Por sus similitudes, el crimen de Lucio Dupuy, el nene de 5 años asesinado a golpes en La Pampa el viernes 26 de noviembre pasado, y por cuyo crimen fueron detenidas su mamá y la novia de la mujer, recordó en San Francisco y la región el caso de Aaron Peralta, el bebé de 15 meses asesinado a golpes en 2018 en Morteros, por el que su mamá y su padrastro fueron condenados a prisión perpetua en la Cámara del Crimen de San Francisco en 2019.

Si bien en el asesinato de Lucio la investigación recién comienza, por el caso ocurrido en Morteros la Justicia condenó a prisión perpetua a Julieta Gutiérrez (21) Emiliano Álvarez (29) por haber matado a golpes a Aaron, hijo de la mujer. La sentencia determinó que ambos fueron culpables de "homicidio calificado por el vínculo".

En el caso de Morteros, se determinó que el hombre fue autor material del golpe que derivó en la muerte del pequeño, mientras que la madre del niño fue considerada partícipe necesaria. Según la acusación de la fiscal Consuelo Aliaga Díaz, el pequeño Aaron había sufrido un brutal maltrato físico en reiteradas oportunidades entre agosto y octubre de 2018, golpeado con objetos contundentes y recibiendo hasta mordeduras.

En ese contexto, la acusación señaló que la madre del pequeño, además de sus propios actos de maltrato, consintió las agresiones de su novio y concubino Emiliano Álvarez, omitiendo ejercer las obligaciones de protección y cuidado, permitiendo que los castigos se consumaran, prolongaran e intensificaran en el tiempo mediante una reiteración de actos. 

En grave estado

Cabe recordar que Aaron había sido llevado en grave estado, en la mañana del 15 de octubre de 2018, al Hospital Dr. Sauret de Morteros, tras lo cual fue derivado al Hospital Iturraspe de San Francisco y luego al Hospital de Niños de Córdoba, donde finalmente falleció por la noche del mismo día a causa de las lesiones que presentaba.

Los acusados no hicieron declaraciones durante el juicio. Sin embargo, por la incorporación de la declaración anterior se confirmó que ambos negaron el hecho y se acusaron mutuamente de los delitos, asegurando ambos que no habían estado en contacto con el menor la noche en que recibió la última golpiza. 

Gutiérrez afirmó que esa madrugada del lunes 15 de octubre de 2018 ella se encontraba en un boliche, en Brinkmann. Que su pareja se comprometió a quedarse con sus dos hijos y cuidarlos. La mujer aseguró que volvió a su casa por la mañana y que encontró mal a su bebé, por lo que lo llevó al hospital. 

Por su parte, Álvarez negó haber cuidado esa noche a los chicos. Afirmó haber dormido en la casa de su hermano y haber regresado a la mañana, constatando que el pequeño estaba mal por lo que lo llevó al hospital.

Similitudes

Entre las similitudes se encuentra el hecho de que los pequeños fueron llevados a centros asistenciales por sus propias madres y sus parejas, sin dar cuenta de golpes intencionales, que finalmente se probaron.

En el caso de Lucio, la escena se desencadenó un viernes por la noche, en un departamento donde vivía su mamá y su pareja. Desde allí, el pequeño fue trasladado en brazos por ambas hasta una de las sedes policiales. Las fuentes señalan que la actitud de las mujeres no resultaba sospechosa. Según informó la prensa local, el chico llegó a la dependencia con convulsiones y desvanecido. El personal intentó reanimarlo con RCP, hasta que fue trasladado al Hospital Evita de la zona, donde perdió la vida.

En el caso de Aaron, en tanto, el hecho ocurrió en la casa de su mamá, supuestamente cuando estaba al cuidado de su padrastro. Una pediatra señaló que el niño fue llevado en estado muy grave al nosocomio y aseguró que las lesiones hicieron sospechar desde un primer momento a los profesionales que las causas podrían ser por maltrato. También dijo que cuando fue a informarle a la mamá del traslado del pequeño, la mujer estaba "tranquila" a pesar de que normalmente, en esos casos, suelen haber "nervios, llantos y pedidos de explicaciones". También indicó que el niño tenía hematomas varios y que dichas lesiones estaban maquilladas. Otro médico coincidió con ese relato.

Otra de las semejanzas tiene que ver con que ambos padres biológicos de los niños conocían de los maltratos y que una mayor investigación en las causas quizá podría haber evitado los desenlaces fatales.

En el caso de Lucio, su papá Christian declaró que el nene era una víctima permanente de violencia por parte de quienes hoy están acusadas de asesinato, y dijo que siempre justificaban las marcas con alguna mentira. Si bien luchó por la tenencia, nunca la consiguió.

En el caso de Aaron, en tanto, su papá Walter, contó que Gutiérrez había abandonado a uno de sus hijos a sus 8 meses en manos de su mamá, que solía dejarlos solos, que les pegaba y que no cumplía con los controles médicos, entre otras cosas. Además contó que tras la separación y una denuncia de la mujer, que derivó en una orden de restricción, no volvió a ver a Aaron.

En ambos casos, las lesiones constatadas a los menores eran gravísimas y venían de larga data. En el caso de Lucio, el niño presentaba politraumatismos por golpes, mordeduras y quemaduras, de vieja y reciente data.

Por su parte, en el caso de Aaron, el pequeño presentaba fractura costal, rotura de intestino y hematomas. Además, escoriaciones a nivel cervical y lesiones aparentemente a causa de quemaduras de cigarrillo.