El sol de verano ya está alto cuando las familias comienzan a llegar al predio del Club San Isidro. Revisan si aún quedan sillas y mesas para encontrar un lugar bajo la sombra y rápido se dirigen hacia la zona de guardavidas. La pileta olímpica brilla en el fondo, mientras algunas personas ya se refrescan en el agua. El ambiente es relajado, ideal para un día de descanso y disfrute.

Antonela se acomoda junto a su hija mientras extiende una toalla sobre el pasto y con una sonrisa, recuerda sus primeros veranos en el club. “Hace más de 10 años que vengo, y la pileta significa un pasatiempo para nosotros. Ahora vengo con mi hija y compartimos juntas. Pasamos la tarde, nos refrescamos”, cuenta la mujer a El Periódico.

Y agrega: “Hay mucha gente que no se puede ir de vacaciones y esta opción es la mejor para compartir y disfrutar”. Para ellas, el club es más que un lugar de esparcimiento; es un punto de encuentro.

Los guardavidas son parte esencial de las piletas.
Los guardavidas son parte esencial de las piletas.

Cerca de ellas, se encuentra una pareja de jóvenes, quienes disfrutan la tarde relajados: “Venimos porque yo tengo convenio con la fábrica, aprovechamos a pasar el día y estar tranquilos”, dijo el joven mientras le pasa el mate a su pareja entre risas.

Ya más cerca de la pileta se ubica “Tuca” (Raúl Juncos, el guardavidas) que hace ya varios años está adelante del grupo de guardavidas del club y que conoce muchos de los rostros que se acercan. “Acá uno crea lazos porque hay muchas familias que repiten año tras año. Ya no es solo cuidar que nadie se ahogue, sino ser parte del lugar e integrarlo”, explica.

Se le nota la emoción al contar que este trabajo es su segunda pasión: “Llega el verano y hago un clic, me desconecto de mi trabajo, que es el vóley y que implica mucho sacrificio mental, para llegar a esta etapa y desconectarme de eso. Estar calmo en el puesto y disfrutar además de trabajar”, comenta.

Las piletas son sinónimo de disfrute familiar.
Las piletas son sinónimo de disfrute familiar.

Se escuchan risas en el fondo del predio, son los chicos de la escuelita, que comparten con el “profe” Elías. “El fin es crear un espacio donde los chicos puedan distenderse, desconectarse de las actividades de las que vienen todo el año. Acá buscamos que socialicen, compartan y jueguen”, describe sobre la tarea que cumplen. Pero más allá de la diversión y el aprendizaje, el instructor subraya que lo esencial a la hora de tratar con los chicos es que desarrollen su autoconfianza: “Buscamos que los chicos se crean capaces”.

La pileta de San Isidro no es solo un lugar de esparcimiento, sino un punto de encuentro, donde se cruzan historias y otras se tejen con el paso de los años. Generaciones que se cruzan y comparten memorias de disfrute. Cada rincón de este espacio invita a vivir la temporada de una manera única.

Precios para pasar un día

Lunes a viernes: Socios $4.500 - No socios: $7.500 Sábados, domingos y feriados: Socios $7.500 - No socios: $10.500