A Susana la vida le quitó tres hijos

En 1981 la vida empezó a golpear duro a Susana Espina de Bustamante y su familia. La mujer madre de siete hijos perdió desde ese año a tres: una beba al nacer, a Marcos de 12 años y a Pablo de 35.


“Me pregunté qué hice mal en la vida para tanto sufrimiento”, le dice Susana a El Periódico. Esa pregunta se la hizo el año pasado mientras velaba a su tercer hijo fallecido, Pablo, de 35 años, el mayor de los siete que tuvo, y quien decidió quitarse la vida.

Hoy la mujer sostiene que ya no le echa la culpa a nadie de todo lo que a ella y su familia les tocó pasar y que se aferró a Dios para sobrellevar tanto dolor.

La parte negra de su historia de vida comenzó en 1981 mientras esperaba en su vientre a Daniela de los Ángeles, la nena. Pero a los siete meses de embarazo sintió en su interior que la perdía: “Me hicieron una ecografía y se dieron con que la nena estaba muerta. La tuve tres días en mi panza así hasta poder tenerla en un parto normal, sin cesárea.Fue un sufrimiento tremendo, tenía que pensar que iba a tener una hija pero que iba a nacer muerta”, contó.

La vida le dio luego más hijos, entre ellos Marcos, uno de los más apegados a ella. Era el quinto y tenía 12 años cuando se lo arrancaron de su vida: “Fue a la salida del colegio Bouchard; él siempre esperaba a su hermana más chica para traerla a casa pero ese día se olvidó y se fue con los compañeros en la bicicleta. Sobre calle General Paz un camión repartidor lo atropella y lo mata”, narró.

Susana asegura que hasta el día de hoy no sabe qué pasó ya que no hubo testigos, algo raro para ella porque fue en horas del mediodía y había movimiento en la calle. Sólo supo que por comentarios de unos adolescentes que estaban ubicados en cuadras anteriores que el camión venía a gran velocidad: “Nuca hablé con la persona que conducía el camión. Tampoco busqué tener una charla. Para mí fue una imprudencia”, dijo y se consoló al recordar las palabras del médico que atendió a Marcos: “Me dijeron que no sufrió porque la muerte fue instantánea”.

Sobre el chico describió: “Jugaba al futbol, no tenía maldad, era muy compañero con sus amigos. Era buenísimo. En ese tiempo se preparaba para ir a Santa Fe a jugar al fútbol”.

Uno más

Las dos muertes marcaron a la familia Bustamante, la cual decidió aferrarse a Dios, precisamente a la iglesia evangelista. “Dios me levanta, me sostiene a todo momento, me saca los dolores, las tristezas”.

Pero Susana tuvo otro golpe de la vida. Fue el año pasado cuando en horas de la madrugada mediante un llamado telefónico les avisan que Pablo, el mayor, se quitó la vida: “Tuvo algunos antecedentes y llegó un momento en que Dios le soltó la mano porque él no quería más vivir. Siempre digo que no pensó en sus cuatro hijos y que con esa decisión no resolvió nada”, manifestó dolida.

Pese a todo sigue de pie. Todos los días va a trabajar en su bicicleta y no guarda rencores con la vida: “Le digo a la gente que no se encierre en sí misma, la vida pasa a ser otra pero hay que vivirla. Las luchas diarias las vamos a tener siempre”.