“Mi pito quedó distinto y mi mente ya no es la misma, cambiaron las ganas y la frecuencia de orinar. Cambié porque alguien me mutiló, alguien me destrozó”. Dijo la víctima de la mutilación de Brenda Barattini (28), el 25 de noviembre de 2017, en el barrio Nueva Córdoba.
Luego la fiscal se atrevió a preguntar lo que, según el propio damnificado, todos quieren saber: “¿Tiene relaciones?”.
–No puedo. No puedo porque la cabeza no me deja. Siento que me quieren matar si tengo relaciones y el combo está ahí– dijo, en referencia a su miembro viril.
La fiscal fue más específica: “¿Puede tener una erección normal, y su pene puede tener el volumen y la tonicidad de antes?”. S.A.F. respondió: “Y... no, no es el mismo. Cambió el tamaño, todo, la forma de hacer pis, está cortado”.
Brenda Barattini comenzó a ser juzgada ayer en la Cámara 2ª del Crimen de Córdoba. Está acusada por lesiones gravísimas por el vínculo y la alevosía.
Según S.A.F., no sólo ha quedado afectada su parte física. El hombre dijo que también sufre una serie de secuelas psíquicas: estrés postraumático, ataques de pánico diarios, tristeza, evitación de actividades, estado de hiperactividad, incremento de los niveles de sobresalto, crisis de ansiedad, insomnio, dificultades de reconocimiento.
El hombre que ayer prestó declaración sostuvo en varias oportunidades que Brenda quiso matarlo, que lo indujo a un “jueguito”, que quería “darle una sorpresita” y que hizo esto después de preguntarle cómo borrar archivos de su teléfono.
Según su relato, el ataque se produjo luego de que ella le pidió mantener un vínculo con mayor compromiso porque “a ella le pasaban cosas”, según declaró él ante el estrado.
El hombre de 42 años, trabajador de la industria textil, comerciante y miembro de una banda de música, enumeró a pedido del tribunal las pérdidas económicas que sufrió por su cambio de vida.
Según relató, estuvo ocho días en coma inducido (agradeció a médicos y a enfermeras del Hospital de Urgencias) y luego permaneció semanas en su casa con curaciones a cargo de su pareja. Hoy, atraviesa una serie de miedos que le impiden, entre otras cosas, manejar un auto.
“Un ruido”
Respecto al momento de la mutilación, contó que Brenda insistió en verlo para devolverle una batería electrónica. También aseguró que comenzaron a tener relaciones sexuales y ella le pidió taparle los ojos, que quiso atarlo, pero él no se dejó, y que en un momento sintió un segundo de dolor y un ruido que no se atrevió a describir.
S.A.F. relató que quiso escapar, pero ella lo tomaba de la remera y del cabello y no lo dejaba huir. Presionando sobre la herida, encontró una llave y logró abrir la puerta para salir al palier y pedir auxilio. Una vecina, recordó, fue “el primer ser humano” que le dio ayuda. Estaba sobre un charco de sangre, a punto de desmayarse.
Indicó que la mujer y su esposo evitaron que Brenda le arrebatara el celular y así pudo pedir una ambulancia. Le habló a su mejor amigo y también a su pareja, para despedirse y pedirle disculpas porque le había sido infiel.
Varias veces repitió que todo el tiempo sintió que se iba a morir.
Algo que también reiteró ayer fue que no entendía nada sobre el porqué de semejante agresión, sin ningún antecedente y sin ningún reclamo previo. “Todos los días me pregunto por qué pasó eso”, dijo.
Brenda se abstuvo de declarar y dijo: “Por consejo de mis abogados, voy a declarar en la próxima audiencia”.
Fuente: La Voz del Interior.