Por primera vez en la historia una mujer asumió la jefatura de la Departamental San Justo de la Policía de Córdoba. Se trata de la comisaria mayor Analía Ludueña, quien fue oficialmente designada el viernes pasado al frente de la fuerza con sede en San Francisco, tras haber ejercido el cargo de manera interina desde enero. 

El nombramiento marca un hito institucional y responde a una extensa trayectoria dentro de la Policía provincial, con fuerte compromiso en temas como la violencia de género, la proximidad con la comunidad y la capacitación interna.

En diálogo con El Periódico, Ludueña repasó su trayectoria, habló de los desafíos de gestión, el vínculo con la comunidad y su fuerte compromiso con la violencia de género.

—¿Cómo fue el camino en todos estos años para llegar a ser la primera mujer al frente de la Departamental San Justo de Policía?

—Desde mi inicio en la carrera, estudié en Córdoba los tres años de oficiales en la escuela. Después, mi primer destino fue en Córdoba, estuve un tiempito ahí. Posteriormente conseguí alguien que me cubriera, fue una permuta, y me fui a la Departamental Río Segundo. Ahí trabajé varios años, tanto en la guardia, como oficina de servicio y en la calle. Después estuve tres meses en Villa María, cuando se inauguró en el año 2000 la Comisaría de la Mujer. Me gustó mucho, sobre todo por el enfoque en la materia de violencia de género. Siempre me enfoqué en ese tema. Estoy preparada, incluso con muchas capacitaciones. Luego volví a Río Segundo y con 15 años de servicio pasé a Córdoba. Allí tuve la posibilidad de crecer, trabajé en una jefatura durante seis años con tres directores generales del Estado Mayor, con mucha experiencia. Fue un privilegio trabajar en ese lugar.

—¿Y cuando se acercó a San Francisco?

—Cuando ascendí a oficial superior, a comisario inspector, decidí volver más cerca de mi casa. Así llegué a Las Varillas. Estuve como jefa de zona, luego como jefa de zona de San Francisco, zona uno, subdirectora. Desde enero venía cubriendo el cargo de directora sin el nombramiento oficial, hasta que salió el viernes pasado. Así fue como la superioridad dispuso asignarme al frente de la Departamental San Justo.

—¿Qué significa en lo personal y en lo institucional este nombramiento?

—En lo personal es un orgullo y un desafío enorme estar al frente. Si bien ya venía cumpliendo la función, ya conozco muy bien la idiosincrasia del departamento. Institucionalmente también representa mucho, porque soy mujer y represento a muchas colegas. Siempre digo que tenemos que trabajar con mucho profesionalismo, a la par de nuestros colegas masculinos. Eso habla de nosotras. No se trata de competir, sino de dar lo mejor de nosotras mismas y trabajar de igual a igual. También hay que cambiar un poco la mirada hacia la institución, acercarse más a la ciudadanía, a los vecinos, tener empatía, escuchar activamente. No es solamente decir: “Usted vaya y denuncie”. Hay que cambiar el sistema hacia lo que llamamos policía de proximidad. Me gusta mucho andar en la calle, estar en contacto cara a cara con el vecino. Eso habla de nosotros y creo que hay una buena interacción entre el vecino y la Policía.

—¿Cuáles son las prioridades y los desafíos de esta nueva gestión?

—Hay muchos proyectos en mente, todavía no los he presentado formalmente. Tengo previstos seis proyectos para presentar ante la superioridad. Uno de los más importantes es el de violencia de género. Ya venimos trabajando con la directora de Mujer y Diversidad de la Municipalidad, Nancy Marrone, y con el Polo de la Mujer. También trabajamos con los Puntos Mujer, con juezas y jueces de paz en distintas localidades, siempre enfocados en la violencia de género. La idea es seguir capacitando gente idónea, porque muchas personas no saben qué hacer cuando son víctimas, ni cómo dirigirse a una comisaría o unidad judicial. Que tengan una orientación previa, conocer los recursos con los que cuentan. Somos los primeros que entrevistamos a la persona damnificada y de ahí debe salir un asesoramiento adecuado. Los otros proyectos también están vinculados a capacitaciones y a la creación de nuevas dependencias. Siempre con la mirada puesta en beneficiar a la ciudadanía.

