En el último Paseo Cultural de San Francisco entre las diferentes actividades que se vieron había dos chicos haciendo malabares de una manera diferente y eso llamó la atención. Se llaman Iskándara Chat y Miguel Manzano a los que se puede identificar por dos cosas: su tonada extranjera y la esencia del circo que radica en ellos.

Cualquiera imaginaría que es el circo el que llega y sorprende a la gente en una ciudad, pero esta chica chilena y el joven español hacen el trabajo a la inversa. Son ellos los que se organizaron para salir de viaje por Latinoamérica para mapear las diferentes expresiones que el circo puede tener y cómo se vive esa cultura en esta parte del mundo.

En ese viaje se encontraron con muchas cosas y también algunos inconvenientes como que se rompiera “La Cósmica”, su camioneta y hogar. Ahí apareció su amigo Gonzalo Borgogno que los invitó a refugiarse un tiempo en San Francisco mientras la reparaban. Y así con idas y vueltas trajeron sus cosas y seminarios de circo a este lugar de la provincia.

“Siempre está la idea del circo en movimiento, pero acá somos nosotros los que nos movemos hacia ellos donde visitamos a personas como Cohete que están arraigados en un lugar”, dijo Miguel a El Periódico.

Un viaje y dos objetivos

Si bien en el imaginario colectivo está la idea de la carpa del circo que llega a una población y revoluciona todo, ésta no es la única expresión cultural del trabajo. Por eso estos compañeros de viaje no representan esa imagen sino una más vinculada a la enseñanza y la pedagogía.

Iskándara explicó que ambos están en el mundo del malabarismo funcional, una expresión surgida del circo social. Ese es el nexo y la motivación del viaje latinoamericano que iniciaron hace unos meses y al que bautizaron “Está pasando”.

“Es un proyecto de circo donde nos dedicamos al circo social, estamos haciendo un viaje haciendo un mapeo a agentes culturales circenses y damos seminarios de malabarismo inclusivo. Formamos a profesionales, cuidadores de personas con discapacidad para que puedan aplicarlo como herramienta terapéutica con alumnos, estudiantes o familiares”.

Esta corriente llamada circo social nació precisamente en Sudamérica como una forma de vincular a la cultura y el entretenimiento con grupos sociales donde estas prácticas no abundaban.

“Nosotros tomamos esa técnica para acercarnos a personas que muchos no creen que vayan a aprender nada y en realidad cualquier persona puede aprender lo que sea lo que importa es cómo lo enfrentas”, señalaron.

La camioneta en que viajan los chicos.
La camioneta en que viajan los chicos.

Viajeros y maestros

Chat y Manzano se dedican a trabajar dando seminarios inclusivos, enfocándose en que los participantes vivan la experiencia de malabarismo. "Tenemos material adaptado para que puedan vivirlo a nivel cognitivo. Eso puede hacerlo cualquiera sin importar la edad ni la capacidad de movimiento”.

“Estamos viajando con este proyecto desde febrero, aunque son dos años planificándolo. Nosotros vamos en un furgón donde tenemos nuestra casita y los materiales necesarios para los seminarios”, afirmaron.

No obstante, cuando iniciaron la travesía si bien tenía todo planeado no fue fácil llevar a cabo todos los objetivos y así el viento y el destino los fueron trayendo hacia San Francisco. “Pensábamos llegar a Colombia alrededor de agosto, pero cuando íbamos a cruzar el desierto de Atacama sucedió cerraron las fronteras en Perú por la situación institucional. Retomamos hacia el sur de Chile y Argentina y así cruzaríamos a Paraguay, pero terminamos en San Francisco”.

¿Qué pasó en el medio? Su vehículo se rompió y allí encontraron en Borgogno un anfitrión que los invitó a la ciudad un lugar donde tarde o temprano iban a venir porque la idea era pasar en julio.

“Nuestra casa La Cósmica tuvo un problema en el motor y vinimos antes de tiempo. Sucedió cuando estábamos yéndonos a Paraguay y nos ofreció estadía y que conocía un mecánico de confianza que la repararía”, dijo Iskándara.

Iskándara y Miguel viven con mucha alegría el mapeo que realizan el cual es único en el mundo.
Iskándara y Miguel viven con mucha alegría el mapeo que realizan el cual es único en el mundo.

Rearmando los planes

Los chicos consideraron que San Francisco “es un lugar muy tranquilo” y que después de todo parar el viaje es una buena oportunidad para volver a planificar sin tanta rapidez su viaje.

“Creemos que estamos en el mejor lugar tenemos amigos, actividades de circo, no es una ciudad frenética. Al principio teníamos un plan de ir muy rápido, cada semana estaba planificada pero la realidad del viaje hizo que fuera todo más lento, expresó la joven chilena. Su compañero agregó: “Nos han recibido de mil maravillas, es como un lugar blandito donde aterrizar donde podemos parar de la vorágine en qué estábamos”.

Todavía tienen una larga estadía en la ciudad y su casa está llena de mapas y material audiovisual y escrito de los testimonios que recopilaron. “Hemos hecho muchas entrevistas, aprendimos mucho, pero el viaje no dio tanto tiempo de publicar, en esta parada queremos que nos sirva para hacer la edición de los videos, por ejemplo”, destacaron.