Sandra Valdemarín (docente)

Una cosa que ha demostrado la pandemia es que la escuela en casa no funciona. Puede funcionar la familia como un apoyo en un momento absolutamente excepcional como es el de la pandemia.

Pero la carga que significa para la mamá, el papá, el adulto que está en la casa tener que hacerse cargo de la función del docente ha dejado bastante claro que son funciones distintas. Una es la escuela, la otra es la familia, nos aclara Adriana Puiggrós en su último libro “La escuela plataforma de la patria”.

Y en este ciclo completo 2022 que estamos terminando es posible preguntarnos como sociedad si podemos hacer un balance de lo que ha dejado la pandemia, si estamos en condiciones de considerar que este año hemos podido sortear todas aquellas dificultades que la misma ha dejado.

Quizás sea temprano poder mirarnos de cuánto hemos hecho en estos casi dos años y medio en educación y siendo justos, en salud, además (si es que a ambas las consideramos ejes de derechos de los ciudadanos).

Lo que sí ha quedado claro que esta escuela que heredamos pos pandemia ha de ser flexible y abierta ya que más allá de la presencialidad, seguimos conviviendo con ambas modalidades: presencialidad y digitalidad. Seguimos en convivencia no siempre empática, pero convivencia al fin.

Sandra Valdemarín participó de los 15 años de El Periódico hablando de educación.
Sandra Valdemarín participó de los 15 años de El Periódico hablando de educación.

Se trata de algo así como observar de manera positiva y negativa el trayecto. Positiva donde había computadoras, donde algún docente conseguía que los estudiantes usaran los celulares como pequeñas computadoras. Y negativas cuando simplemente los celulares servían para desconectarse de la clase.

Ahora debemos recuperar esas experiencias y me parece que es necesario que las universidades, institutos de formación docente, los gobiernos provinciales y el nacional ayuden a los docentes a sistematizar lo que han experimentado y aprendido, muchas veces de manera espontánea, durante este tiempo.

Lo mismo los estudiantes, los docentes tenemos que acompañar a sistematizar los nuevos aprendizajes. Sin perder de vista que el tema central es el de los derechos. El conjunto de derechos de niños, niñas y adolescentes. Esta es una obligación del Estado y de la sociedad toda.

Sí ha quedado claro de la necesidad de cambios urgentes en nuestro sistema educativo en todos los niveles de enseñanza, que atraviesen todos los ámbitos y consideren la necesidad de todas las inclusiones posibles sin olvidarnos de llegar a un equilibrio en donde de ninguna manera, el mercado invada el espacio de la educación pública.

Es época de balances, de mirarnos para adentro en cada comunidad educativa, en cada familia, demandando imperiosamente reestructuraciones, acuerdos, reformas o como quieran se les llame al próximo ciclo 2023, haciendo una introspección responsable desde los poderes locales, provinciales y nacionales sin olvidarse de cada uno de los reclamos que seguimos expresando en la calle y en los ámbitos que nos representan, muchos de ellos históricos, como por ejemplo el de un mayor presupuesto para los pilares de la sociedad: salud y educación.