—¿Cómo se trabaja en el fortalecimiento de la relación entre la Policía y los vecinos?

—Lo primordial es trabajar en las zonas críticas, donde hay hechos delictivos. Queremos que esa sensación de inseguridad disminuya y para eso es clave que el vecino vea presencia policial, que sepa que estamos, que llame al 911, que denuncie. Estamos haciendo entrevistas a vecinos, como se hacía con la Policía Barrial. Hay un grupo de personal policial nuevo que ya está trabajando en la calle: el Grupo de Seguridad Móvil (GCN). Hacen controles vehiculares en zonas con mucha circulación, trabajan con inspectores municipales y con la Guardia Urbana. También trabajamos con comerciantes del barrio Roque Sáenz Peña, donde había hechos de robo y daño. Coordinamos con ellos para dar más seguridad en los horarios de apertura y cierre. Y seguimos escuchando sugerencias para seguir mejorando.

—¿Cómo es el trabajo articulado con otras fuerzas de seguridad?

—Hay un plan nacional que viene del Ministerio de la Nación y se llama “90/10”. Se firmó un convenio entre el Ministerio de Seguridad de la Nación y el de Córdoba. Trabajamos en forma conjunta con Gendarmería, Policía Federal y la Policía de la Provincia. Hacemos operativos interfuerzas a diario. Nosotros tenemos jurisdicción en Córdoba, ellos en Santa Fe, pero siempre colaboramos de un lado y del otro. Hacemos allanamientos, traslados de detenidos, fijamos consignas, y todos los procedimientos los realizamos en conjunto. Ha sido muy productivo.

—¿Cuál es el delito que más se repite o preocupa en San Francisco?

—Hemos tenido muchos detenidos últimamente. Se venían dando muchos robos en locales con rotura de vidrieras. Era una modalidad que se repetía y lo pudimos contener. También hay robos de motocicletas y hurtos frecuentes. Sacamos de circulación a varios delincuentes, pero lamentablemente algunos vuelven. Hay también hechos puntuales en domicilios, pero son los menos.

—Y violencia de género…

—Sí, hay muchas denuncias por violencia de género. En pandemia fue el boom, pero aún continúa. Muchas personas no se animan a denunciar por miedo, por temor a no cobrar la cuota alimentaria o a no saber adónde ir. Siguen siendo víctimas. Esto afecta a toda la familia, especialmente a los menores. Hay recursos como el Polo de la Mujer, se otorgan botones antipánico, medidas cautelares. Normalmente se excluye al agresor del domicilio. Hay mucho por trabajar, con víctimas de todas las edades, muchas familias con niños. La idea es reforzar ese trabajo conjunto.

—¿Qué mensaje le daría a los vecinos?

—Que las puertas de la Departamental están abiertas. El personal de la guardia de prevención está preparado. También tenemos un comisario que responde ante situaciones particulares y agentes de investigaciones muy predispuestos, incluso ante estafas virtuales o telefónicas.Está el programa “Ojos en Alerta”, que funciona muy bien y se puede usar desde el celular. Está centralizado en el centro de monitoreo junto con el 911. También hay un sistema de denuncias web para casos donde no se sabe quién fue el autor. Esa denuncia se formaliza y sirve para que investiguemos el mapa de calor en la zona. Sobre las demoras en la Unidad Judicial, a veces se deben a casos complejos, como violencia de género, que requieren traslado al hospital, testimonios, allanamientos. También accidentes de tránsito y otras causas que llevan tiempo. Pero es importante que no dejen de denunciar. La unidad está abierta las 24 horas y se atiende por orden de llegada.

— ¿Y a quienes están iniciando su carrera policial?

—A quienes están iniciando su carrera policial, les digo que vamos a estar trabajando también en las escuelas secundarias, para concientizar sobre nuestra labor. Hace falta personal femenino y masculino. La finalidad es servir al ciudadano, fijarse una meta, entender la función de la Policía. También pueden estudiar mientras trabajan, como lo hice yo. Soy licenciada en seguridad, docente. El ingreso a la fuerza puede ser una primera salida laboral que les permita luego seguir formándose.