La Justicia Federal procesó sobre finales de agosto a cinco personas en la llamada causa de la “carne podrida” o “carne con sulfito”, la cual era comercializada en comercios de San Francisco y Frontera.

Cuatro de ellas lo fueron como integrantes de una asociación ilícita: Javier Rodolfo Besuzzo (47), María de los Ángeles Macagno (45), Gisel Soledad Valle (30) y Sergio José Valle (57). Este último es señalado como líder de la organización. Además fue procesado Maximiliano Valle (34), quien –dice la resolución- a sabiendas del mal estado de los animales que se faenaban comercializaba luego su carne al público. En su caso, se le dictó la falta de mérito como integrante de la asociación ilícita, pero sí fue procesado por poner a la venta sustancias alimenticias adulteradas de modo nocivo para la salud pública, delito contemplado en el Código Penal.

Según se desprende de la investigación judicial, a la cual accedió El Periódico, el circuito de la carne adulterada comenzaba en la compra de ganados enfermos o en ocasiones muertos en proceso de descomposición por parte de Besuzzo, que provendrían de campos cercanos a la localidad de Colonia San Pedro, en el departamento San Justo. La venta, supuestamente, era para alimentar cerdos en un criadero de la zona, ya que no podrían utilizarse para consumo humano. Pero la Justicia cree otra cosa: que la carne adulterada se terminaba vendiendo en carnicerías.

Siempre según la investigación judicial, una vez que se realizaba la faena, se seleccionaba parte del animal y se lo limpiaba con productos químicos para enmascarar su mal aspecto. Luego se los embolsaba y se los acondicionaba en un frigorífico que se encontraría en un galpón donde se presume que anteriormente funcionaba una cremería, para luego ser trasladado en camionetas hasta la localidad de Frontera. Posteriormente, iban al mostrador.

“Mirá papi, vos querías comer esto. Está más podrida que mi abuela, jeje. Bah, o sea, podrida no pero está toda así morada la carne… Así que le pusimos líquidos, todo. Para comer no servía, los lomos pueden servir nomás”, dice uno de los imputados según una escucha telefónica, en cuya carnicería se secuestró sulfito de sodio, utilizado para adulterar la carne.

Valle negó la acusación

Sergio Valle explicó que todo el problema se originó por una mujer que quería quedarse con ocho hectáreas donde se ubica una antigua cremería, de las cuales, según dijo, tomó posesión luego de un fallo judicial que se las otorgaba.

"¿Qué mejor forma de sacarme que inventar eso? Porque lo inventaron, jamás vendí carne a consumo. Jamás. ¿Para qué voy a adulterar la carne?”, indicó en una entrevista con El Periódico.