Silencioso, sacrificado, necesario, encomiable. Son muchos los adjetivos para definir el trabajo que realizan cada día los voluntarios que sostienen la gran tarea de la Sociedad Protectora de Animales Mario Gemelli. No solo con los cuidados y protección que reciben los más de 170 perros que esta organización alberga en su refugio de calle Caseros, camino al ingreso a la autovía 19, sino con la difusión y gestión de campañas de castración, o con rescates de aquellos animales que se encuentran enfermos o heridos y lamentablemente fueron abandonados.

Contra lo que muchos piensan, rescatar o cuidar a estos animales no es su trabajo ni su obligación. Y tienen, como todos, sus familias y obligaciones que atender. “Somos voluntarios, lo hacemos con amor y no lo podríamos hacer de otra manera. Hay cosas que tienen que ver con el alma, con la vocación y hay otras que tiene que ver con una actividad remunerada”, explica Mariana Ghigo, presidenta de la Protectora.

Mariana asegura que convertirse en voluntario “cambia la vida desde todos los aspectos; trabajar ad honorem para cualquier institución hace que uno descubra una realidad que quizás no la veía con claridad o no le prestaba demasiada atención”. Y resume: “Intervenir para ver cómo se les puede cambiar la vida, rescatar a un animal y darle una nueva oportunidad es milagroso, nos llena el alma”.

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Tarea

La Protectora lucha desde hace más de 35 años para evitar que cientos de animales terminen abandonados a su suerte en la calle. Muchos de los que vemos en la calle son llevados a castrar por voluntarios, y en el predio del refugio albergan a todos aquellos que necesitan de cuidados para recuperarse, de manera que puedan tener una vida digna y luego ser adoptados.

Gracias a la promoción de las adopciones y castraciones, en el predio de la Protectora han logrado bajar considerablemente la cantidad de animales allí albergados a la espera de que alguien los adopte. Llegaron a tener hasta 500 perros. “La sobrepoblación provocaba que hubiera muchas peleas y se contagiaran de enfermedades pero gracias a los trabajos de castración pudimos reducir la cantidad para que tengan una vida digna”, detalla Ghigo.

El objetivo final no es que permanezcan allí, sino que tengan una familia. Los voluntarios conocen el comportamiento y las características de cada uno de ellos, así que cada persona que llega para tener una mascota es orientada para que se pueda concretar la adopción de acuerdo a la búsqueda y las características de cada animal. Además, trabajan en la sociabilización de los animales, para que todos aprendan a relacionarse.

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Mejoramiento

El trabajo de los voluntarios fue fundamental para el gran mejoramiento del lugar en los últimos años. “Este predio era un basural y le cambiamos la cara. En el último tiempo pudimos invertir en desagües y poner en todos los caniles agua para facilitar la limpieza. Arreglamos los tejidos, las puertas, reacondicionamos el sistema eléctrico donde guardamos insumos y alimentos”, detalla Mariana.

Y el trabajo de estos voluntarios no se agota en tener este predio en buenas condiciones y cuidar de los perros que allí viven, sino en impulsar campañas de educación y prevención para reducir la población de animales en la ciudad y así evitar que muchos de ellos terminen en la calle.  “No se va a resolver la problemática hasta que no reduzcamos la población, esto implica castrar de forma preventiva, temprana y gratuita. De esta manera va a haber menos roturas de bolsas en las calles, menos abandonos, menos maltratos, menos transmisión de enfermedades. En los últimos años se ha notado la baja de accidentes”, resume Mariana.

Control y sociabilización

Cada uno de los animales en el “Refu” es perfectamente identificable, porque el proceso de sociabilización también consiste en darles nombres. “Eso es muy importante, de esta manera responden, reconocen su espacio y tienen una vida plena dentro de las limitaciones que tenemos”, asegura Ghigo.

Hay algunos que viven sueltos en el lugar, pero también están aquellos que están albergados en diferentes caniles. El personal de la Protectora los separa de acuerdo a sus características y controlan que puedan convivir con sus compañeros. Periódicamente los van rotando, para que todos vayan quedando en libertad. Además hay días específicos para que hagan su paseo, corran, jueguen y sociabilicen con los otros animales dentro del predio.

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Familias que buscan adoptar

La experiencia de las familias que llegan hasta el predio buscando adoptar a una mascota es asombrosa, comenta Mariana. "Hay animales que hace muchos años que no tienen familia y se adaptan de una manera increíble a formar parte de una nueva, esto sucede gracias al trabajo de sociabilización que realiza la Protectora y a que los animales están  acostumbrados a ver permanentemente personas y chicos en el predio", indica.

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