Quienes se recuperaron de cualquier tipo de adicción todos los días renuevan su compromiso para mantenerse alejados. Se trata de una lucha permanente que afecta tanto a hombres como mujeres. En esa caída que representan las adicciones en algún momento se toca fondo y ahí se encuentran las familias y muchas instituciones que ofrecen una mejor alternativa de vida.

Uno de esos lugares de recuperación es la comunidad terapéutica Fazenda, oriunda de Brasil pero que ya llega a distintos países, donde estuvieron Jazmín (18), Paulina (25), Jorgelina (41) y su acompañante Kathy. Las cuatro se convirtieron en hermanas ante la adversidad, aunque no comparten lazos de sangre.

Las cuatro estuvieron en San Francisco en el marco de una actividad de la escuela misionera de Fazenda, ya que la entidad tiene un grupo de trabajo en la Parroquia San José Obrero. Cuando les llegó el momento de decir basta y buscaron superar el problema que sufrían pasaron por alguna de sus sedes y ahora estando externalizadas lo que hacen es brindar su testimonio y así prevenir en diferentes ciudades a partir de lo vivido.

Las chicas provienen de diferentes lugares y se conocieron en la adversidad: Jazmín es de Paraguay, Jorgelina de Rafaela, Paulina de Uruguay y su acompañante Kathy está radicada hace unos años en el país, pero es de Brasil.

El caso de Kathy es diferente, ella es la mamá de un joven que ingresó en Brasil a Fazenda y lleva 16 años fuera de ese círculo. Pero las drogas no solo le cambiaron la vida a él sino a ella, que eligió ser voluntaria y formar parte del grupo de personas que están para abrazar y contener cuando las mujeres inician su recuperación.

Acerca del propósito que las trajo a esta zona del país dijeron: “Fazenda propone un año dentro de sus instalaciones y nos invitaron a la escuela misionera donde somos 11 chicas, empezamos en septiembre y estuvimos en localidades cerca de Río Cuarto y también en Corrientes. Contamos nuestra historia, difundiendo lo que es Fazenda y prevenimos sobre las adicciones”.

Largo camino

Todas sufrieron en el mundo de las adicciones y fueron diferentes las causas que las llevaron hasta allí. Si algo tienen en común es que encontraron un motivo para vivir y en ello la religión tuvo una notable incidencia.

Paulina llevaba 10 años con problemas de drogas cuando ingresó a su internación, empezó tomando alcohol y fumando cigarrillos a los 14 y cuatro años después otra droga.

En ese lugar conoció a Jorgelina que ingresó unos meses antes después de caminar errante por el mundo de las drogas durante 25 años.

Mientras hablan con diferentes personas ellas consideran que siguen sanando, vienen a su memoria hechos que las dejaron expuestas a situaciones que nadie debería pasar. En el caso de Jorgelina todo comenzó a los 15 años, avanzó rápidamente y fue para peor.

Jazmín tiene 18 años y cuando fue a Fazenda llevaba cuatro meses consumiendo. Al ser poco tiempo, llegó con la idea de que podría irse en un mes, pero fue descubriendo que existían otras cosas.

Devolver

Kathy las escucha como mamá, ella es una voluntaria y consagrada de Fazenda que las acompaña en este viaje de misionar. Hace 10 años que está involucrada de esta manera, pero conoció el lugar después de entender que su hijo sufría por las adicciones.

“Yo pensaba que tenía una familia feliz, les daba todo a mis hijos. A los 16 años nos mostraron el collar de mi ex pareja y nos dicen que lo vendió por cocaína, el mundo se vino abajo. Cuando preguntamos nos dijo que sí, pero nosotros no veíamos”, contó.

Cómo funciona

La comunidad terapéutica Fazenda tiene tres pilares de funcionamiento: convivencia, espiritualidad y el trabajo. Cada sede tiene una tarea diferente, algunos con la crianza de animales, también huerta y artesanía, por ejemplo. El objetivo es adquirir hábitos nuevos, aprender oficios y tener herramientas para cuando salgan de allí.

Se trata de una comunidad donde la religión tiene mucha presencia. Un grupo que trabaja con ellos es Esperanza Viva, personas en recuperación que todas las semanas se reúnen junto con familiares y voluntarios. Aquí se hace hincapié en cómo seguir alimentando ese nuevo estilo de vida.

Esperanza Viva funciona en la parroquia San José Obrero de San Francisco, las reuniones son los miércoles a las 20 y los contactos de las guías son Mónica Beltramino (3564 619100) y María Cecilia Galli (3564 473534).

Fazenda tiene sedes en diferentes partes, la de mujeres se encuentra en Santa Fe (3496 414531) y la de varones en Morrison, Córdoba (351 7592340).