Pedro Bastiera (60) es dueño, hoy, de una importante fábrica en el Parque Industrial: FEMA, cuyo nombre homenajea a sus hijos Federico y Mauricio, quienes junto a su madre fueron un pilar fundamental en el crecimiento de la firma y quienes aún trabajan a su par.

Bastiera dio sus primeros pasos en la metalurgia cuando tenía apenas 16 años y un cliente del bar, donde trabajaba como mozo, le ofreció empleo. Allí, en Motores Ada, empezó como tornero.

Después de eso trabajó durante siete años en Fabricaciones Militares y de allí otros tres años más en la empresa Nelso Ferreyra. Fue en ese entonces cuando tomó la decisión de comprar un torno. Era el principio de lo que sería un largo camino que terminaría ubicándolo al frente de su propia empresa.

“Había comprado un torno. Trabajaba ocho horas de Nelso Ferreyra y fuera de hora trabajaba en mi casa, hasta 1991 que dejé de trabajar bajo relación de dependencia y me dediqué a hacerlo unipersonal”, recordó.

Remarla

No fueron fáciles los primeros años. Sin embargo, con la ayuda de su mujer, que colaboraba trabajando en la perforadora mientras él se dedicaba a la tornería, pudieron comprar otra máquina. Y cuando el trabajo empezó a crecer, llegaron los primeros empleados.

“Ahí mi señora deja de trabajar y fuimos creciendo en el patio de mi casa. Lo hicimos varios años hasta que conseguimos un terreno en el Parque Industrial, siempre trabajando para terceros, hasta que en un momento una gente a la que le hacíamos trabajos nos vendió la fabricación de una máquina enderezadora de llantas. Eso fue hace 7 años. Allí empezamos a trabajar con la enderezadora que era un producto propio y con trabajos de terceros paralelamente. Aún lo seguimos haciendo. Hoy estamos haciendo trabajos a terceros y fabricamos varias máquinas”, contó Bastiera.

Un metalúrgico que se hizo “desde abajo” y hoy tiene su propia fábrica
Bastiera junto a una máquina para enderezar llantas de camiones, que fabrican en su empresa.

En la actualidad fabrican enderezadoras de llantas, rectificadoras de discos y campanas, rectificadoras para embrague, rectificadoras de superficies planas, remachadoras hidráulicas y neumáticas para freno y embrague. Tienen máquinas vendidas en todo el país: desde Jujuy hasta Tierra del Fuego. Y clientes para trabajos de terceros en San Francisco y la región.

Dante, un amigo de fierro

Además de su familia, en su crecimiento fue muy importante la ayuda de Dante, un vecino y amigo que colaboró siempre con sus proyectos. “El primer torno lo compré con dinero prestado. Tenía un vecino, me crié con él, y siempre que necesitaba comprar algo me prestaba el dinero sin firmar nada, sin intereses, sin apuro de devolverlo; siempre me apoyó en todo, más que un vecino era un amigo”.

Pero no sólo lo ayudó con dinero, sino que hasta puso su casa a disposición: “Empezamos en un pequeño garaje de 2,5 por 4 metros, estaba todo apretado, hasta que pudimos hacer un galpón un poco más grande de 6x10. Y después este vecino me dio permiso para que haga otro galpón en su terreno, ahí crecimos un poco más”, narró el metalúrgico.

“Hoy no está más, Dante se llamaba, un amigo que siempre colaboró con nosotros, una persona muy mayor era, hoy tendría 85 años. Siempre lo tengo en el recuerdo, de no haber sido por él no hubiera podido arrancar nunca. Incluso cuando tuvimos que comprar una máquina de control numérico siempre tuvimos su apoyo”, dijo agradecido.

“Es un trabajo que me encanta”

Con más de 40 años en el rubro, Bastiera reconoció que le sorprende ver hasta donde llegó: “Por ahí estando en el ruido del día a día no te das cuenta, hasta que te parás a pensar y a mirar lo que tenés. Nunca pensé llegar a tener lo que tengo hoy; actualmente estamos empleado a nueve personas”.

“Es un trabajo que me encanta, me gusta lo que es hacer piezas, únicas, difíciles, el desafío de fabricar algo que funcione, ese es la satisfacción que te da”, agregó.

A la vez, aseguró que intentan siempre seguir creciendo: “Siempre tratamos de progresar, de ir actualizando máquinas. Es la única forma de competir, hoy lamentablemente sin máquinas nuevas no podes competir y eso nos lleva a invertir continuamente”, señaló.

“No me veo haciendo otra cosa porque esto de chico me gustó. No hubo nadie de mi familia que se dedicara a esto, sino que cuando empecé el secundario me gustó esto, tuve la suerte de poder entrar a trabajar de muy joven en este rubro y me fue bien”, finalizó.