En enero de este año Franco Benítez, de 34 años, cumplía la condena de prisión perpetua luego de asesinar a su anterior pareja y a la hija de ambos. En el marco de una visita penitenciaria, su última novia fue a verlo a la cárcel de Villa María y el hombre la degolló. El personal penitenciario se alarmó al notar que una de las mujeres que había ingresado no salía. La encontraron muerta en la celda junto al cuerpo de Benítez, que también se había quitado la vida.

En agosto de 2015, Ingrid Vidosa fue asesinada por su novio en el Cerro de la Cruz. La semana pasada este diario publicó una confesión del agresor, Marcos Haye, a otro interno en la cárcel de Bouwer. Le dijo que “si saliera en libertad la volvería a matar”. Los dichos del imputado forman parte del expediente de la causa.

En enero de 2015, Karina Centeno se presentó ante la Justicia de Córdoba con el rostro desfigurado y denunció a su ex marido, Alejandro Cerquetti, por violencia de género. El hombre cumplió 11 meses de prisión y al salir volvió a hostigarla a ella y a mujeres que trabajan por la consigna “Ni Una Menos”.

Estos son sólo algunos de los cientos de casos en Córdoba y el país donde hombres que ejercieron violencia de género vuelven a reincidir en la misma conducta.

En Córdoba, más de 20 mil mujeres realizan denuncias por violencia de género al año, y la mayoría implica a parejas o ex parejas. “Si hay más de 20 mil mujeres, entonces hay más de 20 mil varones. Pensar en un tratamiento para ellos es prepararnos también para esa población”, dice Claudia Martínez, secretaria de Lucha contra la Violencia de la Mujer y Trata de Personas, a cargo del Polo Integral de la Mujer.

En agosto se pondrán en marcha cuatro convenios firmados entre el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de Córdoba y el Colegio de Psicólogos para dar contención y tratamiento psicológico a hombres acusados de violencia de género. Profesionales de la psicología con formación en este tema trabajarán en el Polo Integral de la Mujer, en el Centro de Varones en Situación de Violencia de la ciudad de Córdoba y en las cárceles de la provincia. En este último caso, 75 varones recibirán una asistencia voluntaria que tiene como fin inmediato evitar la reincidencia en violencia de género.

Uno de los fundamentos de esta decisión -explica Martínez- tiene que ver con que hay varones victimarios de la mujer, pero también víctimas de un sistema machista y patriarcal arraigado a lo cultural –que les asigna el rol de ser duros y golpeadores– y al ámbito privado del hogar. Desde allí emerge la violencia de género, “que se agrava cuando una mujer lucha por su libertad, por salir a trabajar, por dejar de ser oprimida, por vestirse como quiere”.

Martínez advierte que “decir que un varón es víctima del sistema patriarcal no es justificar, sino reconocer de dónde viene este varón y qué es lo que queremos cambiar. Si decimos que la violencia es cultural tenemos que ver el problema en todas sus dimensiones y cambiar todos los aspectos. No podemos dejar al hombre afuera, porque es una parte fundamental: si él no cambia, la conducta de la violencia es eterna”.

Detrás de una mujer víctima de violencia hay un varón violento

La sala de espera del Polo Integral de la Mujer es un espacio cálido. En la habitación y en el resto del edificio hay cuadros colgados con frases feministas que alientan al empoderamiento de la mujer como sujeto de derecho. Allí trabajan cerca de 280 personas, entre profesionales de distintas ramas de la salud, el trabajo social y personal policial.

En la mayoría de los casos las mujeres llegan al Polo cuando el nivel de violencia que sufren implica un riesgo para sus vidas. “En materia de violencia todo es urgente aquí y ahora. Si una mujer decide irse de su casa no puede estar esperando dos meses por un subsidio, porque si no tiene que volver de nuevo con el varón”, explica la directora del Polo y quien llevará adelante la coordinación institucional de las tareas articuladas entre psicólogos y el Ministerio de Justicia y DDHH.

Son 75 los varones presos que en principio recibirán, de manera voluntaria, asistencia psicológica con perspectiva de género en las cárceles de Córdoba.

