El ejercicio de la pandemia: ¿qué pasaría si todos se contagian?

Por Daniel Puricelli
Director de la Clínica Regional del Este
Especial para El Periódico

Para poder dimensionar a qué nos enfrentamos en estos días decisivos en que la pandemia desembarca en San Francisco, les propongo un ejercicio. Supongamos que los 60.000 habitantes de nuestra ciudad se contagien el coronavirus. ¿Qué pasaría?

Tomando en cuenta algunos índices (todavía parciales, pero bastante cercanos a la realidad) podemos decir que:

* 48.000 personas la pasarían asintomáticamente.

* 4.800 tendrían un cuadro parecido a una gripe “mala” en casa. 

* Unos 3000 necesitarán ingreso a internado y/o UTI (con o sin respirador) ante una neumonía bilateral y dificultad para respirar.

* En este ejercicio, unos 1300 morirían.

Afortunadamente, los contagios serán de un número menor al planteado, pero el verdadero problema es el siguiente: a diferencia de la gripe, ante la cual una parte de la población se vacuna y además ataca progresivamente a lo largo de 5 meses en el año, esta infección produce oleadas repentinas de contagios. Así pues, la mayoría de los contagios se van a producir en dos o tres meses. 

Por eso, es vital mantener los contagios en el menor nivel posible. Es importante que todos los contagios, que inevitablemente se van a producir, lo hagan en el mayor tiempo posible, para que los sistemas de salud público y privado puedan atenderlos. Si todos los casos se aglutinan en dos o tres meses, como mencionamos antes, el riesgo de saturación del sistema sería muy alto, sobre todo si tenemos en cuenta que las internaciones asociadas a esta infección suelen ser prolongadas (entre 20 y 30 días de UTI). 

Esto es lo que deben comprender los protagonistas de las juntadas, los que se colocan el barbijo debajo de la nariz, los que no se lavan las manos, los que se amontonan en las colas, etc. Porque ellos van a llevar el virus a sus casas poniendo en riesgo a personas mayores, a quienes tienen otras enfermedades y a quienes, sin formar parte de la población de riesgo, son igualmente susceptibles a la acción de este virus y pueden enfermar gravemente o incluso morir.

Las estadísticas nos ofrecen unos números que pueden resultar alentadores en relación con la baja morbimortalidad de esta enfermedad. Pero la estadística no es consuelo para quienes enferman o pierden la vida. Tampoco para quienes pierden familiares, amigos y seres queridos. Para ellos, el daño es del 100%.