El próximo 15 de septiembre será un día especial para la NASA. La sonda Cassini, una misión histórica que comenzó hace 20 años se entrará en la atmósfera de Saturno. Se trata de la etapa final de la travesía, en la que esta nave podrá captar desde una posición muy cercana una gran cantidad de información sobre el planeta, antes de evaporarse en el espacio. En lo que duró esta misión, se han enviado más de 25.000 fotos de Saturno y sus lunas.

A unos 1.2bn km de distancia, en un valle a las afueras de Canberra, Glen Nagle y sus colegas escucharán lo que llaman los "susurros" del espacio profundo. "Voy a estar acá durante 24 horas y no voy a dormir", dice entusiasmado.

Nagle trabaja en Canberra Deep Space Communication Complex, también llamado Tidbinbilla tracking station, donde se encuentran 4 atenas que ayudan a seguir y comandar las muchas naves que se lanzan al sistema solar. Manejado por CSIRO, la agencia nacional científica de Australia pero solventado por Nasa, Tidbinbilla es una de las tres estaciones del Deep Space Network de Nasa (las otras se encuentran en California y Madrid). Es allí donde se recibirán las últimas señales radiales que luego serán compartidas con el mundo.

"Seremos los responsables de la última captura de información por parte de Cassini", cuenta Nagle. "Será un momento agridulce". "Nasa no lo puede hacer sin nosotros porque sus estaciones miran la dirección opuesta. Saturno estará dentro de nuestro cielo, en nuestro radio de visión. Es así como se han alineado los planetas.

El papel de los satélites

Los satélites ubicados en Tidbinbilla parecen pequeños a la distancia pero de cerca su tamaño es imponente. El más grande tiene 70 metros de diámetro y 109 a largo de su curvatura y pesa 4 mil toneladas. "Podrías meter una cancha de fútbo americano adentro", dice Nagle.

Cada satélite funciona como una oreja y megáfono gigante. Controlan a las naves espaciales, asegurando su seguridad y recolectando la información que proveen. Los satélites funcionan día y noche, aunque el cielo esté cubierto de nubes.

"En este momento, hay 30 misiones en el sistema solar, es decir, alrededor de 40 naves individuales", dice Nagle. "Nos comunicamos con ellas a través de ondas radiales".

Las naves espaciales reciben y transmiten la data en forma de unos y ceros digitales, de la misma manera que un celular recibe señales de radio, previo a que un software lo convierta en una imagen.

El Deep Space Network (DSN) no controla los satélites dentro de la órbita de la Tierra, aquellos que se usan para las telecomunicaciones, las predicciones metereológicas, los GPS y demás. "Nosotros nos comunicamos solamente con las misiones que navegan por todo el sistema solar".

La misión más lejana, el Voyager 1, está tan lejos de la Tierra que resulta un milagro recibir sus señales. "Ahora Voyager está a 20.7bn km de distancia y se mueve unos 1.4 millones de kilómetros más lejos cada día", explica Nagle, conmovido por esta realidad. Está cuatro veces más lejos que Pluto y se tarda 30 horas para enviar ida y vuelta una señal.

Fuente: La Nación