Locros tradicionales y populares como el del colegio Ravetti, por ejemplo, se ven suspendidos en la actualidad debido a la pandemia del Covid-19, que no permite la aglomeración de personas en un mismo lugar, como ocurre cuando se revuelven 5 mil porciones de uno de los alimentos más preciados en nuestra ciudad, sobre todo en los días de frío.

Miguel Ángel Fenoglio, que junto a su socio Egidio Venturelli son los “locreros” más populares de San Francisco, contó a El Periódico que en 26 años en esta actividad es la primera vez que deben suspenderla: “Este año cumplimos 26 años que hacemos el locro y es la primera vez que debemos suspender. Esperamos que esto tenga una solución, que de acá a 20 días o un mes se levante esta situación, no digo que sea algo normal como otros años pero buscarle la forma de trabajar en la entrega”, analizó.

Fenoglio junto a Venturelli les cocinan a unas 30 instituciones cada año, sean escolares, deportivas y religiosas.

“Estamos jubilados y es un ingreso para nosotros. Uno tomó compromisos y ahora hay que cumplirlos, entonces si no hay entrada algo va a haber que resignar por otro lado”, analizó.

Anticipándose a lo que vendrá, Fenoglio indicó: “El tema ahora será evitar que se junte tanta gente en un lugar como venía pasando. Habrá que hacerlo con delivery para evitar eso, entregar en distintos lugares o hacer cantidades menores o en dos veces para poder manejarlo”, pensó.

De gran ayuda para colegios

La escuela Ravetti suele vender cada año 5 mil porciones de locro, lo que genera el mayor ingreso económico del establecimiento educativo. Pero el próximo fin de semana, el salón estará vacío sin que nadie revuelva la olla, tal como estaba pautado.

“Mucha gente me dice, ‘me gusta el locro que hace mi abuela o mi mamá y el de la Ravetti. El nuestro es un locro muy esperado por la ciudad y para el colegio es importantísimo”, definió Eduardo Requena, presidente de la cooperadora escolar.

Requena contó que el dinero recaudado cada año con el locro se destina a las prioridades: “Hace algunos años se terminaron de instalar los aires acondicionados; también se arregló todo el polideportivo, se reestructuró; se hicieron obras en baños, se pusieron puertas, ventiladores, luces. De acuerdo a las prioridades que surgen vamos actuando”, indicó y aclaró: “Es el ingreso más grande que tenemos, junto al alquiler del salón, lo que también está parado”.

En la escuela Río Negro también la venta de locro les genera buenos dividendos, ya que en el mes de mayo de cada año suelen vender unas 3 mil porciones: “El año pasado renovamos el salón de actos de la escuela, fue un gran gasto. La cooperadora tiene gastos de mantenimiento, continuos”, explicó una de las integrantes de la cooperadora, Marcela Ascuet, quien dijo que la idea este 2020, con lo recaudado por la venta de las tarjetas, eran hacer distintos arreglos dentro del establecimiento escolar.