El último buzón del Correo Argentino que queda en San Francisco, que fue protagonistas décadas pasadas siendo el depósito de cartas de todo tipo, se mantiene firme en la esquina de Bv. 25 de Mayo y Av. Del Libertador (N), frente al Banco Nación.

Es parte de la historia de esta ciudad, un símbolo que ya no cumple con su función pero provoca recuerdos a más de uno cuando pasa a su lado. Sobre todo en una fecha como hoy, 14 de febrero, donde se celebra San Valentín.

A través del Proyecto Arquitectos Sociales se decidió revitalizarlo con una pintura de color rojo para que semejante “joyita” de época no pase más inadvertido. Para eso pidieron primero autorización al Correo Argentino.

San Valentín: recordando cómo se enviaban las cartas de amor revitalizan el buzón céntrico

“Con la llegada de San Valentín se nos ocurrió pensar cómo nos comunicábamos nosotros cuando éramos jóvenes y era por carta. Entonces había que tener mucha paciencia para que primero llegue al destinatario y luego recibir una respuesta”, explicó Ariel Muratore a El Periódico, una de las personas al frente de la iniciativa.

“El símbolo de ese sistema de comunicación era la carta, el correo, sino quería que te viera el empelado del correo que llevabas una carta a una persona determinada la dejabas en el buzón que era más discreto”, agregó y contó cuánto lo usó en su momento: “A los 15 años me fui al Ejército a estudiar y estuve en Río Gallegos, la otra punta del mapa. La única forma que tenía comunicarnos era el correo, le escribía a mi familia, a mis amistades de esa época también. Recibir una carta era muy lindo, el cartero era una institución y cuando llegaba a una casa era todo un acontecimiento”, recordó.

El buzón es de hierro fundido y fue realizado en los talleres Vasena, tal como se aprecia en su frente. Es un objeto centenario que resistió al paso del tiempo y a todo tipo de vandalismo. 

San Valentín: recordando cómo se enviaban las cartas de amor revitalizan el buzón céntrico

Recuerdos

Mientras se le daban al buzón blanco las primeras pinceladas rojas, los vecinos que pasaban por esa esquina también se fueron sumando para dejar su huella.

Cristina, quien se acercó a participar de la iniciativa, recordó que cuando tenía unos 20 años su marido le escribía poemas de amor que dejaba en este buzón y luego recibía en su casa: “A mi marido le gustaba mucho escribir poemas y me los enviaba, los dejaba acá. Uno sabe que ya no funciona, pero esto queda en el recuerdo. Es hermoso volver a recordar tiempos muy lindos”, dijo a El Periódico.

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Graciela también participó con una pincelada: “Cada vez que pasaba por acá veía el buzón abandonado, caído en desuso y en una época fue tan importante. Es representante de una época, los chicos se manejan de otra manera hoy, nosotros también, pero poder rescatar algo tan importante que significó tanto para muchas generaciones me parece hermoso. Acá enviábamos las cartas en los 70, en los 80. Me parece una idea fantástica poner en valor las cosas que tenemos en San Francisco”, opinó.

Norma también es otra vecina que se llegó a la esquina céntrica: “Es justo un día que se presta para esto, llovió, estaba nublado, salió el sol; un día cambiante muchas veces como el amor”, sintetizó.