“¿Qué gusto tiene la sal?”. La pregunta que Carlitos Balá hace a los chicos desde hace décadas es mucho más importante de lo que parece, por la cantidad de sodio que hay en los alimentos que consumen y el crecimiento de una enfermedad grave: la hipertensión arterial, incluso entre los adolescentes y jóvenes.


Es que el aumento de los casos es un problema de salud pública que alarma. Afecta tanto a los adultos, como a jóvenes y niños. Un informe elaborado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), junto con el Centro Científico Tecnológico Tandil y la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC) de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, llegó a la conclusión de que el 6,61% de la población adolescente padece esta patología que afecta a 1 de cada 3 argentinos adultos. 


Según este estudio, la presión arterial elevada fue más prevalente en este grupo de jóvenes que en los niños menores de 10 años; y en los varones más que en las mujeres. Los factores de riesgo más comunes fueron el sedentarismo (50%), el sobrepeso (15,4%), la obesidad abdominal (13,7%), la obesidad (11,5%) y el tabaquismo (6,5%) 


Un trabajo de la Sociedad Argentina de Cardiología, la Federación Argentina Cardiológica y el Consejo Argentino de Hipertensión Arterial, denominado Registro Nacional de hipertensión Arterial (Renata), estableció que la prevalencia de esta patología es del 36,7% en la población, mientras que la misma medición, una década antes, había arrojado una prevalencia del 33,5%.


“Es muy frecuente ver chicos que tienen una inadecuada alimentación, se mueven cada vez menos y hacen un reemplazo de productos naturales por ultraprocesados. No vemos que esto se revierta, al contrario vemos que año a año se intensifica cada vez más, por lo cual demandamos un trabajo en conjunto entre el Estado, la conciencia de los padres y las instituciones educativas.”, le advirtió a El Litoral Virginia Yódice, presidente del Colegio de Graduados en Nutrición de Santa Fe. 


Menos de 5 gr. por día


La hipertensión no significa simplemente un aumento de los valores normales de la tensión arterial. Es la principal causa de accidente cerebrovascular y uno de los más importantes factores de riesgo cardiovascular. Aumenta con los años, pero de forma distinta según el sexo. Por debajo de los 50 años se incrementa más en los hombres que en las mujeres, y luego los valores se equiparan.


Para muchos, la sal es sinónimo de sabor. Sin embargo, decenas de investigaciones científicas alertan sobre los efectos perjudiciales que trae el uso del salero. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que la ingesta máxima no debe superar los 5 gramos por día. También advierte que la mayoría de las personas consumen entre 9 a 12 gramos por día, un factor que influye en las 1.648.000 muertes anuales por enfermedades cardíacas en todo el mundo. 


Según datos del Ministerio de Salud de la Nación, el consumo de sal por persona ronda los 12 gramos diarios. Con esta cifra, la Argentina duplica el consumo de sal que aconseja la OMS. Se calcula que entre el 65% y el 70% de la sal que se consume proviene de los alimentos procesados o industrializados. 

Prevención

“Aunque una persona no padezca de hipertensión, puede beneficiarse al reducir la cantidad de sodio en su dieta: cuanto más baja sea la presión arterial en general, menor será el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas y accidentes. El hecho de que un producto tenga más o menos sodio, no está vinculado solo con el sabor; existen productos alimenticios de sabor dulce que contienen altísimos niveles de sodio”, advirtió la Lic. en Nutrición, Celeste Nessier.


El sabor salado se va aprendiendo desde muy temprana edad, como consecuencia de que gran parte de la población infantil tiene estilos de alimentación poco saludables antes de los 3 años de vida, ya que consumen alimentos con alto contenido en sal como snacks, galletitas, fiambres, empanadas y sándwiches. “Los chicos que consumen altos niveles de sodio tienen aproximadamente un 35% más de probabilidades de tener presión arterial elevada, que los niños que consumen dietas bajas en sodio”, explicó la nutricionista. 

“Si retiramos el salero de nuestra mesa, podemos encontrar numerosas especies aromáticas, condimentos, frutas cítricas y optar por formas de cocción como a la plancha o al horno, que permiten la concentración de sabores”, aconsejó. 

Fuente: El Litoral