La pandemia obligó a muchos artesanos a valerse de nuevas herramientas para poder venderante la suspensión de eventos que antes eran masivos, que les generaban un ingreso importante como la feria solidaria o navideña, organizadas por el Paseo de los Artesanos, o la Feria Nacional de Artesanos y Manualistas, convocada por la Municipalidad de San Francisco. 

Para muchos, la imposibilidad por varios meses de participar de estos eventos de los domingos les quitó la mejor vidriera para sus productos. Por eso, debieron volcarse fuertemente a las redes sociales o bien apostar por la venta en  aquellos comercios que aceptaran exhibir sus producciones. 

En otros casos, la pandemia acercó a aquellas personas que jamás se vieron como artesanas a los trabajos manuales como una fuente de ingreso más ante un panorama económico incierto. 

Graciela de Hoop, presidenta del Paseo de Artesanos, aseguró que desde hace unas semanas el grupo no para de crecer: por semana se suman unos cinco o seis artesanos por lo que, de diciembre a hoy pasaron de ser 90 a 120 integrantes. Mientras que hablando de socios -para serlo hay que cumplir ciertos requisitos- de unos 18 que eran hace unos meses ahora promedian los 30. 

Cabe aclarar que como medida preventiva, por cada feria participan hasta 50 artesanos divididos en 25 gazebos, los que siguen determinados protocolos. Por regla interna, del grupo no pueden formar parte aquellas personas que comercializan alimentos o revenden productos; de lo contrario serían muchos más. 

Los artesanos y la pandemia, entre la crisis y la oportunidad 

Un 80 por ciento está viviendo de las artesanías. Mucha gente ha quedado sin trabajo en estos meses de pandemia y quizá antes lo hacían por hobby, ahora lo hacen para tener un ingresoSe está sumando cada vez más gente, por feria son cinco o seis artesanos nuevos que van ingresando, afirmó De Hoop. 

En ese sentido, reflejó la importancia de la feria, que es la mejor forma de vender para muchos de ellos: Muchos venden por internet, por las redes sociales, pero lo mejor es que la gente vaya y vea, porque a lo mejor alguien ve algo por internet y dice ‘después lo compro’ pero no lo necesita y se olvida. Pero cuando va a la plaza y lo ve, le gusta y se lo lleva porque sabe que a lo mejor después no lo va a encontrar. Porque eso es lo que tiene el artesano, no hace dos veces una misma cosa, a veces son piezas únicas, y por eso es mejor cuando lo ven. 

Por eso la mujer, que realiza desde hace tres años duendes articulados o en porcelana fría a la vez que fabrica sahumerios, defiende la realización de estos eventos, siempre que se hagan con protocolos. “No vivo de esto, pero al empezar a vender por lo menos puedo recuperar para comprar material que hoy en día está todo por las nubes. Pero hay muchos artesanos que sí viven de esto, fue muy duro el año pasado sobre todo que no tuvimos ninguna feria”, afirmó la titular de la entidad. 

Adaptarse a nuevos escenarios 

Antonela Mugas teje al crochet desde hace cuatro años y ahora se dedica a hacer accesorios para el cabello como vinchas o colitas, en distintos materiales. Para la mujer la artesanía no es un hobby sino un trabajo que comparte con su rol de madre. “Decidí quedarme en casa y esta fue una de las opciones que más me gustaban porque siempre me gustó crear. Estes mi ingreso de trabajo”, contó. 

Por eso, sobrevenida la pandemia y suspendidas las ferias, decidió buscar alternativas para subsistir: “Se trabaja mucho con el boca en boca, hubo gente que me compró y durante la pandemia me hicieron pedidos grandes. Tuve que vender también en algunos negocios, presentarles mis productos para ver si los querían vender y dos negocios me dijeron que sí”. 

Los artesanos y la pandemia, entre la crisis y la oportunidad 

La artesana reconoció que obtiene menos de la mitad de los ingresos que tenía antes de la cuarentena y lo atribuye al menor movimiento de personas. “Como yo me dedico a hacer cosas para  niñas, en la feria la nena veía algo y se lo pedía a la mamá. Pero ahora perdí todas esas ventas, de los chicos que pasaban y miraban. No yo, sino todos los que nos dedicamos al público infantil porque los chicos no ven las redes sociales y es muy raro que una mamá te encargue cosas chiquitas para que vos les lleves”, reveló. 

Dentro de las complicaciones que le trajo la pandemia, también la acarreó oportunidades, ya que pudo hacer dos cursos virtuales: uno de tocados de novia y otro para armar cotillón para fiestas. 

Perder el trabajo e inonovar 

Lejos estaba Nora Figueroa, como muchos, de sospechar que podría sobrevenir una pandemia que la haría perder su trabajo. Madre de tres hijos, cuando comenzaron las restricciones se encontraba trabajando con un plan de empleo en una tienda, que se suspendió, por lo que encontró en las artesanías un medio de vida: “Tenía que tener algún otro ingreso como para poder mantenerme y mantener a mis hijos. Entonces comencé a tejer”, contó. 

La situación fue un poco más difícil porque al mismo tiempo venía atravesando un problema de salud con pérdida de memoria y una separación.  “El tejido me ayudó mucho a mantenerme ocupada. Tejo crochet y dos agujas, hago gorros, cuellos, diademas, conjuntos de bebé”, explicó. 

Los artesanos y la pandemia, entre la crisis y la oportunidad 

Por fortuna, aseguró que le está yendo bien, ayudada por las ferias que actualmente se realizan dos domingos al mes: “Es la tercera feria a la que voy, y empecé a vender por internet también, estoy vendiendo bastante bien. Y la feria es buena, porque es una manera de exponer tu trabajo”. 

La mujer enfatizó que el trabajo de artesano es muy meticuloso. “Uno le dedica mucho tiempolo tomo como un trabajo, a la mañana tejo, a la tarde tejo, trato de trabajar ocho horas, de ir haciendo producciones, ir viendo precios de los tejidos. Se hace todo artesanal así que lleva su tiempo”, dijo. 

Sobre el final, por todo lo que transitó, reflexionó: “Uno tiene que seguir adelante a pesar de todo, tener fuerzas, tratar de producir y no quedarse estancado, producir para llevar algo a tu casa”.