Más de un millón de personas han sido ya vacunadas contra el coronavirus en Israel, que cuenta en total con 9 millones de habitantes, por lo que lidera así la clasificación por porcentaje de población vacunada, un 11,55 por ciento. Por detrás, a mucha distancia, están Bahréin, con un 3,49 por ciento de población vacunada, y Reino Unido, que llega al 1,47 por ciento, según los datos recopilados por el portal Our World in Data, vinculado a la Universidad de Oxford.

Israel comenzó la campaña de vacunación el 19 de diciembre y se administra el fármaco a unas 150.000 personas al día, con prioridad para los mayores de 60 años, el personal sanitario y población de riesgo. Utiliza la vacuna de Pfizer y BioNTech.

Estos datos se refieren a las personas que han recibido la primera dosis de la vacuna. La gran mayoría de las vacunas autorizadas requieren de dos dosis administradas con al menos una semana de diferencia.

En comparación, llama la atención la estadística de Francia, que solo había vacunado a 138 personas hasta el 30 de diciembre, mientras que Estados Unidos son 2,78 millones, una cifra en cualquier caso lejana al objetivo declarado de vacunar a 20 millones de personas antes de que terminara el año. La baja tasa en Francia y otros países podría deberse a las reticencias de la población, ya que según una encuesta de Ipsos Global en 15 países, en Francia solo el 40 por ciento de la población estaba dispuesta a vacunarse. En China es el 80 por ciento, el 77 por ciento en Reino Unido y el 69 por ciento en Estados Unidos.

En Israel y según los cálculos del primer ministro Netanyahu, la campaña de vacunación permitiría a Israel levantar las restricciones desde principios de marzo, pocas semanas antes de que se celebren unas nuevas elecciones generales en este país.

Días atrás, el científico israelí Eran Segal del Instituto Weizmann, experto en microbioma, genética, nutrición y aprendizaje automático se refirió a este acelerado proceso de vacunación, y su impacto en conjunto con otras medidas que asegurarían el éxito en mitigar el avance del COVID-19. Según el investigador, “se llegó a una tercera ola y un tercer cierre porque nunca finalizó la segunda ola y aún arrastran la carga de errores: números que aún eran altos cuando se determinó salir del segundo bloqueo o cierre”.

Fuente: Infobae