En medio del Parque Nacional Calilegua, en el oriente de la provincia de Jujuy,Dallas, una mula colorada asoma sus largas orejas por encima de las barras protectoras del camión que la transporta. Relajada, parece disfrutar del verde intenso de la yunga y de sus olores, revitalizada por las lluvias recientes.

Es uno de los equinos que viajaron a San Francisco, en el departamento de Valle Grande, para comenzar a ascender hoy hasta los 1.600 metros, con la única urna que permitirá el voto de 25 electores en el Alto Calilegua, el lugar donde las nubes y los pastizales se abrazan como hermanos.

Los seis animales partieron en la mañana del viernes, a las 10.30, del Regimiento de Infantería de Montaña 20 (RIM 20) de San Salvador de Jujuy y luego de un viaje con paradas varias por necesidades humanas arribaron seis horas más tarde a San Francisco, el pueblo de 600 habitantes atravesado por el río Jordán.

Desde este valle donde se escucha como una condena el sonido eléctrico del generador de energía que abastece al pueblo, desafinando y tapando en parte a las chicharras y los pájaros, tres de estas mulas partieron esta mañana, despedidas como heroínas, hacia la escuela 148 de San Lucas y las otras tres hacia la escuela 130 de Alto Calilegua.

Durmieron en un corralito que les armaron en la Escuela No 35 Dr. Héctor Quintana luego de comer pellets de alfalfa (una especie de croqueta) y cebada.

Un jefe electoral local y un cuadro auxiliar subieron hacia estos dos destinos montados, mientras una tercera mula quedó encargada de llevar parte de la carga y la urna.

En Jujuy, en total son 6 las llamadas "urnas mulares", seis de 1.721 mesas de votación, que llegan a lugares donde no acceden ni las más publicitadas 4x4.

A mula y con un ascenso de 1600 metros: el operativo para llevar una urna a Alto Calilegua

Durazno, Molulo, Abra Mayo, Yala de Monte Carmelo, Valle Colorado y Alto Calilegua son estos recónditos sitios provinciales a los que solo se accede a pie o cabalgando, informó a Télam Manuel Álvarez del Rivero, secretario electoral del juzgado que se encarga de coordinar la elección en Jujuy.

De viaje por la ruta nacional 34 que une, entre otros puntos, San Salvador con Libertador General San Martín las mulas eran, a los ojos de cualquiera, nada más que ganado con algún destino horrible. Algo que no se puede siquiera sugerir a ninguno de sus cuidadores.

"No se las recarga, siempre se las cuida, tienen el lomo delicado, van con sus respectivas mantas", arranca el suboficial mayor Juan Alberto Caballero, jefe de la Sección Baqueanos del RIM 20 de la V Brigada de Montaña.

"Se les hace un amansamiento racional; uno va con el morral, llama al animal con el alimento y cada vez que avanza, se le da, no hay ninguna violencia. Tengo que bañarla, hacerle cariño, mandarla a la peluquería, tusarla (corte de crines). Es un animal dócil, si se le pega, patea", prosigue.

Estos animales jóvenes, de unos seis años, forman parte de esta unidad del Ejército desde hace dos y tienen unos nombres sorprendentes.

Se llaman así: "Remonta Checoslovaca 001 (todo el ganado del Ejército se llama Remonta; 001 es la asignación de la unidad), Remonta Cataluña es 004 (el único macho), la otra es Remonta Dallas 009", explica el sargento primero Diego Bravo.

Este joven militar se presenta como "herrador del RIM 20", pero es más que eso, es casi un traductor de las necesidades e intereses de las mulas.

"Por desgracia los animales no pueden hablar; uno tiene que interpretar todo el tiempo las señales que dan. Eso lleva tiempo, hay que estar viendo constantemente. Si veo una mula a los manotazos, es porque algún problema tiene y hay que averiguarlo", cuenta.

Al primer año lo consideran de adiestramiento. Los amansan, llevan a que se acostumbren a los hombres.

Bravo lo explica así: "Hay que entender que para ellos nosotros somos los cazadores y ellos, la presa. Nos ven como algo malo".

El segundo año es de adiestramiento, les enseñan sus misiones como vadear ríos o escalar montañas para, en este caso, ser parte del operativo logístico de estas elecciones legislativas.

Parte de este adiestramiento es que tengan un buen estado físico para realizar las 8 o 9 horas de marcha que se espera que hagan hoy con su carga a cuesta.

A estos animalitos, mezcla de burro y caballo de silla argentino, el sargento primero los considera bien alimentados y "bastante bien entrenados, pero es recién el primer año de adiestramiento, les falta trabajo".

Durante el viaje las personas encargadas de las custodias realizan varias paradas. A comprar provisiones, a intercambiar saludos e información con los guardaparques de Parques Nacionales, para mirar las artesanías en Aguas Negras, talladas a cuchillo en palo borracho, o para sonreír con el atrevimiento de una urraca de ojos trastornados. Todas formas de descansar de un calor pegajoso.

Pero en todos esos movimientos las mulas quedan como lo que son, animales a la merced de otras decisiones, hasta que se hacen escuchar.