Todo comenzó un día en que Julieta Fernández salió junto a su hija a dar un paseo a la plaza, a pocas semanas de declarada la pandemia, pero un policía las echó del lugar. Alegando la disposición municipal que establecía que sólo se podía transitar pero no permanecer en los espacios públicos, les pidió que se retirasen. La imposibilidad de poder utilizar los juegos le abrió la cabeza a Fernández que decidió ponerse manos a la obra para llevar la plaza al patio de su casa. 

“Soy kinesióloga, no soy artesana, nada que ver”, aclaró, pese a que hace unos días se anotó para participar de las ferias del Paseo de los Artesanos. 

Seguidamente, recordó cómo llegó a fabricar hamacas y cómo las mismas fueron mutando dando lugar a nuevos modelos. “Al principio de la pandemia llevábamos un mes encerrados y mi hija me dice de ir a pasear un rato a la plaza, cuando se empezó a abrir un poco la situación. Estaban todos los juegos con cintano se podían tocar, no se podían usar, los de la plaza Cívica eran los únicos que no habían encintado, entonces estábamos ahí y un policía nos echó, nos dijo que no se podía estar en la plaza, que solo se podía estar si se caminaba. Mi hija es amante de las hamacas y de las plazas, se vino llorando”, recordó Fernández. 

Con neumáticos 

Ahí comenzó todo: “Le dije ‘vamos a armar juegos en casa’, pero cómo los armás. Entonces le dije que íbamos a empezar a hacer una hamaca en el patio. Justo mi marido había cambiado los neumáticos de la camioneta y yo tenía unas sogas, así que le dije que no se preocupara. Por lo menos teníamos un árbol. Así empezamos, haciéndole agujeros al neumático, pero cuando llovía se llenaba de agua y mi hija estaba preocupada por los mosquitos y el dengue. Entonces empecé a buscar en Pinterest otras formas de hacer hamacas y llegué a un video de Youtube en donde reciclaban neumáticos y los forraban con telas”. 

De la plaza al patio de casa 

Así fue que con friselina que había sobrado de unos disfraces que había hecho para la escuela y con totora, junto a sus conocimientos en tejido que heredó de su abuela se puso manos a la obra. 

“Empezamos a darle forma, primero para revestir el neumático. Lo limpiamos, lo secamos, empezamos a ver con qué forrarlo, tengo hasta la pistolita, todo para manualidades, y empezamos así, con mi hija, dándole forma. Yo sé tejer, tejo chalecos, gorros y pañoletas para los hijos de mis amigas o para mis sobrinos, pero lo hago de hobby, porque mi abuela me enseñó a tejer. Y forramos el neumático”, reveló Fernández. 

Pero faltaba el asiento: “Como yo tejo con totora, había comprado porque quería hacerle una cucha a los perros que nunca hice. Así que le dije a mi hija que iba a tratar de tejer para cerrar el agujero y así fue que empecé. Lo cerré. Y tenía unas sogas de cuando me había mudado y con eso la até. Después de a poco le fuimos dando otra forma más segura porque los nudos se sueltan”. 

Con el primer modelo hecho llegaron los pedidos. “Empecé a hacer para mi sobrina, porque a mi hermana le gustó, porque llega un momento en que los chicos ya no quieren ningún juguete de la casaDespués le hice una a la nena de una amiga, que es más chiquitita, y a esa le deje los agujeros para los pies. Después de mi sobrina empecé con nenes de mis amigas, a mandárselas por encomienda, porque estaba todo cerrado. Yo soy de Córdoba, hace seis años que vivo en San Francisco. Entonces al no poder viajar, las mandaba por encomienda”, rememoró. 

De su casa a las ferias 

Después de que una amiga le sugiriera que empezara a fabricar en mayor cantidad para analizar la respuesta de la gente, todo fue un éxito: “Entonces hice un par más y me las sacaron de las manos. Las que tenía las publiqué en Facebook y volaron. Esto empezó el año pasado, para el Día del Niño mis amigas me pidieron y después hice un poco más para Navidad, pero se acabaron me seguían pidiendo”. 

De la plaza al patio de casa 

De esta forma decidió crear una cuenta de Instagram, y poco después sumarse al Paseo de los Artesanos. “Mis amigas me decían que hiciera que querían me hice la página de Instagram y una señora me contactó y me dijo que existía el Paseo de los Artesanos, si no quería mostrar lo que yo hacía. Así que hablé  con mi papá que es carpinterole dije que no daba abasto con las hamacas recicladassi me podía hacer un par de hamacas de madera. Y él se puso. Una paciente me las pinta y mi marido las barniza. Y así tengo variedad para el que gusta de la clásica. Aunque la clásica no sale mucho, la tengo por las dudas. Las que más salen son las recicladas. A la reciclada podés golpearla contra el árbol y rebota, no hay riesgo de golpearse. Y tiene otra forma de hamacarse, porque podés girar”, manifestó. 

Contacto 

Las hamacas pueden apreciarse y conseguirse a través de la cuenta de Instagram @altalena_hamacasycolumpios o al teléfono 351 6163866.