Elsa Filippa (69) hace terapia en el quincho de su casa, abarrotado de trabajos y materiales para futuras manualidades. Realiza sus obras con elementos naturales, reciclados o restaurados y sus stands generan admiración en cada persona que la descubre en las ferias en las que participa.

Cuenta que su pasión nace ya de pequeña, cuando su madre Elda la mandaba a aprender tejido a más de un kilómetro de su casa, en épocas en que su familia vivía en el campo en zona de Colonia Iturraspe.

No se considera artesana, dice con total franqueza “soy manualista” y así lo explica: “Porque me gusta hacer de todo y los manualistas trabajamos con mucha diversidad de cosas. Me encanta crear, justamente para Navidad siempre tomo como modelo el pesebre y lo hago en distintos materiales como en corchitos, botellitas de vidrio o cajitas de fósforos que son súper pequeñas, todas cosas que voy encontrando y que reutilizo”.

Navidad: Elsa Filippa, la manualista que recrea pesebres en miniatura

Confiesa que sale a caminar por las calles y como un “ciruja” va buscando y juntando los materiales que le servirán de base para sus obras.

“Hace muchos años que hago esto -revela-, por lo que siempre agradezco a Dios por las manos y la vista, porque puedo manipular las pastas muy pequeñitas y es algo que no cualquiera lo puede hacer”.

También refiere que le gusta bordar, tejer, pintar, actividades que para ella representan no solo su entretenimiento sino también su terapia y cable a tierra durante y después de su carrera docente.

La docencia

Elsa se graduó como maestra normal nacional, carrera que ejerció durante 32 años. Sostiene con orgullo que tuvo “la bendición” de asistir a la “escuela profesional de mujeres Hogar y Patria”, donde asistió al profesorado de Manualidades.

“Era una especie de postgrado de aquella época. Pero era hermoso porque aprendías un montón de técnicas de trabajo. Yo elegí trabajar el cuero que es algo tan dúctil, con el que podés hacer de todo y me dediqué a hacer collares, carteras y un montón de cosas”, comenta. 

Y agrega: “Esos conocimientos me ayudaron a siempre tratar de perfeccionarme, a intentar ser cada vez mejor y que los trabajos también lo sean”.

Filippa se desempeñó en Casa del Niño -en época que era internado-, después pasó a la guardería municipal Manuel Belgrano, hasta que le llegó su nombramiento en la escuela Río Negro, donde trabajó hasta su jubilación.

De las muchas experiencias en cada institución, Elsa nombra al proyecto que durante varios años llevó adelante en la Río Negro y que había bautizado “El niño y el árbol”, mediante el cual la escuela contaba con un vivero y con los alumnos cultivaban árboles. “Todavía me encuentro exalumnos que me dicen ‘gracias a usted me sé el nombre de algunos árboles’”, dice entre risas.

De su época docente también le quedó un sobrenombre que todavía le causa gracias: “La Rolfo”, y ella lo explica: “Cuando ingresé a la docencia se usaba mucho el apellido de casada para llamar a las maestras y los chicos se las ingeniaron y le agregaron el artículo a Rolfo que es el apellido de mi marido”.

Navidad: Elsa Filippa, la manualista que recrea pesebres en miniatura

Pequeños pero llevaderos

Algunas de sus figuras de cerámica fría miden menos de un centímetro, por eso aunque sus pesebres son pequeños, significan muchas horas de trabajo para los detalles y la presentación.

“Nunca le calculo cuánto me lleva hacer una manualidad, pero por lo menos son entre seis a siete horas de trabajo”, asegura.

Además de las figuras clásicas de cada pesebre, como San José, el niño Jesús y la Virgen María, Elsa agrega animalitos, estrellas, pastito y diferentes detalles que hacen única cada pieza.

De igual forma, la gente se sigue sorprendiendo al encontrar las obras de Elsa en alguna Feria: “Me preguntan ‘cómo puede hacer eso tan chiquito’. Y sí, son manualidades de mucho trabajo y poca ganancia. El que lo hace para vivir, no sé si le conviene, lo mío es por entretenimiento y si vendo algo, en buena hora”, comenta la mujer.

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