Los alumnos del nivel primario de Argentina tienen, desde hace 35 años, 12 paros docentes en promedio cada año, según revela un informe del Observatorio Argentinos por la Educación. En 2018, la media a nivel nacional fue de 13 huelgas. En Córdoba, hubo siete paros el año pasado y un promedio de 10 desde 1983 hasta la fecha.

Las tres jurisdicciones con mayor cantidad de huelgas docentes el año pasado fueron Chubut (78 días), Neuquén (53) y Buenos Aires (25). Las provincias con menor cantidad de días de protestas sin asistencia a clases fueron Catamarca, Corrientes, La Pampa, Mendoza, Salta, San Juan, San Luis y Tucumán: en todos los casos fueron tres jornadas.

Los datos surgen del trabajo “¿Cuántos días de paro docente hay en Argentina en el nivel primario?”, de David Jaume, economista e investigador del Banco de México. El informe se basa en un documento de trabajo del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (Cedlas) de la Universidad Nacional de La Plata, donde se recogen las cifras sobre días de paro docente en el primario en cada jurisdicción entre 1983 y 2014. Este nuevo estudio actualiza la información hasta 2018.

Al tomar el promedio anual, las provincias con más días de paro docente desde 1983 hasta 2018 son Neuquén y Santa Cruz (16 días por año cada una), mientras que en Chubut, Jujuy, Río Negro y Tucumán fueron 15 jornadas de huelga en cada caso. Formosa y La Pampa tienen el promedio más bajo en los últimos 35 años: seis días cada una. En Ciudad de Buenos Aires, Misiones y San Luis fueron siete en cada jurisdicción.

Desde 1983 hasta 2018, el año de mayor cantidad de huelgas a nivel nacional fue 1988, con 45 paros. Y los años con menos paros fueron 1984, con dos, y 2015, con cuatro.

Por ley en la Argentina, desde 2003, los ciclos lectivos deben garantizar 180 días de clases en todo el país.

En los últimos 35 años, hubo 10 paros docentes por ciclo lectivo

Provincia por provincia

Según el informe, un estudiante que ingresó a primer grado y realizó su escolaridad en los seis años previstos pasó por 72 días de paro docente. Casi tres meses en seis años o el 40 por ciento de un ciclo lectivo completo de 180 días de clase.

Las cifras varían entre las provincias. Un alumno que empezó la primaria en 2013 en Santa Cruz y egresó en 2018 pasó por 261 días de paros docentes o, lo que es lo mismo, perdió un año y medio de clases (tomando el ciclo lectivo obligatorio). En Chubut tuvieron 208 días en el mismo período; en Tierra del Fuego, 181 días o un ciclo lectivo completo en seis años; y en Neuquén, 169.

En el otro extremo, un alumno que completó los seis años de la primaria en San Luis, tuvo 12 paros docentes; en San Juan, 19, y en La Pampa, 23.

“La evidencia indica que países con más horas de clases no necesariamente obtienen los mejores resultados en pruebas internacionales. Esto se debe, en parte, a que los países difieren en muchísimos más factores que en sus horas de clase. Pero sí existe evidencia clara de que incrementos en las horas y días de clases dentro de un mismo país generan mejoras en los resultados educativos”, sostiene David Jaume.

Y agrega: “No es lo mismo para un niño asistir al colegio y tener horas de clase, que no hacerlo. La formación de capital humano que tiene lugar dentro de los establecimientos educativos pone de manifiesto el rol fundamental de los maestros para mejorar el futuro de sus alumnos. Pero para ello, alumnos y docentes deben reunirse en el aula”.

Guillermina Tiramonti, investigadora del área de Educación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) opina: “El informe da cuenta de la importancia numérica de las huelgas docentes y, a la vez, de lo errático de este fenómeno ya que afecta de modo desigual a las jurisdicciones y presentan una dinámica geográfica y temporal difícil de asociar a alguna situación específica. La huelga está asociada a dos fenómenos que deben ser estudiados: uno, la dificultad política de gobernar el sistema y generar condiciones estables para el funcionamiento de las instituciones escolares y, dos, el impacto de este fenómeno en la calidad de los marcos de socialización y aprendizaje de los alumnos”.

Manuel Becerra, profesor secundario y formador docente, sostiene: “Los docentes no hacemos paro porque nos neguemos a trabajar o a la innovación. Hacemos paro, como recurso de última instancia, para atraer la atención de la ciudadanía y para defender nuestro trabajo. Aquí hay una paradoja: la huelga y, más ampliamente, la conflictividad con nuestros empleadores nos distrae de nuestro trabajo, pero si no hacemos huelga nuestro trabajo entra en peligro. ¿Quién tiene la responsabilidad real de generar buenas condiciones de trabajo, y de educabilidad para nuestros alumnos? Esa, y no otra, es la pregunta por responder entre todos”.

Fuente: La Voz del Interior