"Llévenme detenido, estoy endemoniado. El diablo me dijo que los matara, y tengo que seguir matando si me dejan libre. Voy a seguir matando".

A los policías que detuvieron a Sebastián Ezequiel Juárez (25) no los asustó esa "declaración"; ya suficiente horror habían visto momentos antes, al encontrar el cadáver decapitado de Felipe Salinas (70) en un campo de Cuesta Blanca y el cuerpo desfigurado a golpes de Graciela Miño (62) en Villa Carlos Paz. 

Era la siesta del sábado 17 de enero de 2015 y Juárez, de la localidad de Frontera, se convertía en el primer criminal en Córdoba en asesinar a dos desconocidos en un lapso de horas de diferencia, y con una saña pocas veces registrada en la provincia. "¡El diablo me obligó a matar!", repitió Juárez momentos después de ser arrestado en el camino a las Altas Cumbres (ruta 14), cuando hacía dedo. 

Fue imputado por la Justicia de Villa Carlos Paz por doble homicidio en concurso real y trasladado a la cárcel de Bouwer, pero no duró mucho: las pericias psiquiátricas determinaron que padecía una patología que le impedía comprender lo que había hecho. Es decir que fue declarado inimputable y sobreseído por la Justicia, aunque lógicamente, para que el diablo no volviera a "meter la cola", no lo podían liberar por su peligrosidad.

Fue internado en un centro psiquiátrico de la ciudad de Córdoba y desde el 20 de abril pasado permanece en el anexo psiquiátrico Aurelio Crespo de la cárcel de Cruz del Eje, confirmaron al diario cordobés Día a Día fuentes judiciales. 

Salvajismo. Primero fue Graciela Miño, una vecina de San Antonio de Arredondo que salió a caminar por la orilla del río en el balneario Sol y Río, en Carlos Paz, quien se topó por casualidad con Juárez. El cadáver de la mujer fue hallado flotando el viernes 16 de enero por unos turistas. Al sacarla, comprobaron que tenía la cara desfigurada. La autopsia arrojó que había sido asesinada con violentos golpes con una piedra.

La investigación del fiscal Gustavo Marchetti determinó que al día siguiente, el sábado, Juárez intentó robarle el auto a un lugareño en la ruta 14, a la altura de Cuesta Blanca, pero el hombre se resistió y el asesino escapó corriendo hacia unos campos.

El raid criminal no terminó ahí: en su fuga, Juárez llegó a la casa de Felipe Salinas, a quien decapitó con un cuchillo y arrojó su cabeza a varios metros. Los policías que llegaron luego quedaron asqueados ante semejante escenario. 

El santafesino fue capturado minutos después, sobre la ruta, en dirección a Copina. 

Fuente: Día a Día.