Un año antes de finalizar sus estudios secundarios, José Francisco Passamonte (71)  empezaba a inmiscuirse en la empresa de su padre y su tío (de apellido Boglione), la que con el tiempo heredaría. Siempre dedicada a la venta de áridos, cuando José se convirtió en uno más del negocio al finalizar la escuela, la sociedad familiar ya comenzaba a tener su primer corralón por calle Dante Alighieri al 1600, a metros de Avenida del Libertador (S).

Hoy pese a estar jubilado, Passamonte, quien tomó la empresa en 1989 –al fallecer su padre y disolverse la sociedad- no deja de ir al negocio: “No tengo necesidad de trabajar pero son 130 familias que viven de esto y tratamos de mantenernos por todos los medios en un año tan difícil”, reconoció en una entrevista con El Periódico.

¿Debió pagar derecho de piso cuando ingresó a la empresa de su padre?

Había que hacer de todo. La empresa se afianza con una modalidad distinta a lo que estaba acostumbrada la gente en ese momento porque lo nuestro era entregar el material fraccionado en la obra de construcción, en el lugar de trabajo. Somos una empresa más de servicio que de comercio y eso nos permitió tener vigencia tantos años.

¿Cuándo empieza la consolidación?

Mi padre en esa época había sido un visionario. Nosotros arrancamos con el despegue de San Francisco, cuando empezaba a notarse esa efervescencia industrial y comercial. El centro de la ciudad era la zona donde venían de muchos lugares a proveerse de varias cosas. Nuestros primeros clientes eran obras grandes, barrios que se empezaron a hacer y que necesitaban volúmenes de entrega importantes.

¿Qué épocas duras recuerda?

Hemos vivido de 1962 hasta acá una cantidad de modelos políticos y económicos. Hiperinflación, recesión, problemas sociales de todo tipo. Lo más comprometido que estuve fue cuando me inicié solo, cuando murió mi padre y la esposa de Boglione. Era una empresa colectiva bien constituida. Había que hacer una reformulación y se dividió la sociedad. Era el único varón y mi hermana y mi madre me dieron la posibilidad de seguir adelante con la empresa.

¿Qué año fue eso?

En 1989.

Difícil año para arrancar solo…

Ese momento fue terrible, arrancamos el 1º de marzo y a los tres meses vino la hiperinflación. Tengo que reconocer que el prestigio ganado por la empresa en el mercado de la ciudad generó que la gente nos apoye mucho ya que siguió confiando a la hora de dejar pago los materiales para construir, lo que me fue ayudando y me trajo la obligación de crecer para cumplir con los compromisos asumidos. El crecimiento de la empresa se basó en comprar máquinas, camiones y tener personas que los manejen.

¿Cómo se sale de las épocas difíciles?

San Francisco siempre tuvo una capacidad especial para rehacerse y la sigue teniendo.

¿Dónde lo nota?

En la idiosincrasia que tenemos, mayormente piamonteses, gente de mucho trabajo, que no tira la toalla así nomás y comprometida con la comunidad.

Le pregunté por las malas épocas, ahora recuérdeme las buenas.

Hubo una época mucho tiempo atrás donde se había podido lograr una estabilización, donde no había inflación. Estuvimos dos años y pico facturando una bolsa de cemento al mismo precio.

¿Existió una época así?

(Risas) Fue a finales de la década del sesenta e inicios del setenta.

Después del famoso corralito, tipo año 2005, hubo una muy buena época para el rubro con el llamado “boom” de la construcción: ¿coincide?

En 2005 la gente se convence de que el ahorro valedero era en ladrillos y propiedades. Había un déficit importante en la ciudad. Es cuando se empiezan a construir edificios, cuando se despereza la ciudad en materia de inversiones.

¿La situación los termina agrandando como negocio?

De ser absolutamente dedicado a los áridos empezamos a tener muchas mini unidades económicas que convergen en el mismo negocio. La parte sanitaria, de abertura, instalaciones, pisos y hasta hormigón elaborado. Trajimos los primeros contenedores a San Francisco, comenzamos a fabricar bloques y a fraccionar materiales. Siempre pensamos en crecer como empresa. Son microemprendimientos dentro de la empresa. Ahora implementamos el bolsón en lo que es una mejora en cuanto a la entrega, la limpieza y que la obra esté más ordenada. Hemos tratado de crecer a medida que la ciudad crecía.

¿Por qué cree que a la gente le cuesta tanto llegar a la vivienda propia: gana poco o los precios son dispares?

Siempre en algún determinado momento hubo planes de vivienda que reacomodaban el déficit habitacional. Los créditos que hay para construir, de no ser alguno integral, son muy caros. De cualquier manera el que maneja su economía, poca o mucha, y le pone empeño a la cosa puede llegar en cuatro o seis años a hacer una casita. Pero a veces el tiempo apremia. De todos modos el déficit habitacional es muy grande.

¿Les ha sido esquivo este 2016?

En lo que va de 2016 hemos tenido dificultades muy grandes. El cambio de gobierno, el fenómeno climático con las lluvias de abril. Tuvimos dos meses sin poder entrar en nuestra arenera y debimos comprar afuera. Hubo barrios que hasta hace poco tiempo no se podía entrar por la rotura de calles con los camiones. Las obras se pararon en un 80 por ciento. De todos modos hoy ya está traccionando.

¿Por qué sigue trabajando pese a estar jubilado?

Me hubiera gustado no tener tanto desgaste en el manejo de la empresa. A mí la empresa me duele, no tengo necesidad de trabajar pero son 130 familias que viven de esto y tratamos de mantenernos por todos los medios. Me desgató mucho este año pero si te dejás ganar por la depresión y el desánimo la cosa se vuelve más difícil.

FICHA

Nombre: José Francisco Passamonte (71)

Empresa: Passamonte Comercial

Rubro: Venta de materiales para la construcción. Soluciones integrales para la construcción.

Local: Av. Rosario de Santa Fe 1265. (03564) 423083-423531-433145-423003.