El Fiat 800 fue el primer y único convertible nacional producido en serie. Se trata de un vehículo con tinte deportivo que venía en versión Cupé y Spider, se fabricó en Argentina desde fines del año 1966 hasta principio de 1970 con una producción de alrededor de 1200 ejemplares de Spider, de los cuales se cree que hoy todavía existen unos 100 en el país.

Pablo Molli es uno de los afortunados propietarios de este modelo que guarda una historia de amor por los fierros de colección, pero principalmente de la marca Fiat. “En 2007 viajé a Bariloche a visitar a mi hermana y lo vi en una exposición de Fiat, fue en un lugar realmente paradisíaco. Ahí lo conocí y me vine con la idea de conseguir uno en algún momento”, explicó.

Molli quedó flechado por ese convertible y al llegar a San Francisco decidió emprender esta aventura de conseguir, donde sea, un Spider. Hasta que un día apareció. “Lo encontré en Río Cuarto, fue mucha casualidad porque esa concesionaria no vendía ese tipo de autos y lo publicó solo porque era amigo del dueño. Yo estaba constantemente buscando el auto y lo vi publicado hacía dos minutos. Llamé rápido, pagué una seña y me fui a buscarlo”, contó.

El vehículo -modelo 69- estaba en buenas condiciones, pero con la ayuda de Víctor Dona y Miguel Druetta se desarmó casi por completo. “Estuvimos casi cuatro años, pedimos muchas cosas a Italia como insignias y se trató de dejar el 100% original, excepto el tapizado que tiene otro dibujo. Fue una odisea linda, un hobby que me hizo salir del día a día del trabajo, siempre que salía era mi refugio para despejar y también para compartir”, indicó Molli.

“Ahí empecé a ver que había clubes, a tener contacto con los clubes de Buenos Aires. Empecé a sumarme a las pruebas de regularidad y ya después me sumé a la Asociación de Autos Clásicos de San Francisco”, agregó.

Dos Fiat históricos y una pasión que nació en Bariloche

Un viaje a Bariloche

Apenas restauró el Fiat 800 Spider, Molli quiso volver al lugar de origen, al lugar donde se enamoró de este verdadero fierro: viajó dos días rumbo a Bariloche con el auto recién restaurado y recorrió varios lugares.

“Fue una locura, me arriesgué y lo puse a andar dos días hasta llegar con mi señora Natalí hasta allá. Lo llevamos al mismo lugar y nos sacamos una foto en ese mismo lugar”, recordó Pablo. Y agregó: “Lo que más me gustó en aquel momento es que era de dos puertas, compacto, con techo de lona y la estética”.

El auto salió en varias películas y llamaba mucho la atención porque era distinto, más que nada por la capota. A Molli más de uno se lo quiso comprar. “Cuando viajamos a Bariloche, sobre todo en las estaciones de servicio, muchos se acercaban y me dejaban su contacto por si lo quería vender. Tengo varios agendados, pero no se vende porque marcó un momento en mi vida muy particular. Me ofrecieron otros autos de mayor valor, me han ofrecido un Mini Cooper, pero no”, aseguró.

La familia. “Les encanta, a mis sobrinos, a mi vieja, a mi señora que usa mucho el Fiat 600. Son hobbys, lo voy a seguir por toda mi vida, es una pasión hermosa, muy sana y siempre hay cosas para hacer. Además del hecho de compartir experiencias en los encuentros y conocer gente del ambiente, me sigue sorprendiendo las familias que están detrás de esto tan lindo, es una pasión que se vive y es muy difícil de explicar”, dijo Pablo.

Dos Fiat históricos y una pasión que nació en Bariloche

¿Quién no tiene una historia con un Fiat 600?

“Yo lo amé desde chico, es un capricho, siempre quise tener el primero porque es el que más me gusta, el Fiat 600 D, el más difícil de conseguir. Tiene muchas cosas diferentes, los paragolpes, las ópticas, tiene muchos detalles distintos al clásico que vino después, hasta parece otro auto cuando lo ves en la calle”, comentó Molli.

Pablo contó que siempre lo motivó la historia del Fiat 600 -modelo 64-. Fue el primer auto para muchas familias de clase media de Italia y les permitió poder viajar, cosa que antes por los costos de los vehículos no era accesible.

Dos Fiat históricos y una pasión que nació en Bariloche

“Es un auto muy particular en ese sentido, busqué mucho hasta que lo encontré en Rosario. Ese sí lo restauré a fondo, hasta el último tornillo. Conseguí los tapizados en Italia, las ópticas y el filtro de aire, que es muy difícil de conseguir, hasta la caja de herramientas; estaba pintado de rojo y lo llevamos al color original. Es 100% original, como salió de fábrica”, explicó con orgullo.

Y agregó: “Lo saco a la calle y la gente se vuelve loca. ¿Quién no tiene una historia con el Fiat 600? Te trae muchos recuerdos, de todo tipo”.

Escala. Molli contó que al mismo tiempo que restauraba el Fiat 600 también armaba uno a escala que terminó de construir apenas unos días antes. “Me sirvió incluso para poder armar el de escala real”, comentó.

Dos Fiat históricos y una pasión que nació en Bariloche