Un vagón de madera abandonado de tren funciona como casa de una familia compuesta por una mujer de 31 años y sus tres hijos de 8, 6 y 5. No tienen baño, no pueden calefaccionarse por el peligro de tener una estufa que pueda generar un incendio ante un accidente doméstico y duermen en dos camas.

Este vagón, más pequeño, se encuentra al lado de otro un poco más grande de similares características, los que colindan con una precaria vivienda de material en el predio del ferrocarril Belgrano, en barrio La Milka de San Francisco, sobre 9 de Septiembre al 660.

Allí nació Romina Belén Gómez, la madre de los tres niños, quien se crió en el lugar tomado por la familia en décadas pasadas ante la imposibilidad de tener su casa propia. Hoy sigue en ese sitio y usa como casa un cajón de madera de gran tamaño, donde los días de bajas temperaturas o lluvias no son para nada fáciles.

Un viejo vagón de madera, el refugio de una mujer y sus tres hijos en el ferrocarril Belgrano

“Vivo acá desde unos cinco años, pero viví adelante mucho tiempo”, cuenta Gómez, quien describe que entre los tres espacios viven unas 20 personas.

La mujer está desempleada y busca un trabajo que la ayude a sostenerse. Cobra la Asignación Universal por Hijo (AUH) y además posee la Tarjeta Alimentar. Trabajó como doméstica pero asegura que puede hacer otras labores. Sus tres pequeños hijos asisten a la escuela del barrio y –describe la madre- avanzan en su educación pese a todo.

“Lo que anhelo es un lugar mejor para vivir mejor con ellos, esto no es vida porque es un cajón de madera grande, no tiene nada de espacio, entran dos camas pero no tiene muebles. Todo está en bolsas de residuos y sólo tengo una tele. Nada más”, explicó.

Romina contó que no tienen baño propio y que deben usar uno pequeño que utilizan los demás habitantes del predio: “Me gustaría alquilar, pero estoy sola y es difícil. El padre de los chicos me ayuda, y también asisten a un comedor comunitario. Lo que me gustaría es tener algunos materiales y chapas por lo menos para hacerme un baño”, dijo.

El vagón

El vagón es hoy la única posibilidad de tener un techo para los cuatro. De un lado duermen la mamá con dos de sus hijos en una cama doble y en una simple el otro niño. Para cocinar, Romina usa una garrafa. Las noches de frío intenso se pasan con alguna frazada, pero las bajas temperaturas penetran por los huecos que tiene la madera. Cuando llueve, no pueden evitar la filtración de agua.

Un viejo vagón de madera, el refugio de una mujer y sus tres hijos en el ferrocarril Belgrano

- ¿Qué es lo más urgente que necesitan?

- Me gustaría que me ayuden con ladrillos y chapas para poder levantarme algo. Pero estamos con el miedo que nos corran en algún momento (en el predio avanza la construcción del Nodo Logístico Regional). Hay gente que nos ayudó con mercadería, los chicos van al comedor; necesitamos frazadas, ropa…

- ¿Cómo te las arreglaste para que los chicos puedan hacer las tareas mientras no tenían clases presenciales?

- No tenía celular pero pude conseguir uno chiquito que estoy pagando en cuotas y con eso me voy arreglando, pero además me daban todas las actividades en papel y los chicos las hacían y solo las mandaba. Ellos están estudiando, yo estoy encima para que hagan la tarea y avanzan.

- ¿Qué te genera esta situación, pasar por esto con tus hijos?

- Ahora que son chicos es como… (llora), me duele tenerlos así. Cuando sean más grandes van a entender esta situación, es difícil criarlos así, me duele mucho. Estoy sola y no es fácil. Claro que acepto la responsabilidad, debería haber pensado las cosas primero, de saber cuál era mi situación y después tener los chicos. Es como dice mucha gente grande, primero hay que tener algo y luego tener hijos. En su momento, la juventud o la inmadurez me hizo ver las cosas de otra manera.