En un sorprendente hallazgo, fueron descubiertos dos cuerpos perfectamente íntegros, intactos, el de un siervo y su amo, que intentaban escapar de una de las calamidades naturales quizás más famosas de la historia: la erupción del volcán Vesubio en el año 79 d.C., que sepultó totalmente las antiguas ciudades romanas de Pompeya, Herculano y Stabia.

El hallazgo fue anunciado hoy con bombos y platillos por el Ministerio de Bienes Culturales de Italia, que destacó que al revivir la antigua técnica de los calcos de yeso, perfeccionadas, salieron a la luz detalles impresionantes, fruto de excavaciones realizadas en los últimos meses, pese al coronavirus, en las famosas ruinas. Pueden admirarse, en efecto, formas y curvas, lineamientos, pliegues de las túnicas, miembros y las manos con las venas que aún parecen pulsar.

"Estas dos víctimas buscaban quizás refugio en el criptopórtico (como se llamaba en la arquitectura de la antigua Roma un corredor o pasaje cubierto), donde en cambio fueron arrollados por la corriente piroclástica a las 9 de la mañana", explicó Massimo Osanna, director del Parque Arqueológico de Pompeya, que precisó que las dos personas murieron por un shock térmico, como demuestran sus pies y manos, contraídos. "Es una muerte que para nosotros hoy es una fuente de conocimiento increíble", subrayó.

Durante la primera fase de la erupción del Vesubio, cuando la antigua ciudad romana de Pompeya fue totalmente sepultada por lava, las primeras víctimas fueron las que quedaron atrapadas en los ambientes, debido a los derrumbes provocados por el material volcánico. De estas personas solo quedaron los esqueletos. Poco después, cuando la ciudad fue invadida por el flujo piroclástico que llenó los espacios, las personas murieron en forma instantánea, por el shock térmico. Y sus cuerpos se quedaron en la misma posición en la que fueron sorprendidas y atropelladas por la terrible corriente de fuego, como es el caso del siervo y su amo.

Sus dos cuerpos fueron hallados en el área de Civita Giuliana, a 700 metros de Pompeya. Allí en 2017 se descubrió una lujosa vivienda dotada de una gran terraza panorámica con vista al golfo de Nápoles y de Capri y hasta de una caballeriza donde se hallaron restos de tres caballos de raza. Fue debajo de esa terraza, en el criptopórtico, donde ocurrió el nuevo hallazgo.

Este fue posible gracias a la técnica ideada en el siglo XIX por el arqueólogo Giuseppe Fiorelli, inventor del método para realizar los calcos de las víctimas de la erupción. Este prevé colar yeso líquido en las cavidades dejadas por los cuerpos descompuestos en el seno del material volcánico; una vez que el yeso se solidifica, se remueve el terreno que lo rodea para sacar a la luz la forma obtenida. "La arqueología ya no se estudiará en los mármoles o en los bronces, sino sobre los cuerpos de los propios antiguos, raptados por la muerte después de dieciocho siglos de olvido", escribió Fiorelli en febrero de 1863.

Desde entonces, mucha agua pasó bajó el puente. Y hasta hoy en Pompeya se realizaron más de cien calcos, entre los cuales muchos famosos, que pueden verse en vitrinas ubicadas a lo largo del parque arqueológico.

Los cuerpos

Pero los detalles aparecidos en los cuerpos salidos a la luz ahora, gracias al perfeccionamiento de la técnica, revelan mucho más, destacaron. Los arqueólogos, en efecto, pudieron sacar muchas conclusiones. La primera víctima es probablemente un chico de entre 18 y 23 años, de un 1,56 metros de alto. Tiene la cabeza inclinada, con los dientes y los huesos del cráneo aún parcialmente visibles; viste una túnica corta, de la que puede verse la impronta en la parte baja del vientre, con ricos pliegues. Las marcas del tejido sugieren que se trata de una tela pesada, probablemente fibras de lana, un detalle que podría avalar la nueva hipótesis que indica que la erupción, en vez de haber sido el 24 de agosto, en pleno verano, podría haber sido el 24 de octubre.

Por otro lado, la presencia de una seria de aplastamientos vertebrales, inusuales para la joven edad del chico, hace pensar que hacía trabajos pesados y que, muy probablemente, era un esclavo.

Fue durante la realización de este primer calco que lograron descubrirse huesos de un pie, que revelaron la presencia de una segunda víctima. Esta se encuentra en una posición totalmente distinta, pero que ya había sido vista en otros calcos de Pompeya, con las piernas abiertas y las rodillas dobladas, las manos sobre el pecho. La forma del cuerpo, ataviada con un atuendo distinto, que aparece como una capa de lana que utilizaban las personas de la nobleza, sugiere que se trata de un hombre de más edad, de entre 30 y 40 años y de 1,62 metros de alto,.

"Se trata de un descubrimiento realmente excepcional porque por primera vez después de más de 150 años desde el primer uso de la técnica creada por Fiorelli fue posible no solo realizar calcos perfectos de las víctimas, sino también indagar y documentar con nuevas tecnologías las cosas que llevaban en el momento en el que fueron atropellados por los vapores hirvientes de la erupción", dijo Osanna, sin ocultar su entusiasmo, en declaraciones a la agencia Ansa.