchas veces vale perder una práctica o dos, pero limamos asperezas, y eso es terriblemente fundamental.

Ese grupo era especial…

Armar un grupo humano no es sencillo y ese grupo que ganó dos campeonatos fue un grupo extraordinario, desde todo punto de vista. En el aspecto humano, deportivo y el gran conductor fue Nelsi. Jugadores 99% locales que tirábamos todos del carro y conseguimos el objetivo que nos dio la posibilidad de mostrar que se pueden lograr cosas con un grupo unido, fuerte mentalmente, anímicamente, bien preparado y con un conductor que la tenía clara, que luchaba a la par nuestra.

“De cinco campeonatos, ganamos tres y llegamos a dos finales. Hay que llegar a las finales también, ese es otro detalle muy importante”

Tuviese la valla invicta casi seis meses…

Tuvimos 877 minutos la valla invicta, casi 10 partidos y eso tampoco es casualidad. Te podés salvar un partido, dos, pero diez no. Hay un trabajo, una coordinación, una puesta a punto, una mentalización y un trabajo que no se ve pero que existe para semejante logro.

¿Era un grupo muy identificado con el club y con la ciudad?

Era fundamental el amor a la camiseta. Nos decían “che, no van a cobrar”, no importa y jugábamos lo mismo. Íbamos a Córdoba sabiendo que no ganábamos un peso y jugábamos por amor a la camiseta, poníamos todo. Le dábamos para adelante porque queríamos al club y teníamos sentido de pertenencia. Hoy se ha profesionalizado mucho y los jugadores dejan lo que tiene que dejar, pero el que es de afuera termina siendo un ave de paso. No es lo mismo, deja todo, pero cuando llegan los últimos días de contrato está pensando a dónde ir. Nosotros queríamos quedarnos acá y queríamos salir campeones acá con Sportivo. Eso se ve, yo voy a la tribuna y todo eso se nota.

Eduardo Piergentile: “1988 fue el mejor año deportivo de mi vida y también del club”

El día que Willington jugó en la reserva contra Sportivo

“En la Liga Cordobesa era lindos hasta los partidos de reserva, recuerdo que yo iba temprano a la cancha para ver el partido de reserva porque los equipos de Córdoba traían jugadores buenos hasta en reserva”, contó Eduardo.

“Imagínate que en 1978 jugó Daniel Willington acá en la reserva de Talleres. Ya en sus últimos años de carrera, pero era Willington, traían jugadores profesionales que se movían en reserva. La Liga estaba en su máximo esplendor”, agregó.