El fraude y el delito a través de engaños telefónicos se perfeccionó en la pandemia. Con modalidades cada vez más sofisticadas, personas de todas las edades y formaciones caen engañados ante la tela de araña tejida por estafadores virtuales, a quienes entregan sus datos creyendo estar hablando con representantes bancarios o compradores de un producto, entre otros tantos ardides.

Así, en pocos minutos terminan con las cuentas bancarias vacías y un enorme daño psicológico. Por eso, nunca hay que dar nombres de usuario, claves o contraseña por teléfono o en chats, bajo ninguna circunstancia.

En la última semana, se registraron al menos tres nuevas víctimas del ciberdelito. Pero ya no se trata del “abuelito” engañado o alguna persona que tenga poco conocimiento en tecnología, sino que cayeron en las redes de los delincuentes cibernéticos tres profesionales en distintas materias.

En los tres casos, el estafador contactó a sus presas a través de una llamada telefónica de WhatsApp, la cual es casi imposible de rastrear por los investigadores. En todos los casos, quien hablaba del otro lado del teléfono era un supuesto empleado del Banco Galicia. Se trataba de un número con característica 011 y cuya imagen de la aplicación era el logo de la entidad financiera.

¿Cuál era el ardid? Básicamente alertar al cliente de que habían usado alguna de sus tarjetas de crédito para adquirir un producto en una reconocida cadena de electrodomésticos, y que desde el banco se detectó la maniobra y necesitaban hacer el trámite para desconocer la compra.

Según investigadores judiciales, es llamativo el modus operandi utilizado porque los estafadores cuentan con información fidedigna sobre los clientes: “Llama la atención porque van cantando los números de la tarjeta involucrada. Acá hay ‘topos’ dentro de los bancos que manejan datos, hay hackers de por medio”, dijo una fuente de la investigación consultada por este medio.

La conversación sigue luego entre las partes, enviando el presunto trabajador bancario un código que luego debería reenviar. En algún caso hasta hacen ir al cajero a la víctima.

En uno de los casos, pudo saber El Periódico, el cliente contaba con dólares en su cuenta bancaria y los delincuentes al acceder a su home banking los cambiaron por pesos y luego los transfirieron a diferentes cuentas.

En cada caso recientemente denunciado, los malhechores robaron más de 200 mil pesos.

Para los investigadores “hay una parte que no cierra” respecto a cómo cuentan con tantos datos de la persona que buscan estafar. “Evidentemente cuentan con una gran base de datos. Los damnificados sostienen que no enviaron ninguna clave, por eso se trata de una estafa más sofisticada”, dijo una fuente consultada.

Con el Gobierno de Córdoba también

Por otro lado, en la semana también algunos usuarios reportaron haber recibido un mensaje por WhatsApp que también se trata de una estafa.

El mensaje asegura que la persona tiene un bono por cobrar relacionado a la prevención del Covid-19. Cuando el usuario pide más información, un estafador se comunica a través de una llamada telefónica con la persona haciéndose pasar por un asistente social perteneciente al Ministerio de Desarrollo Social de Córdoba. Este le solicita el número de DNI al interlocutor y le pide que se dirija a un cajero automático con el objetivo de que realice una serie de trámites y así poder hacerse de su dinero.

"Buenas tardes tiene pendiente el Bono contributivo en prevención del covid 19 son $20.400 que tiene disponibles para cobrar pin de cobro 320079 por más información envíe la palabra info o consulta", decía el mensaje que llegó a los celulares de varias personas de nuestra ciudad.

El texto es enviado vía WhatsApp desde un número de teléfono con característica de la ciudad de Córdoba y con la foto del Gobierno provincial.

Desde la Delegación Oficial el Gobierno de Córdoba en San Francisco desconocieron el mensaje por lo que indicaron que se trata de una estafa. Lo mismo desde la Policía.

Una industria que proliferó

Hace unas semanas, cabe recordar, se dieron casi 30 órdenes de allanamientos simultáneas que se ejecutaron en la ciudad de Córdoba, San Francisco, Brinkmann y Río Cuarto. En total, atraparon a diez de los 30 sospechosos. Su participación en una serie de estafas en Tucumán sería la de “muleros bancarios” o prestanombres. O sea, quienes a cambio de un dinero abrían cuentas corrientes y cedían sus CBU para que otros se aprovecharan. En algunos casos, los “muleros” prestan sus cuentas sin saber de qué se trata.

El ciberdelito es una de las industrias que más proliferó en nuestra provincia desde el inicio de la cuarentena el año pasado. Las formas que tienen estos fraudes telefónicos son tantas que sería muy difícil para cada persona conocer al detalle cómo son los distintos mecanismos.

Por eso, lo fundamental a tener en cuenta es que nunca, jamás, hay que dar nombres de usuario, claves o contraseña por teléfono o en chats. Ni al banco ni a nadie.