Pero detrás de esa mujer hay hijos y hay hombres. Martínez habla sobre el concepto de un abordaje integral. “Hay que pensar en la mujer de manera completa, que tiene hijos que no son testigos sino víctimas directas de la violencia, y una serie de patrones que se gestan en el hogar donde viven”.
Añade: “Está comprobado que alguien que vive en un hogar violento reproduce este ciclo después de dos o tres generaciones, siendo víctima o victimario. Hay, entonces, una complejidad que nos obliga a pensar en el varón como parte de la política pública y la atención a la mujer”

Asistencia a hombres condenados en las cárceles de Córdoba

Uno de los convenios firmados tiene como objetivo dar tratamiento psicológico a los varones alojados en los distintos establecimientos penitenciarios de la provincia. Son aproximadamente 75 presos, con posibilidad de ampliar ese número de acuerdo a cómo se desarrolle el proyecto. Todos se encuentran privados de la libertad por causas vinculadas a hechos de violencia de género.

El abordaje psicológico a los internos está diseñado para la “superación de la prisión, para lo cual es de fundamental importancia la participación voluntaria, destacando las características individuales de cada persona”, indica la fundamentación del proyecto.

El foco de atención de los profesionales será puesto en las alteraciones psicológicas -ira descontrolada, pensamientos distorsionados, abuso de sustancias, celos patológicos, depresión, trastornos de la personalidad- y los modelos que aportan los estudios de género en la delimitación del rol del agresor y los efectos de la cultura patriarcal y heteronormativa, además de procurar reforzar la seguridad de la víctima.

“La violencia está vinculada a la cultura patriarcal y machista en la que lamentablemente muchos nos formamos pero tenemos que modificar”, manifestó Luis Angulo, titular de la cartera de Justicia y DD.HH. de la Provincia.

“Esperamos obtener resultados para evitar la reincidencia delictiva”, explica a La Nueva Mañana el ministro de Justicia y Derechos Humanos de Córdoba, Luis Angulo. “Tenemos que pensar en modificar los estereotipos culturales que tienden a naturalizar la violencia de género que termina en estos hechos gravísimos que son los femicidios. Y desde la política de Estado de Córdoba pensamos en acciones transversales de distintos ministerios que trabajen en la necesidad de ejecutar acciones públicas que tiendan a la prevención y a la erradicación de la violencia de género y la violencia familiar”.

Como ministro de Justicia yo creo en la posibilidad de recuperación de las personas, desde siempre. La violencia está vinculada a la cultura patriarcal y machista en la que lamentablemente muchos nos formamos pero tenemos que modificar”, dice.

Hombres violentos que se vuelven a reinsertar en la sociedad

Entre los 75 varones que recibirán atención psicológica con perspectiva de género, hay condenados a prisión perpetua por femicidios. El abordaje y acompañamiento voluntario también está destinado a ellos, explica Claudia Martínez. Es habitual que en las unidades carcelarias los presos condenados a la pena máxima vuelvan a formar familias dentro de las cárceles. Entonces, en ese escenario, también hay que darle tratamiento a la violencia. Para los hombres condenados a penas menores, el objetivo de la asistencia psicológica es trabajar en un nexo para el paso de la prisión a la reinserción social. Este nexo incluye pensar que en la cárcel los agresores están atravesados, a su vez, por otras violencias que forman parte del contexto de encierro.

“Por lo general, apenas recuperan la libertad lo primero que hacen es volver a la casa, golpear a la mujer, pedirle la reconciliación para ver a los hijos o demás, y sobre esto tenemos que trabajar”, dice Martínez.

La asistencia en las cárceles tendrá algunos rasgos en común con el trabajo que se realiza desde el año pasado en el Centro de Atención Integral para Varones en Situación de Violencia, donde ya recibieron tratamiento más de dos mil hombres con oficio judicial por violencia de género. El objetivo es que luego de asumir la conducta de violencia, los hombres repiensen su rol en la sociedad. “Es interesante sacar al varón de un lugar de psicópata y ponerlo en un lugar de sujeto responsable de sus acciones y de su historia”, explica Martínez.

Fuente: La Nueva Mañana