Rita Casas es una vecina con mucha energía. Amante de su familia y de sus amigas, también es apasionada por el fútbol, un deporte que practica desde muy joven.

Nacida en Freyre, “Kika”, como la llaman sus conocidos, acusa 62 años en su documento nacional de identidad, pero muchos menos dentro de la cancha. Es que el fútbol es el condimento que le da sabor a su vida.

A lo largo de su vida, Kika formó parte de distintos equipos, entre los que se encuentran “Las Estrellas de Ferro” de Freyre y “Las Diablitas” de Brinkmann. Su lema es “transpirar la camiseta, dentro y fuera de la cancha”.

Contra todos los prejuicios, aún hoy se hace el tiempo y juega al fútbol dos veces por semana.

Rita Casas, “crack” a los 62

Buen trato

Quienes la conocen, aseguran que es una jugadora con mucha experiencia, habilidad y que mantiene un buen trato tanto con sus compañeras como con los rivales. Por eso, todos la quieren en su equipo. 

De contextura pequeña, Kika juega de cuatro. Avanza por la banda derecha del campo de juego y siempre va por más. Suele vérsela muy concentrada, como estudiando al rival. 

Quienes han compartido minutos con ella destacan su entusiasmo, su entrega, el cariño que siente por la camiseta y el respeto por sus compañeros

“Habla con su mirada, motiva a sus compañeras, las incita a superarse y continuar, sin quejas y sin pausas. Tiene bien en claro que no hay nada que pueda suplantar el sacrificio individual y colectivo y que esa es la materia prima fundamental para crear un gran equipo”, se lee en una entrevista que le hicieran tiempo atrás en el Museo Virtual del Deporte de Freyre, a modo de homenaje, como ciudadana destacada.

Rita Casas, “crack” a los 62

Superarse

Rita no se excusa cuando las cosas salen mal, las asume, entiende que pueden existir errores y que hay que enfrentarlos para superarlos. El fútbol, para ella, es un espacio para pasar el tiempo, para divertirse, para conocer otras personas y forjar amistades nuevas.

Su incorporación al mundo deportivo fue un antes y un después en el fútbol femenino y es, sin dudas, un ejemplo a seguir. En definitiva, el ejemplo vivo de que “si se quiere, se puede”. 

Fuente: Museo del Deporte Freyre.